¡Desperta ferro!

F. Javier Blasco

Expresión que es considerada como uno de los gritos de guerra más famosos en el mundo; “Desperta ferro” era empleada por los almogávares antes de la batalla con el fin de arengarse entre ellos y crear una especie tensión y pánico en las filas del contrario. Los almogávares fueron unos soldados de infantería ligera que normalmente luchaban al servicio de la Corona de Aragón; aunque, al ser de origen mercenario, no formaban parte de los ejércitos regulares. Quizás, a pesar de que no fueran muy disciplinados en el sentido estricto de la definición de disciplina militar, su fama y bravura se debieron a su gran predisposición para el combate, no eludir jamás sus responsabilidades, un elevado espíritu de compañerismo y un seguimiento a ultranza a lo que les indicaban sus jefes de filas.

En realidad, sus gritos de guerra eran varios, aunque el que más sobresalió fue: «Aur, aur... Desperta ferro» ('escucha, escucha...Despierta, hierro') que lo pronunciaban a voz en grito de forma acompasada mientras hacían chocar las conteras de sus espadas y cuchillos largos contra el suelo provocando que saltaran chispas por el roce con las piedras del terreno. Situación ésta, que les henchía el ánimo a la vez que lo deshacía en el contrario, aunque aquel fuera mucho más numeroso y disciplinado.

Pues bien, hoy vuelvo a remitirme al pasado en busca de apoyos para cimentar mis intentos de levantar el ánimo propio y el de aquellos que piensan de forma semejante a la mía, que leen con cierto agrado y apoyo lo que vengo publicando, aunque, por determinadas circunstancias, la mayoría forma parte de un nutrido grupo de silenciosos seguidores. Siento dicha necesidad porque tras haber publicado diversos análisis sobre lo que ocurre dentro y fuera de nuestra piel de toro, creo que es la hora de “despertar” y pasar a la acción, o al menos a la reacción.

Al igual que lo que les ocurrió a estos bravos soldados no regulares, los “enemigos” a los que nos enfrentamos hoy en día son muchos y muy numerosos. Cuentan con medios más adecuados para el combate y solo será posible batir sus férreas disciplinas de acción y ejecución por personas con arrojo y valor, que, siendo conscientes de sus convicciones, limitaciones y capacidades, necesitan de gritos unitarios y reconfortantes para lanzarse al combate con el convencimiento de que la victoria final caerá de nuestro lado por muy difícil que nos lo ponga el enemigo a batir.

Este enemigo al que nos enfrentamos es muy variopinto y nace de graves y grandes problemas sociales, económicos y la mala orientación de las políticas de relación interna y externa. Pero, aunque realmente aquellos sean muchos y diversos, nuestro espíritu de simplificación y acomodo apunta a que, para la mayoría estos, se pueden resumir en uno solo, la corrupción. Mal endémico y muy pernicioso allá donde se halle, que verdaderamente ha producido mucha mella entre nuestras filas.

Sin darnos cuenta, hemos consentido que la corrupción se convierta en nuestro mayor y casi único enemigo; solo su sospecha, aunque no esté probada, nos convierte en incapaces de apreciar que ya llevamos un largo recorrido en la lucha para combatirla. Tampoco discernimos que precisamente, se nutre casi a diario gracias a la mala fe de muchos políticos, el poco preciso y muy dirigido trabajo de gran parte del periodismo y de nuestra garantista y lenta justicia quienes en conjunto, llevan años aireando y dándole vueltas a diversos procesos que, como el Guadiana, salen a la luz de vez en cuando, aparentando que, aunque sean parte de lo que se conoce como piezas sueltas, son diferentes procesos y producen la sensación de que esta lacra se multiplica por doquier en multitud de casos nuevos.

Por otro lado, existe una postura muy generalizada en todos los niveles y ambientes por la que a este fenómeno se le asigna un valor capital, se engrandece y tacha de malévolo, de modus vivendi, denigrante y salvaje cuando esta se detecta o produce en las filas del adversario, aunque sea por asuntos de menor importancia y que aún no estén probados ni juzgados y que, por el contrario, se tienda a minimizar cuando esto ocurre en nuestras propias o afines filas. En este caso, no es un tema de corrupción, son meros errores o se reduce a simples jugarretas de “un par de golfos”, aunque estemos hablando de cientos o miles de millones de euros.

En general, al igual que sucede con el fútbol, nadie sabe, visto u oído nada cuando el problema está en nuestra casa y es una barbaridad irresponsable cuando la jugada sucede en la del contrario. De ahí que todos estén prestos a que se investigue al oponente, pero no se consiente que se haga en las propias filas. Faltaría más, lo mío no es comparable a lo de lo que hacen los otros.

No creo que se me pueda tachar de ser partidario de ocultar y/o penar en grado mínimo a todo aquel que haya sido o sea corrupto. Al contrario, si por mí fuera, llevaría a juicio, rápido y de verdad, a todo corrupto a la menor prueba fidedigna de su corruptela. Igualmente, soy de los que predican y proponen, que las penas a estos malnacidos que se aprovechan de la confianza popular, sean mucho mayores y no nos veamos doblemente castigados con su presencia en nuestras calles y terrazas a los poquitos años y sin haber devuelto un euro de todo lo robado.

Recuerdo que cada vez que visitaba a mi suegra en Zaragoza, e iba a desayunar a una cafetería cercana, me veía obligado a hacerlo cerca de un señor -calvo para más señas- y a veces en la mesa de al lado, que ha sido uno de los mayores corruptos en la política gubernamental en los últimos veinte años. Allí sigue por lo que me cuentan, unos pocos años de cárcel y a la calle sin haber devuelto nada de lo que robó y estafó al gobierno e instituciones.

Si esto ocurre, no es más que por una cosa muy clara, por la falta de interés político para la creación del necesario número de tribunales especiales y perfectamente dotados de medios para investigar y juzgar a la mayor brevedad todos los casos de corrupción política y no dispersarlos y dilatarlos entre todas sedes y niveles judiciales; que, como todos sabemos y aunque parezca inverosímil, tienen distintos criterios para aplicar las Leyes, una gran facilidad para la filtración interesada y, en su mayor parte están dotados de jueces y fiscales muy ávidos de un inusitado protagonismo e incluso populismo en uno u otro sentido. Al igual que supimos que hacer con los casos de terrorismo, deberíamos haber hecho lo mismo con los temas de corrupción y de espolio a la administración.

Pero, de ahí a que sea el único y principal problema de los españoles hay un trecho muy largo. Si no son suficientes los muchos pasos legales y esfuerzos judiciales dados para erradicarlo, pensemos y propongamos otros muchos más, mejores y verdaderamente eficientes; adoptemos una postura común y sin duda alguna, sometamos nos todos a la lupa de la justicia, dejando de una vez por todas de emplear estos deleznables casos, exclusiva o prioritariamente,  como arma política arrojadiza que solo hace que nos perdamos en el tiempo y en espacio y lo que es peor, que nos lleve a pensar que somos los peores del mundo en este tema, aunque y sobre todo, nuestros contrarios.

Por cierto, que, en esto de exagerar, somos unos auténticos líderes y quizás lo más expertos en el mundo. No porque pueda servir de consuelo para nada ni para nadie, ni mucho menos; pero como uno de los ejemplos de esto y que considero poco conocido, ayer me enteré por la prensa que, en Alemania el número de víctimas por violencia de género es casi cuatro veces la tasa que en España en un mismo y reciente periodo analizado [1] y allí nadie lo airea como un fallo del gobierno. Es más, ni siquiera aquí, nadie lo hubiera pensado de un país tan serio y tan avanzado como igualmente, también ocurre en los tan manidos e idealizados países nórdicos.

Sucede en otros muchos casos aunque baste con citar dos de ellos: la corrupción política y de carácter personal en Francia que está abrasando a los nuevos y viejos líderes políticos de todos los colores y allí nadie lo saca de quicio y, el que los populismos y sus grandes mentiras han llevado a países con flema y tradición democrática como el Reino Unido y los propios Estados Unidos a situaciones como el Brexit o el triunfo de Trump; en ambos se ve como muy normal y democrático, pero aquí no dejamos de criticarlos sin pararnos a pensar en las posibles razones que les llevaron a ello.

En cualquier caso, y tras darle el valor que le corresponde a la corrupción política, quisiera destacar que, aunque no nos lo creamos, hay muchos intereses creados en evitar que seamos capaces de apreciar que existen otros muchos problemas externos e internos que tienen un mayor o igual peso específico; pero que, por razones, aparentemente ocultas, de ellos no nos debamos preocupar. Baste con citar algunos ejemplos.

Turquía se encuentra en plena deriva y a pocos días de aprobarse que se convierta, casi por la fuerza, en un país presidencialista, plenipotenciario, de corte islamista y de desconocidas y seguramente graves repercusiones por forjarse al reflejo de la grandeza del Imperio Otomano. Situación a la que han llegado tras un autogolpe que ha servido de excusa y cauce para ello sin que nadie en la UE o en la OTAN pusiera el grito en el cielo por los excesos de su presidente con respecto a la forma de “reconducir” la situación ni por las graves violaciones de los derechos humanos sobre miles de ciudadanos que, aún se encuentran en prisión a la espera de un juicio de muy dudosa respetabilidad. Lo malo de este hombre, es que, además de haberse convertido estos días en un irrefrenable agresor dialectico, tiene en sus manos la llave que abre el grifo de paso a millones de refugiados que tienen marcado su rumbo hacia Europa y, tal como van las cosas, cualquier día lo abre.

Putin hace lo quiere y sigue poniendo en vilo al mundo occidental y, allí lo tenemos, erigiéndose como el solucionador del conflicto en Siria y repartiéndose los honores de protagonismo con Erdogan sobre la solución al mismo.

La lucha contra el Estado Islámico y su terrorismo anexo dura mucho más de lo que nadie, con dos dedos de frente, hubiera podido imaginar por culpa de la desidia e ineptitud de Occidente en ponerse de acuerdo en los métodos, medios y procedimientos para acabar con dicha lacra.

La mayoría de los países de Centro y Sudamérica están envueltos en revueltas y persecuciones políticas, sufriendo espantosas hambrunas a pesar de sus riquezas y en manos de gobernantes ineptos para todo menos para enriquecerse a costa de los sufridos ciudadanos.

La UE está al borde del colapso porque en breve –en dos días en Holanda- los principales países de la misma (Francia, Alemania e Italia) se verán sometidos a procesos electorales de dudoso resultado y muy propicios para el triunfo o en darle un importante protagonismo a los populismos; le ha afectado y mucho el Brexit y se ha convertido en un gallinero repleto de gallos gruñones. Otro de los males que achacan al Viejo Continente, es que nadie quiere o está en disposición de admitir serias y graves responsabilidades ni compartir gastos; la mayoría de sus miembros – principalmente, los llamados países del Este- se han apuntado a un selecto club para disfrutar solo de sus privilegios y obtener pingues benéficos a cambio de nada; por lo que solucionar este tema, no es tarea menor.

Las puestas en escena de la presidencia de Trump y el Brexit supondrán, sin duda, tiempos de zozobra para los europeos y también para los españoles, mayores gastos y menores benéficos de todo tipo y aquí solo, como ya mencioné anteriormente, nos limitamos a criticarlos como cosas de locos, pero no nos ponemos a pensar en los que esto supondrá, y mucho menos, a trabajar para contrarrestar sus efectos negativos.

Recientemente, ACNUR ha declarado que actualmente estamos ante la peor crisis humanitaria –principalmente por la hambruna- de la historia y no hacemos nada por solucionarlo al igual que tampoco lo hacemos con el gravísimo problema de la migración que, constantemente y en cifras milenarias, llama a nuestras puertas y es el origen de miles de muertos en sus peligrosos desplazamientos.

Corea del Norte nos tiene amenazados a todos y aquí seguimos mirando sus pruebas y ensayos de armas nucleares y misiles cómo si fuéramos espectadores viendo la mascletá en Valencia.

Oriente Medio es un avispero en plena ebullición, llenos de importantes actores y sometido a una creciente lucha por el poder disfrazado de un posible encontronazo por la religión.

Aunque sabemos que pertenecemos a un mundo globalizado, no nos importa que todo esto y otras muchas cosas más ocurran, los españoles, unos y otros, seguimos lanzándonos los casos de corrupción a la cara con las mayores muestras de tirria y odio como si esto fuera nuestro principal o único problema.

No nos queremos dar cuenta de que, solo en España tenemos muchas cosas que arreglar. Que la UE nos tiene amenazados en varios frentes económicos y sociales que nos hundirán en breve si no aplicamos su solución. Que los estudiantes siguen protestando contra una Ley que ya está aparcada y contra unos hipotéticos recortes que aún no se han producido ni conocen por la falta de presupuestos.

El problema de los separatismos, sobre todo el catalán, produce multitud de declaraciones políticas y, al mismo tiempo, llena los espacios de nuestras tertulias y medios pero continuamos sin adoptar una postura común para atajarla definitivamente, como pueda ser la simple aplicación de la legislación vigente en toda su exigencia y no dictando temerosas o tibias sentencias como la tristemente conocida hoy [2]. De continuar así, seguiremos dando rienda suelta a sus aspavientos individuales y colectivos y sin atrevernos a ponerles fin de una vez y por todas.

El odio, ya escribí sobre este tema hace unos meses [3], se ha instaurado en nuestras mentes, casas y amistades; tanto, que no somos capaces de entender que es el peor de los males de la humanidad y el origen de los mayores desastres pretéritos que aún están muy recientes en nuestras retinas.

Aunque son muchos y graves los temas propios ya definidos; por desgracia, no acaban aquí los problemas; así, nos encontramos con que: el elevado desempleo y la falta de una eficiente formación de los desempleados sigue día a día llevándonos a muy altas y penosos cotas; la desigualdad salarial, principalmente entre sexos, sigue ampliándose; se mantienen, e incluso se apoyan políticamente las grandes diferencias salariales y las trabas para solucionar los denunciados problemas en determinados gremios laborales que viven anclados en la exclusividad, el nepotismo y en los exagerados privilegios; seguimos a la espera de contar con unos buenos y equilibrados presupuestos para este año y ya casi ha acabado el primer trimestre; continúa aplazándose  la resolución al problema de la repartición del agua entre las regiones de España –tan escasa en algunas y muy desaprovechada en otras-; pocos se asustan del galopante incremento de la violencia en la mayoría del creciente número de actos delictivos contra indefensos y pequeños comerciantes, ciudadanos aislados o contra las personas mayores; seguimos sin contar con un cementerio nuclear que nos libere de costosas facturas de por vida y proporcione seguridad a nuestras basuras de este tipo; nunca llega la hora de definir claramente un mix energético que abarate nuestros costes en dicho capitulo; la inseguridad económica de nuestros mayores es cada vez mayor y no se ven luces claras en el incierto horizonte; seguimos enzarzados en la aplicación y desarrollo de la penosa y cainita Ley de la Memoria Histórica contraria al espíritu de la llamada Transición; cada vez es mayor la persecución y el escarnio a los usos y costumbres sociales, populares y católicos, y así  en otro orden de cosas como la falta de respeto al Rey, la Constitución, nuestros símbolos, a los representantes de las fuerzas armadas [4] o de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado de tanto arraigo y tradición hasta ahora en España; las penalizaciones a los grandes abusos de la banca y las empresas energéticas deben legar desde la UE y somos incapaces de atajarlas previamente a iniciativa propia; seguimos lejos de ponernos de acuerdo en la adecuación, capacidad y aportación real de España a las exigencias y compromisos externos (ONU, UE y la OTAN). Y, entre otros muchos otros más, la ineficaz lucha contra violencia de género que, aunque al parecer, sea menor que en otros países, sigue siendo in crescendo y muy preocupante.

Todos ellos son problemas que están aquí entre nosotros y aparecen a diario, pero mucho me temo que, en su mayoría, están “aparcados” para tiempos mejores, no son de primerísima urgencia ya que, al parecer, no preocupan mucho a nuestros políticos salvo cuando aprecian, de forma puntual, que al sacarlos a la palestra les puedan proporcionar cierta tajada política. Solo sus poltronas, sueldos, prebendas y sus apariciones televisivas en horas de mayor audiencia, aunque solo sea para afear o desprestigiar al contrario parece que sea lo que realmente les mueva y motive.  

Por último y, no por ser menos grave, quisiera hablar de otro grave problema nacional, el creciente y elevado grado de seguidismo a ultranza entre los españoles, aunque aparezca sin razón y seamos conscientes de que causa una tremenda ceguera sobre la verdad porque nos hace cambiar por completo el sentido de las cosas. Es tanto así, que todos, incluso los medios considerados como serios, somos capaces de convertir en hazañas y proezas cosas que en realidad no lo son y que, en realidad, se han producido por la concurrencia de diversos factores internos y externos, siendo algunos de ellos de importancia y trascendencia [5]. Mientras tanto, éxitos sin parangón de nuestros atletas, médicos, investigadores, personas de ciencia o empresarios dentro y fuera de casa, son cosas sin importancia y pasan casi desapercibidos o por lo menos, no se la damos como corresponde.

Tras darle muchas vueltas a búsqueda de las razones que nos puedan llevar a la acuciante falta de interés por los problemas que realmente nos acosan y debían preocuparnos mucho más, he llegado a varias conclusiones que quisiera compartir.

En primer lugar, y quizás la más lacerante conclusión, es que estamos invadidos de un elevado grado de pasotismo; todo nos da igual, nada nos importa. Nuestras expectativas son cortoplacistas, muy personales, familiares, locales y como mucho llegan al nivel regional. Mirar hacia un horizonte más amplio y lejano no forma parte de nuestro hábito ni interés y, por ello, solemos contentarnos con un buen partido de futbol, una excelente película, una inmejorable comida o con pasarnos dos días tostándonos al sol durante el próximo puente laboral; eso sí, los puentes, que nadie nos los toque, sería un puro sacrilegio. Ya se intentó y resultó un rotundo fracaso.

En mi segunda conclusión, considero que la falta de interés por conocer las cosas que nos afectan puede estar derivada de la escasa formación de los ciudadanos en todos los aspectos de la cultura, que en una gran parte es la consecuencia natural del vergonzosamente consentido adoctrinamiento de los alumnos a todos los niveles escolares, incluido el universitario; fruto de ignominiosas cesiones de competencias que nunca debió perder el Estado.  Cosa que, además, veo que se agrava con el paso del tiempo y siento mucho decir que, por el camino que llevamos, seguirá en aumento. Los expertos en márquetin saben que este factor ayuda o perjudica en mucho las ventas de cualquier producto, por ello, manejarlo con cierta habilidad es clave para vender “tu producto” distrayendo al “cliente” con multitud de cosas simples y banales para que este pierda el foco de lo que a ellos no les interesa que te preocupe o inquiete. 

Como tercera conclusión, encuentro como muy culpable la pérdida del desarrollo y aplicación de la labor o el papel de los medios. Tengo la sensación de que por problemas de línea editorial, falta de formación profesional, excesivo incremento de medios publicados –sobre todo en cadenas televisivas y periódicos digitales-, las prisas en un mundillo que vive de lo que se conoce como Share –palabra inglesa que significa compartir y que también se emplea para definir el porcentaje de audiencia o cuota de audiencia que, es la que proporciona los réditos económicos- o la propia reducción de personal para reducir costos hagan en conjunto, que la eficacia y profesionalidad del periodismo y de los periodistas alcance el mayor nivel de desprestigio.

No se quiere o no se tiene tiempo para contrastar lo que se define y entiende como “información” y así, por ser los primeros en cubrir una noticia, los propios medios son fácilmente engañados por cuervos o lobos que, bajo una piel de cordero, presentan casos humanitarios urgentes o estafas piramidales dándoles toda la cobertura y el pábulo que precisan. Igualmente, les ocurre a la hora de publicar noticias variadas o de priorizarlas, principalmente aquellas derivadas de escándalos o corrupción política. Estas siempre ocupan los mayores titulares de las primeras páginas, aunque al otro lado del mundo haya ocurrido una importante desgracia.

Cada vez cuesta más encontrar trabajos publicados con cierto contenido y enjundia en los que se expongan de forma veraz y contrastada los problemas derivados de una u otra situación a nivel mundial, nacional o regional. Los expertos y analistas cuestan mucho dinero y es mucho más sencillo y, por supuesto más rápido y barato, encontrar las cosas en Internet que enviar a reporteros especializados a los lugares calientes o a los encuentros políticos de altura donde puedan escarbar y encontrar en los corrillos y pasillos las cosas que verdaderamente interesan.

Este último punto me da paso a mi cuarta conclusión de culpabilidad, la importancia del mal, la desinformación y la cantidad de patrañas que se mueven por las redes sociales. El número de redes aumenta a mucha velocidad, la mayoría de las personas son activos en varias de ellas y son el vehículo más rápido, económico y sencillo para propagar lo que quieras. Generalmente, carecen de todo tipo de control o es muy difícil, lo que las hace muy vulnerables.

Para el común de los mortales, es mucho más cómodo echar un vistazo a estas que recurrir a publicaciones de prestigio y al igual que ocurre con la mayoría de las pequeñas publicaciones en papel que se regalan a diario, son quizá el único vehículo de información para muchos millones de personas. Razón por la que todos estos focos son empleados para la consecución de todo tipo de propósitos espurios donde el bulo, el acoso, la mentira o la exageración pueden llegar a dar la vuelta al mundo en cuestión de minutos.   

La última de mis conclusiones descansa en la escasa o nula preparación, el denigrante estilo o la mala intención de los propios políticos. Se ha llegado a un punto en el que amparándose en la manoseada Libertad de Expresión, todo se puede decir sea o no sea en sede parlamentaria. Con tal de escarbar un puñado de votos son capaces de mentir, exagerar, denunciar cosas y casos falsos. La vieja y conocida norma de “crítica que algo queda” es una de las principales entre las recogidas en las primeras páginas de sus prontuarios y doctrinas de cabecera.

Todos estos factores o conclusiones son muy importantes y graves; pero considero que no hay ninguno de ellos que sea insoslayable. En nuestras manos está no dejarnos llevar por “sonidos de pífanos o cánticos de sirenas” a las que hace referencia Homero en su prestigiosa obra La Odisea y cuyo canto hacía enloquecer a quien las oyera y seguirlas hasta perecer en las aguas del mar. No creo que sea preciso hacer lo que el autor relata en la misma para evitarlo [6].

No, no hace falta llegar a dichos extremos, pero sí debemos ser conscientes y estar dispuestos a evitar el más que probable engaño que a diario se cierne sobre nosotros y por ello; es la hora de gritar al unísono “Desperta Ferro”. Con ello y al estar siempre alerta, nuestros muchos enemigos deben darse cuenta de que somos conocedores de sus falacias, prioridades, planes y exageraciones; que estamos dispuestos a la lucha sin cuartel, aunque, puede que esta sea desproporcionada y, que les resultará muy difícil engañarnos porque además de saber cuáles son sus manejos e intenciones, conocemos bien las propias debilidades y los defectos de funcionamiento del sistema que nos rodea.

[1] http://www.abc.es/sociedad/abci-mas-300-mujeres-fallecidas-violencia-genero-2016-alemania-201703101808_noticia.html

[2] http://www.abc.es/espana/catalunya/politica/abci-mas-condenado-anos-inhabilitacion-201703131309_noticia.html

[3] https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/el-odio

[4] http://www.abc.es/espana/baleares/abci-libertad-cargos-jovenes-agredieron-comandante-centro-palma-201703121228_noticia.html

[5] No es mi pluma la que lo anuncia, sino otra mucho más prestigiosa y sabía que la mía. http://www.larazon.es/opinion/columnistas/deniz-aytekin-FL14685606

[6] Como Ulises sabe que ellas seducen a los marineros con sus cantos para matarlos después idea un plan. Pide a sus compañeros que lo aten al mástil del barco y que ellos se taponen los oídos para que no puedan sucumbir ante el canto de las sirenas. Cuando están todos preparados, pasan ante ellas. Ulises pide desesperado que lo suelten, que quiere ir con ellas, pero los compañeros no lo oyen porque sus oídos están taponados. De esta manera, consigue oír los cantos sin ser matado por ellas. https://elportaldeelalgar.wordpress.com/2008/03/04/las-sirenas-de-la-odiesa/

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