Árabes contra el EI

Por Javier Fernández Arribas
Foto: El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el rey de Marruecos, Mohamed VI.
 
La amenaza que constituye el Estado Islámico no se centra únicamente contra Occidente, aunque los últimos casos de decapitación pública y deleznable hayan tenido como trágicos protagonistas a dos periodistas norteamericanos freelance y a un cooperante británico. El mayor riesgo de este tipo de grupos de criminales y narcotraficantes es para los propios países de la región, árabes y no árabes, musulmanes, cristianos o judíos.  Da igual la identidad, las creencias religiosas, la etnia o las simpatías de las personas que habitan en los territorios que ambiciona este grupo terrorista, quieren imponer su interés totalitario para hacerse con las riquezas de la región, petróleo y gas, principalmente, y convertirse en un estado del terror bajo el paraguas de un califato que usurpa las mejores etapas del Islam. 
 
Por cierto, he leído en las redes sociales las quejas justificadas de un musulmán que exige a los medios de comunicación que dejen de llamar Estado (ni tienen un estado, ni leyes, ni nada parecido, sólo violencia y barbarie) Islámico (no tienen nada que ver con el Islam pacífico, ni siquiera con la yihad que representa el esfuerzo personal de cada uno, palabra que ha sido secuestrada para el interés mediático de los terroristas).  Mucha razón tiene esta persona que llama a los terroristas por su nombre, sin apellidos que pretenden disimular sus verdaderas intenciones y arrogarse una representatividad y legitimidad que ni siquiera tendrán en el infierno. 
 
Por eso, es muy importante que los propios árabes hayan aceptado participar en una coalición internacional contra estos terroristas que representan una grave amenaza para todos. Estados Unidos dio el primer paso en la cumbre de la OTAN y ahora Francia cobra protagonismo. Sin duda, hay que tener en cuenta que los políticos actúan no sólo por altruismo o por principios y valores de respeto a la dignidad humana de cualquier persona, hay muchos intereses energéticos, económicos y comerciales en juego. En cualquier caso, esta situación requiere que todos demos un paso hacia delante porque no cabe la duda o la vacilación. La amenaza está demasiado cerca, para los más egoístas, y es muy grande, para los más incrédulos, como para que nos pongamos de lado. España debe aportar, como siempre, y estar muy al tanto porque Libia y el Sahel son zonas donde habrá que actuar. Cada uno debe jugar su papel.   
 
 

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