¡¡Menuda tropa!!

F. Javier Blasco

Desde mi tierna infancia, debido a la educación que recibí de mis padres en casa, propias convicciones y por el desempeño de mi profesión a la que accedí de forma voluntaria y con absoluta vocación hace más de cuarenta años, he mantenido, incrementado y difundido mi completo y totalmente desinteresado amor a España.

Llevo mucho escrito y opinado sobre las circunstancias y los enemigos descubiertos o encubiertos a los que nuestra Patria se ve sometida constantemente y, principalmente, durante los últimos meses y años. Circunstancia esta última, que se ha visto agravada desde los pasados días 6 y 7 de los presentes, en los que por un acto sin precedentes en la historia reciente de ningún país democrático de nuestro entorno occidental, se han roto todos los cánones de la democracia, pisoteado la Constitución, el Estatuto de la autonomía de Cataluña, el Reglamento del propio Parlament y los derechos y libertades de los representantes de la oposición elegidos democráticamente por un mayor número de votos de los que cometieron las tropelías que, a estas alturas, ya todo el mundo conoce y no hace falta que las vuelva a denunciar.

Todo lo escrito hasta hora sobre España, sus enemigos, peligros y la maledicencia propia o adquirida de nuestros representantes políticos quedan recogidos en mi blog [1] y en numerosos comentarios que he venido colgando en LinkedIn, la única red social en la que todavía, salvo honrosas excepciones, se puede hablar con propiedad y determinado grado de corrección sin que te asalten con improperios los exaltados y poco formados hooligans de causas pérdidas.

Por supuesto, no me voy a referir a todo lo por mi escrito al respecto por no extenderme en demasía y tan solo quisiera resaltar hoy algunos aspectos, que creo conveniente deben ser destacados por la gravedad que estos aportan al momento y por las más que probables consecuencias derivadas de los mismos.

En el momento de la máxima gravedad en España desde que se aprobó y proclamó nuestra Constitución de 1978; y digo bien -no me he confundido-, este es el momento de mayor gravedad aunque algunos tiendan a pensar que el famoso 23F de 1981 fue mucho más grave que lo que estamos viviendo y ni siquiera, lo quieren comparar.

Para evitar malos entendidos, trataré de explicarme; en aquel caso, fue un alzamiento militar ejecutado por unos cuantos generales, oficiales, suboficiales, guardias civiles y tropa de recluta –quienes, estos últimos, atendieron las ordenes de sus superiores por aquello de una mala interpretación de la obediencia debida o por no buscarse más problemas con sus mandos-, sin el apoyo unánime de todas las Fuerzas Armadas, sin él aliento oficial de ningún partido político de importancia y muy mal preparados o poco convencidos, que por la fuerza y durante unas horas, mantuvieron el secuestro de nuestra máxima representación de la soberanía popular y del gobierno en pleno. Todos sabemos cómo acabó aquella patética historia y no merece la pena que me extienda ni un reglón más en explicarlo.

Pero, en esta ocasión, la situación no es fruto de un calentón cuasi improvisado de unos cuantos exaltados e impacientes militares; no, es la consecuencia de una estrategia pensada, desarrollada y calculada durante muchos años por unos partidos y representantes políticos, que aunque estando donde están -porque oficialmente acataron la Constitución, las leyes del Estado y de su autonomía-, han roto de forma oficial abjurando y tratando de anular todo aquello a lo que se comprometieron cumplir y hacer cumplir aunque, solo lo fuera por imperativo legal. Personas que hacen caso omiso a las resoluciones y mandatos de la Ley y los tribunales de Justicia y que, de forma manifiesta y palmaria, se jactan de ello y llaman a la insumisión, de momento pacifica, a una parte de la población que, premeditadamente y de forma progresiva y constante ha sido adoctrinada en este tipo de preceptos. Son los responsables de haberles prometido la entrada inmediata en el país de jauja, donde todo saldrá bien, serán más felices y como no, la comunidad internacional les espera con los brazos abiertos para acogerles en su seno y resarcirles de tantos años de ignominia y opresión. Menudas falacias.

No hay que dejar de denunciar, que para que se haya podido llegar a este tipo de “adoctrinamiento” -que, aunque ha tenido otros brotes similares en épocas pretéritas y salvando las enormes distancias; en el fondo y ciertas formas recuerdan a otros tristemente famosos que en estos días recorren y azotan el mundo entero- ha sido precisa la colaboración necesaria de todos los gobiernos democráticos que ha tenido España en su último periplo constitucional. Las concesiones, cesiones de competencias, cerramiento de ojos, miradas para otro lado cuando sistemáticamente se incumplían las leyes y las tapadas de nariz comprados por un silencio y aparente calma  o por lograr unos miserables votos que les permitieran seguir en sus gobiernos y sacar a la luz determinadas leyes –aún a sabiendas de que esto sería la ruina para España a corto o medio plazo- son los culpables de que este tipo de movimientos hayan podido germinar, florecer y crecer con tanta fuerza. La educación y el adoctrinamiento bien o mal llevados, siempre acaban dando sus frutos y, podríamos decir que de aquellos polvos tenemos estos lodos.

No es tiempo para destacar quien o que gobierno de la nación ha tenido más o menos culpa en este proceso que como la gota de una cañería averiada acaba por inundar una estancia grande que antes estaba totalmente seca. Sé que algunos han tenido mayores responsabilidades que otros; pero lo que no es de justicia es tratar ahora de echar la culpa solo al actual gobierno. Es totalmente falso y tremendamente injusto. Los que se llenan la boca con tales falacias o mentiras gordas, lo conocen perfectamente. Pero ya sabemos aquello muy español de “crítica y repite mil veces tú crítica, que, aunque no sea verdad, algo de poso queda…”

En España nos hemos dotado de unas leyes que tienden a proteger el Estado de Derecho y, la propia Constitución también cuenta con los mecanismos para protegerse y protegernos a los ciudadanos. Por otro lado, claramente otorga, en exclusiva a todos nosotros, el derecho a decidir sobre la soberanía nacional y la integridad territorial. Gracias a Dios, que, de momento, no hemos caído –como algunos iluminados pretenden- en cambiar la Constitución -como un sastre ensancha un traje para que podamos caber con holgura- salvo en temas muy puntuales de tipo económico o de adaptación a nuestra entrada en la UE. Pero, las leyes y sobre todo el Código Penal han sido manoseadas y cambiadas a petición del usuario; por capricho de monstruosas e interesadas mayorías o como una concesión más a las que me refería anteriormente. Debido a ello, se han hecho más pobres, constreñidas y mucho más débiles ante situaciones como las que nos enfrentamos.

Hay dos temas que me tienen alarmado en los últimos tiempos; el primero y más importante es el miedo o rechazo, según los casos, a la aplicación del Artículo 155 de la Constitución; un artículo -que como todos sabemos fue copiado de la Constitución alemana- y que al igual que otros similares que figuran en las constituciones de los países más avanzados de nuestro entorno, se dedica íntegramente a salvaguardar el cumplimiento de la Ley Suprema y la integridad del Estado frente a aquellos que pretendan romperlo o actuar por su cuenta.

El segundo hecho que me aporta muchas y graves pesadillas es la manida, impostada, cobarde y traidora propuesta de reforma de la Constitución para “adaptarla” –sin tapujos- a las exigencias de los que la pretenden, o de hecho ya lo han hecho, despreciar los preceptos que se derivan del orden constitucional y hasta la validez y alcance de la misma Constitución. 

Llegado a este punto, me asaltan serias dudas sobre los verdaderos propósitos de aquellos que enarbolan esta bandera y la ondean a todos los vientos como la panacea y la única solución para acabar con este adrede enquistado y aumentado problema tras un largo o corto periodo de tiempo al que denominan “diálogo y acuerdo consensuado”. Comienzo a tener serias sospechas de lo que verdaderamente pretenden estos grupos o individuos de forma personal. Es muy posible, que disfrazados de corderos quieran convencernos de que es el único camino para saciar ansiedades, calmar los ánimos, volver a la relación conjunta y no hay otra opción. Trampa saducea que, llevada a la repetición hasta la extenuación, empieza a tomar forma y va calando en la mayoría de los grupos políticos y de opinión, incluso en muchos de los tertulianos que diariamente se afanan en convencer al pueblo que les escucha -como medio exclusivo de formar su opinión- de que esta es no sólo la única, sino la mejor solución.

Pues no señores, esta no lo es y lo creo firmemente por dos motivos fundamentales; el primero es que nuestra Constitución, que fue votada y aprobada mayoritaria y democráticamente por todos los españoles está para cumplirla y, el que no la cumpla, deberá atenerse a sus consecuencias; o ¿Es que, con un delincuente habitual, es mejor dialogar con él antes que aplicarle la Ley una vez haya delinquido? Y, en segundo lugar y quizá más preocupante, es que muy pocos, parecen haber entendido –por muy fuerte y claro que los independentistas lo proclamen reiteradamente- que sus verdaderos propósitos y objetivos no son el encaje en nada, es simple y llanamente, lograr su independencia. Llevamos años de cesiones, concesiones, millonarias inversiones y ¿Qué hemos conseguido? Sólo llegar hasta aquí; aumentar las diferencias con los demás y al mismo tiempo, agrandar sus exigencias al grado sumo, crear un malestar muy generalizado y un victimismo impropio de la realidad y la verdadera historia; no de la inventada por ellos mismo o por unos cuantos estómagos bien pagados a su servicio cual fieles e incondicionales lacayos.

En medio de todo este maremágnum, llegamos a puntos y momentos críticos en el que han participado –queriendo o sin querer- actores que no debían entrar en este reparto estelar porque sus precipitadas o interesadas actuaciones marcan claramente las diferencias y agrandan los resquebrajamientos entre las ideas y pactos de aquellos que deberían mantenerse firmes ante las graves amenazas. Me refiero claro está, al vivido ayer en el Parlamento, templo y hogar de nuestra soberanía nacional. El motivo de la vergüenza a la que me refiero, como todos sabemos, es una maquiavélica, calculada, cobarde y nefasta reacción del PSOE ante una precipitada, provocativa, bisoña y cuanto menos bastante interesada iniciativa de Cs en busca del apoyo de los partidos políticos llamados constitucionalistas al Gobierno –que no al PP-, a las leyes, los tribunales y las fuerzas del orden en sus actuaciones para frenar y juzgar a los que impulsan, amparan, alientan la insurrección y pretenden quedar fuera de la Ley con su independentismo. Su aparente interés era afianzar los acuerdos; pero, como se suele decir, se les veía el rabo.

El PSOE, un partido que ha llevado con luces y sombras las riendas del gobierno de España durante más tiempo que nadie, lleva años de zozobra y cierta confusión en lo referente a lo que debe ser su idea y orientación de futuro para España, sus tierras y gentes. Tras una sufrida y sangrante puesta en escena el pasado octubre para desprenderse de su entonces secretario general, Pedro Sánchez, los giros que da la vida, las campañas bien y mal realizadas -según los casos-, la falta de valor para definir claramente las cosas, determinado tipo de personales titubeos y la posverdad llevada a su máximo grado consiguieron restaurarle en su poltrona, y esta vez, ha sido re investido, a su entender, con una mayor autoridad por los apoyos logrados. Sánchez, siguiendo la línea de su antecesor Zapatero, el del concepto discutido y discutible de Nación, impone a sus correligionarios mágicas ideas como federalismos o nación de naciones culturales entre otras perlas, se inventa naciones por doquier para contentar a todos según donde se encuentre, busca romper la Constitución abriéndola como un melón so pretexto de adaptarla a la “nueva situación política”, se alía con tiros o troyanos de forma sucesiva y sin mover un pelo y nos tiene muy acostumbrados a verle cambiar los acuerdos a su antojo, en el último minuto, en función de lo que él y solo él estime que le conviene.

En este marco de actividad, ayer asistimos a un bochornoso espectáculo del PSOE que dio alas a los separatistas e independentistas –consiguieron sus aplausos-, se alineó con su mayor enemigo del que aún no se ha enterado que trata de fagocitarlo como hizo con IU –Podemos- y resquebrajó la tibia, frágil y titubeante unidad de los constitucionalistas votando no a la mencionada proposición no de Ley de Cs. Un grave error que estimo lo pagará muy caro porque, las forzadas y retorcidas declaraciones de la portavoz del partido, Margarita Robles hoy en su segunda intervención durante una pregunta al gobierno sobre los medios que precisa la justicia española para el desarrollo de sus funciones, su imagen, impacto y daño producidos ayer quedan ya para la historia reflejados en las portadas y muchas editoriales de los periódicos y noticiarios nacionales y algunos extranjeros de mayor difusión.

Me imagino que es lo que estarán pensando de este tema todos aquellos alcaldes y concejales socialistas que en Cataluña se están jugando su prestigio, amistades propias y de sus familias por defender una causa de la que sus diputados abjuran oficialmente, aunque luego la traten de pintar de rosa su decisión con excusas de niños de primaria.

Igualmente, y no menos importante, me pregunto si el Sr. Ábalos, a la sazón secretario de Organización del PSOE, le estará dando vueltas a sus propias palabras dirigidas a Podemos en Cataluña y sobre este tema el pasado día 16 "no se puede quedar bien con todo el mundo". Pues, "en definitiva, hay cosas muy serias que están en juego para estar intentando congraciarse con algunos elementos"[2].  

Otro punto de tibieza para los socialistas es su NO de entrada a la aplicación del referido Artículo 155, para luego cambiar a ya veremos, matizarlo horas más tarde y por último lavarse las manos y dejar claro, ayer mismo, que su aplicación será solo responsabilidad del gobierno. Todo un claro posicionamiento de equidistancia, sin mojarse y guardar fuerzas para arremeter contra el gobierno, si es que este, se ve forzado a aplicarlo. No se puede ser más tibio, zafio y de poca responsabilidad nacional en un momento en el que nos enfrentamos a lo que nos enfrentamos.

En lo que se refiere a Cs llevo refiriéndome meses y años a este partido y al oportunismo mal entendido de sus dirigentes nacionales, regionales y locales. Un partido de aluvión encabezado por segundas o terceras filas del PSOE y el PP –que se unieron a él a la vista de su poco futuro en los partidos a los que pertenecieron en sus orígenes políticos-, comandados por un hombre al que sus propios seguidores apodaban “el Niño” que tanto físicamente como mentalmente parece haber evolucionado poco desde que lo conocimos en aquellos carteles electorales posando desnudo, aunque sin enseñar sus vergüenzas.

Cs busca siempre el oportunismo, llamar la atención, despreciar a los demás, persigue y mantiene la presión por presionar –según sea el partido apoyado, ya que ellos no forman parte de ningún gobierno pero si apoyan a varios de distintos colores-; trata de ganar el agradecimiento y el voto fácil por sus pírricos e irreflexivos éxitos en contra del criterio reposado del apoyado y sobre todo no se implica al no mojarse en temas de trascendencia –por mucho que les he seguido últimamente, todavía no he escuchado por su parte un apoyo explícito, claro e incondicional a la aplicación del tantas veces nombrado Artículo 155-.

Son el partido mayoritario en la oposición en el Parlament y por ello, se creen en el derecho de recibir, incondicionalmente y con entusiasmo, los apoyos del resto de la oposición a sus precipitadas, poco valoradas y no consensuadas ideas mágicas para solventar el problema en Cataluña. Lo peor es que de sus bocas salen sapos y culebras si no se les hace caso en sus delirios de grandeza e inventados éxitos, aunque sepan, que en la mayoría de los casos, como la idílica moción de censura a Puigdemont, por mucho que sumaran al PPC y al PSC, no alcanzarían los votos necesarios para lograrla. Es patético ver a la Sra. Arrimadas defender una vez tras otra y en todos los escenarios posibles, que ella tiene el “conocimiento y la esperanza” de que muchos de los que votaron las nefastas leyes –hoy anuladas definitivamente por el TC [3]- el 6 y el 7 en Barcelona, no están contentos con su voto y que lo podrían cambiar para apoyarla; en que cabeza cabe tras los pasos dados por tales patéticos e irreflexivos diputados.

La señora todavía no sabe, que una moción de censura, se presenta para ganarla, salvo que la haga una persona poco reflexiva como el Sr Iglesias que se tiró a una piscina sin agua hace unas semanas.Que para llegar a ella, hay que tener de antemano el compromiso, a ser posible firmado, de los que te van a sustentar; que hay que presentar un programa que avale tu propuesta y que este,  precisa de muchos visos de realidad. No es una cosa de un momento, un invento gracioso, que se convierte en tu santo y seña o mascarón de proa y que todos los demás deben acatar sin rechistar. Perder dicha moción supondría darle muchas más alas al independentismo, aunque, para ser sincero, después del apoyo gratuito del PSOE ayer, no sé a qué nivel de gravedad quedaría este.

De Podemos y el resto de partidos políticos representados en la Cámara proclives o defensores acérrimos de la independencia -aunque algunos la escondan bajo un “inventado derecho a decidir de una parte”, todos ellos saben que solo y únicamente la totalidad del pueblo español tiene dicho derecho- no quiero decir nada nuevo. Se bastan por si solos para llenar los retretes cercanos hemiciclo de las náuseas y vómitos que producen sus zafias, rastreras, mal intencionadas  e ineducadas declaraciones que, amparándose en una mala interpretación de la llamada “inmunidad parlamentaria” escupen por sus bocas o manifiestan con sus gestos, acciones bochornosas  y desprecios a la Cámara.

Una Cámara, a la que no deberían pertenecer nunca por renegar de ella, de la propia Constitución española y porque suponen un borrón indeleble para la buena marcha de la democracia parlamentaria. Entre ellos, hay muchos más rufianes de los que, como anillo al dedo, uno de los diputados lo tiene como primer apellido.

Hoy ERC y el PDeCAT han abandonado el hemiciclo en señal de protesta y en apoyo de sus “compañeros” detenidos en Cataluña por presuntos actos ilegales y hasta han amenazado con no volver a pisarlo en bastante tiempo. Que buena y agradable noticia para el resto de los diputados, que podrán gozar de algo más de sosiego -no mucho porque se quedan los de Unidos Podemos y sus aláteres-durante dicha ausencia y para todos los españoles que nos libraremos de sus exabruptos y actos bochornosos.

Por su parte, los antisistema de Podemos y aledaños han protagonizado una protesta a las puertas de la Cámara por lo que según ellos aprecian como la existencia de “presos políticos” en Cataluña por su "legitimo" afán de continuar con la independencia. Tengo la sensación de que el señor Iglesias, ha tenido un lapsus o esta noche ha debido soñar con que estaba en su querida Venezuela donde él y sus más cercanos acólitos, como todos sabemos, impartieron muchas y grandes enseñanzas al régimen chavista y a sus sucesores en este tema y en otros relacionados con las libertades.

Echo de menos la aplicación de las leyes existentes que, como ya se aplicaron en su día, ponen fuera de juego e incluso apartan de la legalidad a los partidos que atentan contra la democracia y no comparten  o aplican las reglas del juego que nos hemos fijado todos. Los buenísmos políticos y jurídicos y la falta de rigor en la estricta aplicación del Reglamento de la Cámara, salvo a toro pasado, empiezan a cansar a muchos españoles, quienes semana tras semana deben soportar y ver como se mancilla un Parlamento donde se supone que de verdad se trabaje por el bien de España, la mejora de vida de los españoles y no se use solo para insultar, escenificar sandeces o impulsar leyes que atentan contra nuestros principios morales y constitucionales. Pero eso será tema para otro momento.

Escuché el otro día las declaraciones de una ya avezada y afamada periodista como tertuliana en un programa radiofónico de máxima popularidad en toda España. Dijo que todo apunta a que, tras años de intentarlo y con mucho empeño de todos los partidos políticos y muchos medios de comunicación, “la culpa de todo, la tiene solo el PP y por tanto todos deben estar contra él”. Tras darle vueltas a su categórica afirmación, debo decir, que es verdad; que muchos se han empeñado en convencernos de que eso es totalmente cierto. Pero, a renglón seguido yo añadiría, que en ese grado de soledad en el que se encuentra y de culpabilidad que se le atañe, ellos han contribuido bastante a que se fragüe dicha afirmación y situación.

La tibieza manifestada por el gobierno ante el primer intento de separatismo real el 9N de 2014, en lugar de aplicar con todo rigor las herramientas legales a su disposición para impedirlo –como parece que ocurre ahora- y la falta de explicación de sus actuaciones posteriores otorgando un exceso de concesiones aún a sabiendas que no aplacarían las insaciables pretensiones separatistas han contribuido mucho a ello. Nadie, o muy pocos lo entienden o justifican; hay que darle muchas vueltas para comprenderlo mínimamente. Sobre todo, si el resto de partidos y la opinión publicada, a pesar de todo aquello, les acusan de auténtica pasividad.

Espero y deseo, que una vez definidas las políticas y estrategias de todos y cada uno de los jugadores en este tablero, y en aplicación de lo que le corresponde hacer al gobierno, en esta ocasión no le tiemble el pulso en nada. Saben que en esto están realmente solos por mucho que se escenifiquen reuniones de los tres líderes políticos –siempre por separado, casi a hurtadillas, sin fotos de conjunto y sin declaraciones públicas tras ellas, como hoy mismo- y que cuando un barco comienza a hundirse, los primeros en saltar por la borda son las ratas y en este caso, los cálculos del coste político frente a sus "seguidores" pesan mucho.

No deben esperar nada de nadie; solo la aplicación estricta de la Ley puede salvar esta tormenta en medio de un gran temporal y que dicha aplicación debe hacerse como y cuando corresponda, sin frenarse por aquello del que dirán o por temor a poner más gasolina en un fuego, que ya de por sí se alimenta solo. Haga lo que haga el gobierno será criticado por unos y por otros, pero lo será principalmente por los cobardes o poco formados, al menos en una gran medida.

Creo que los que esperan que el Estado de Derecho y sus tres poderes actúen como se espera que lo hagan les premiarán por ello, aunque puede que no aparezcan muchos laureles a la vista y algún pelo se quede en la gatera. Es su deber y lo tienen que hacer. Las responsabilidades y la soledad del mando, lo sé por propia experiencia, son ineludibles y jamás nadie debe escudarse en excusas o medias interpretaciones en lugar de emplear todas las herramientas a su alcance para solventar una situación grave y evitar, como empieza a aparecer, que este mal ejemplo e iniciativas cundan y florezcan en otras partes y regiones de España como Baleares, Valencia y el País Vasco[4].

Situación, que es extrema y de mucha gravedad, todos lo sabemos y por ello, los independentistas tratan de cuidarse muy mucho y de momento en no crear alzamientos ni actos violentos que les puedan perjudicar en la definición y gradación de sus delitos [5]; pero ello no quita, que lo que sea estrictamente legal para atajar la situación actual, se aplique en toda su extensión, realidad y sin complejos.

Caer en los cánticos de sirena, retorcidas propuestas y palabras envueltas de posverdad política y muy interesadas una vez superado el trago, puede ser tanto o más nefasto, que de nuevo volver la vista para otro lado y dejar que realicen cualquier tipo de pantomima o simulacro por aquello de dejar que se realicen y justifiquen ante sus huestes los que han puesto sobre la mesa una apuesta de máximos; o todo o nada.

Existen medios y fórmulas para cambiar las leyes incuso la propia Constitución, aplíquense si fuera preciso para llevarlo a cabo pero siempre con cabeza, sosiego y con apoyo en la verdadera y real historia y apabullante necesidad para ello. Una ver abierto el melón, de abrirse, ya veremos si todos los ciudadanos aceptamos o no la nueva propuesta.

Todos sabemos que en democracia unos pocos, no pueden imponer al resto lo que aquellos pretenden aunque se envuelvan en banderas de falsa libertad o democracia y sobre todo por la fuerza y mucho menos, cuando sus más importantes apoyos provienen de excéntricos personajes que se creen en posesión de la verdad contra todo criterio legal –incluso de sus propios servicios legales- o de partidos antisistema que lo único que persiguen es pescar en ríos revueltos y sembrar el caos entre los que solo queremos vivir en paz y en armonía durante muchos, muchos años.

Una Constitución, que costó mucho esfuerzo y consenso en redactar y aprobar, no se debe ni puede cambiar a los pocos años. Es el documento madre y sostén de toda una importante legislación y sus factibles cambios a introducir deben ceñirse  a modo de enmiendas y cambios o adaptaciones de menor calado que no rompan con los pilares fundamentales del documento.   

Nadie en todo occidente entiende que es lo que está pasando en España, se cuenta con su apoyo y comprensión; pero la paciencia de todos, principalmente la del inversor, tiene un límite y estamos a un paso de perder nuestra credibilidad. No hemos y seguimos pasando tanta penuria durante la puesta en marcha y consolidación de nuestra democracia y tras una larga crisis, para arruinarlo todo y retroceder a grandes saltos a un pasado, que ya debería estar olvidado y jamás anhelado.

Como corolario a este trabajo quiero añadir, que en estos días vuelve a tomar completa autoridad y vigor la frase atribuida a Bismark sobre España y los españoles: “España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirla y nunca lo han conseguido” [6] 

[1] https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/home

[2] http://www.lavanguardia.com/politica/20170916/431331948160/abalos-no-hay-democracia-fuera-del-pacto-de-convivencia-que-nos-hemos-dado.html

[3]http://www.abc.es/espana/abci-constitucional-anula-tramitacion-leyes-ruptura-parlament-201709201409_noticia.html

[4] https://gaceta.es/espana/etarra-otegi-pide-los-vascos-tomar-las-calles-presionar-las-instituciones-20170920-1403/

[5] http://www.elmundo.es/espana/2017/09/08/59b180b1e5fdeafa628b4582.html

[6] http://blogs.lainformacion.com/zoomboomcrash/2016/03/07/la-frase-de-bismarck-sobre-espana-se-convierte-en-viral-por-su-cruda-verdad/

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