Ad Kalendas graecas

Javier Fernández Arribas
 
Suele ocurrir que cuando llegas a un puesto de poder con la idea de cambiar muchas cosas, la realidad te limita y lo que no hagas en los primeros días, después resulta imposible porque la dinámica de la organización acaba por engullirte. Algunos expertos de la Unión Europea opinan que esto es lo que ocurrirá con el gobierno griego de Alexis Tsipras: mucho ruido y las nueces contadas, como las habas. Y utilizo alimentos nutritivos porque estamos hablando de las cosas de comer, y todos sabemos que con eso no se juega. Yo no tengo tan claro que estos expertos comunitarios sean más inteligentes o, mejor traído, más listos que los que opinan que los problemas con Grecia,  y su apoyo a Rusia como obstáculo añadido,  no han hecho nada más que empezar;  y que la actitud de la burocracia de Bruselas, escudo protector de los verdaderos intereses que gobiernan la Unión, que son los de Alemania, primero, y Francia, después, tendrá que cambiar sustancialmente. Los grandes beneficios de la Unión Europea no son percibidos por una parte relevante de la población y manifiesta su intención de unir su voto a los que amenazan con destruir todo lo que se ha construido en el proceso de unidad del viejo continente. Volver a contactar con los intereses de la mayoría de los ciudadanos pasa por un cambio notable de las políticas de empleo, de reparto de las cargas y sacrificios y de participación de los ciudadanos en la toma de decisiones. Yo añadiría que, incluso, en las que suponen un recorte o un mayor esfuerzo presupuestario, fiscal o de estado de bienestar. Lo que ocurre es que este tipo de comportamiento político, más cercano y comprometido con el día a día de los europeos de todos los sectores económicos, sociales, étnicos y religiosos requiere de una actitud clara y contundente contra el clientelismo político, la ineficacia incapaz de afrontar con determinación y medidas la crisis y el desempleo y cortar de raíz la despreciable corrupción que salpica a todos los países europeos en distintos niveles. El nuevo gobierno griego tiene que cumplir los acuerdos y pagar la deuda, sino todos dejaríamos de hacerlo creando un caos total, pero los dirigentes europeos deben reaccionar ante el clamoroso toque de atención de una buena parte de la ciudadanía que demuestra su hastío con su voto para que todo reviente a ver si cambia algo de verdad.
  

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