Opinión

Cooperación española

Por Javier Fernández Arribas
 
España ha recuperado una parte importante de su cooperación internacional que pasa por el viaje del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy a Guatemala. Es crucial que el Gobierno español siga recuperando el peso perdido en América Latina durante la etapa del ahora viajero Rodríguez Zapatero que en su momento estuvo tres años sin cruzar el charco. No sólo las grandes multinacionales españolas tienen intereses en varios países latinoamericanos. Incluso sus balances dependen más de los resultados fuera de nuestras fronteras que por lo que producen en España. Son medianas y pequeñas empresas y emprendedores los que se han lazando en estos últimos años a la aventura de hacer negocios fuera de España debido al parón casi total de la economía y como única solución de supervivencia. Hasta el punto de que ha sido el sector exportador el que ha estado manteniendo a la economía nacional con unos índices suficientes para poder evitar el rescate europeo y para haber encauzado la senda de la recuperación económica y de la creación de empleo. Muchas veces, la cooperación internacional es de las primeras víctimas de los recortes en tiempo de crisis. Es difícilmente sostenible para un gobernante el reproche nacional de qué hacemos ayudando a los de fuera cuando en nuestra propia casa hay multitud de necesidades. Es una visión real pero muy corta de miras porque la cooperación internacional además de ser un elemento esencial de solidaridad con aquellos países y poblaciones menos desarrolladas es una pieza clave de política exterior y de abono para unas relaciones que a corto, medio y largo plazo van a ser positivas para los dos lados. No hay que tener pudor en analizar con los números en la cabeza las acciones que parten del buen corazón y de la conciencia. La presencia de Mariano Rajoy en Guatemala, la del rey Felipe VI en Etiopía hace un par de meses, la del ministro de Asuntos Exteriores por África y, por supuesto, el trabajo de los militares españoles en misiones internacionales contribuyen a extender unas relaciones políticas y sociales que tienen que significar un rendimiento económico y comercial para nuestros empresarios que deben arriesgar lo que sea menester con las mayores garantías posibles. Algo que se consigue con respaldo político e influencia militar. Así funciona el mundo globalizado donde es imprescindible ayudar a los más necesitados y participar de su progreso y desarrollo.