Adiós a las armas
Roberto Mateos
En España el acceso a las armas de fuego tiene un nivel de restricción muy alto. Un ciudadano para poseer un arma de fuego debe justificar su uso y cumplir ciertos requisitos, por ejemplo un cazador o un tirador de tiro olímpico que quiera obtener su licencia de armas, debe carecer de antecedentes penales, realizar un examen psicotécnico para demostrar su aptitud, aprobar un examen teórico y práctico, supervisado por la Guardia Civil, y demostrar que el arma va a ser utilizada para el fin que se solicita. Una vez pasados estos requisitos se debe de cumplir la normativa al respecto (muy restrictiva) sobre dónde, cuándo y cómo se deben portar y utilizar estas armas.
Estados Unidos es la antítesis de la situación española, el derecho a la posesión de armas de fuego está condicionalmente garantizado por la Constitución de los Estados Unidos con lo cual, como norma general, cualquier ciudadano mayor de 18 años básicamente puede salir de su casa acudir a una armería y comprar una pistola, un revolver o un fusil de asalto semiautomático , sin ningún tipo de licencia, en la mayoría de las jurisdicciones.
Episodios como el de San Bernardino, con 14 muertos y 17 heridos, u Orlando, con 50 muertos y 53 heridos, indican la necesidad de un cambio en la legislación americana referente al porte, tenencia y uso de armas por parte de los ciudadanos.
El asesino de Orlando, Omar Mateen, un neoyorquino de padres afganos, posiblemente vinculado con grupos yihadistas, trabaja como agente de seguridad en una prestigiosa multinacional proveedora de seguridad privada, ha sido investigado por el FBI durante los años 2013 y 2014 por posibles vinculaciones terroristas y tiene antecedentes de violencia de género.
En nuestra legislación un individuo con este perfil tendría vetado el acceso a las armas, se le habrían retirado las que tuviese en propiedad y no podría realizar nuevas adquisiciones ni trabajar armado y lo más importante de todo, no existiría la duda, esa duda, que compartirán 50 familias el resto de sus vidas, que les comerá por dentro, que les hará pensar que si la legislación hubiese sido diferente quizás sus seres queridos seguirían con vida.