Opinión

Colombia: elecciones que abren una etapa distinta de la historia

Antonio Sánchez-Gijón/CapitalMadrid.com

Pie de foto: El desarme de las FARC, el es­cep­ti­cismo sobre el libre co­mercio y la crisis ve­ne­zo­lana, en­cua­dran el di­fícil el mo­mento

Gane quien gane la elec­ción pre­si­den­cial en la se­gunda vuelta el 17 de ju­nio, tendrá ante sí un cuadro po­lí­ti­co-­so­cial e in­ter­na­cional com­ple­ta­mente di­fe­rente del de los dos úl­timos pre­si­den­tes. Estos son los fac­tores que exigen un re­ajuste de las prin­ci­pales agendas po­lí­ticas de Colombia.

El primero de ellos es si el proceso de paz y el desarme de la guerrilla de las FARC dará paso a que muchos de sus militantes y seguidores se incorporen a los procesos de participación política, a que cese la recaída en la criminalidad común de muchos de sus antiguos militantes, y a que pueda ser reducida por las fuerzas de la ley la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, el ELN. Ligada a esta cuestión se halla la necesidad de revisar el sistema electoral, como recomienda la comisión de reconciliación nacional.

Problema particular es que las zonas despejadas por las FARC y que han caído bajo el control de grupos criminales, especialmente ligados al narcotráfico, puedan ser recuperadas por las fuerzas del orden y desarrolladas social y económicamente.

En el orden económico, Colombia vivirá probablemente vigorosos intentos de reconducir o moderar el intenso programa de liberalización comercial llevado a cabo en los últimos años, y que no ha rendido los resultados buscados. Los déficits por cuenta corriente y comercial han crecido al mismo ritmo que Colombia entraba en un intenso programa de liberalización. Una parte importante de ello se debe a que los desarrollos internos que deberían haber acompañado esa apertura no han sido suficientes, especialmente en materias de infraestructuras, educación y lucha contra la corrupción.

Por ejemplo, el acuerdo comercial con los Estados Unidos, de seis años de antigüedad, ha visto cómo las exportaciones a ese país pasaron, de $22.000 millones, a $10.900 millones en 2017, mientras en el mismo periodo las importaciones colombianas procedentes del país del norte cayeron sólo en $2.000 millones (de $14.000 a $12.000).

El candidato más representativo de los sectores de negocios e industria, Ivan Duque, aboga por una reducción del ritmo de liberalización, y el candidato de centro-derecha, Germán Vargas, apoya esa política. Actualmente se están negociando acuerdos con Japón, Nueva Zelanda, Australia, Singapur, Turquía, etc. así como con otros países latinoamericanos. Es previsible un freno a esos acuerdos, sobre todo si gana el candidato de izquierdas, Gustavo Petro, exalcalde de Bogotá y uno de los favoritos para la previsible segunda vuelta de la elección, el próximo 17 de junio.

Hay factores geopolíticos que condicionan y limitan la capacidad colombiana de alcanzar un crecimiento vigoroso. Por ejemplo, la orografía del país, ya que los Andes crean obstáculos a la unidad del mercado. El gran proyecto de hacer navegable el rio Magdalena pretende ser polo dinamizador y vertebrador entre el norte y el sur, pero los vastos recursos económicos necesarios para desarrollarlo requieren seguridad financiera y jurídica, y contra esto último se elevan los numerosos casos de corrupción.

El segundo factor geopolítico que condiciona seriamente el momento colombiano es la situación de Venezuela (2.000 km de frontera común). No es sólo que el desastre económico de ese país resta casi íntegramente la capacidad de un socio comercial que en su día fue de primer orden, sino que la huida de venezolanos sin nada en sus bolsillos, y que pasan a Colombia en busca de los recursos más elementales para sus vidas, arrojan sobre Colombia una carga social y económica adicional.

Otro capítulo que requiere tratamiento urgente es la defensa del medio ambiente, castigado por las explotaciones mineras tanto regulares como irregulares, la deforestación y el cultivo de la coca. El programa medioambiental de Sergio Fajardo, junto con otras causas populares, le han reservado uno de los puestos de cabecera en las encuestas.

Son 36 millones los colombianos llamados a las urnas. Si sube sustancialmente el número de votantes sobre la participación del último proceso electoral, de marzo pasado, y que fue 18 millones, se habrá probado que los colombianos se encuentran, efectivamente, dispuestos a afrontar los desafíos de una etapa singular y distintiva de la vida política y social de su país.