Decisión para resolver

F. Javier Blasco

Cuando en septiembre de 1971, con dieciocho años, me incorporé como Caballero Cadete de primer curso a la Academia General Militar (AGM) en Zaragoza, tras haber superado una dura y muy restringida oposición de ingreso -que me llevó dos años prepararla-, lo primero que me encontré entre los libros de texto que se me entregaron fue lo que se conoce como el Decálogo del Cadete [1] un pequeño librito que, -sin importar quién y cuándo se redactó- supone los diez pilares en los que debe basarse la actitud, modo de vida y razón de ser del que ha elegido dedicar su vida y esfuerzo al liderazgo y a la conducción de hombres. Estos pilares, están redactados de forma sencilla, clara y escueta para que no den lugar a dudas o todo tipo de interpretaciones.

Su importancia, valor y mensaje son tales, que aparte de algunos pocos artículos más enfocados al comportamiento y conducta del militar, en su inmensa mayor parte, puede y debe servir de guía para todo líder que aspire o se precie de ello. Tanto es así, que por su contenido y porque aún sigue en vigor -aunque, con algún pequeño retoque-, lo expongo y aplico en las charlas y conferencias de Liderazgo que imparto en diversas ocasiones.

El Decálogo se debe conocer de memoria por todos los cadetes a fin de que nunca se te olvide y para saber cómo actuar en las situaciones de cierta relevancia en la que te puedas encontrar a lo largo y ancho de toda tu vida profesional. Incluso, forma parte de la decoración de la entonces parte principal de la AGM y lo puedes ir viendo durante tus años en ella a modo de machacón mensaje subliminal.  

Pues bien, si Vd. ha tenido la curiosidad de abrir el link que aparece en el primer párrafo de este artículo, deberá fijarse especialmente en su precepto IX que dice textualmente “Tener amor a la responsabilidad y decisión para resolver”. Cualidades ambas de todo líder que, por razones de formación, deseo o trabajo se encuentre en la tesitura de ejercerlo durante la mayoría, si no todos los actos de su vida laboral o profesional.

De todos es aceptado el hecho de que el LIDERZAGO no se ejerce de forma compartida, es una labor personal que es fruto de la exhaustiva preparación, formación y determinadas cualidades innatas del guía. Si bien cuenta con su Equipo que le estudia, analiza y asesora en preceptos o circunstancias puntuales, debe ser el Líder el que tome las determinaciones y jamás rehúse a ellas o a sus responsabilidades previa o posteriormente.

Haciendo un símil fácilmente entendible, es como el torero, que a pesar de contar con su experimentada cuadrilla y mozos/consejeros de estoques es el que, tras estudiar los primeros comportamientos del toro, coge su capote y espada y salta solo al ruedo para poner en práctica su faena, más o menos acertada. El éxito o el fracaso final es solo suyo y de nada le vale que los consejos previos o durante la faena, le fueran acertados o no; aquellos nadie los juzga porque no deben conocerse y, en cualquier caso, está en sus manos y solo en ellas, el hacerlos suyos o desecharlos sin miramientos.

A pesar de que no soy nadie para dar lecciones a tan alto nivel, pido disculpas por ello y afirmo que he empelado este extenso prólogo para expresar mi punto de vista sobre la situación de y en España, que mucho me temo, necesita de un gran liderazgo si no queremos convertir Cataluña en la primera carta de un gran castillo de naipes, que de forma voluntaria y malintencionada cae sobre las demás arrastrando a todas ellas a perder su postura y firmeza. Castillo, que no termina en nuestras fronteras, porque tal y como venimos apreciando tras los últimos procesos electorales en Europa, se corre el peligro de que hasta esa desvencijada mesa donde se apoyaba el castillo, llamada Europa, se rompa por el peso de las muchas cartas en su brutal y coordinada caída.

No quiero entrar en detalles de lo que ha pasado recientemente en España; llevo muchos días hablando y escribiendo sobre ello y en especial, he pasado las últimas horas alarmándome y entristeciéndome  por lo que veo, escucho y leo en los medios de comunicación o en espurias y manipuladas tertulias y en la vileza y gran cobardía de los mensajes de la inmensa mayoría de los dirigentes políticos de toda España, que en su cortoplacismo y egocentrismo personal y electoral, solo buscan en estos momentos ayudar para que el árbol caiga, en lugar de apuntalarlo, y en hacer leña del mismo, a la mayor rapidez posible.

Los falaces mensajes llenos de posverdades y falsedades, los farisaícos apoyos al gobierno con una mano y con un mazo o el hacha en la otra, están a la orden del día. Los cambios de opinión y el mantra de que pase lo que pase y se haga lo que se haga para contrarrestarlo, siempre es culpa de un maniatado y nada dialogante gobierno a pesar de que lleva invertido muchos miles de millones en dicho insaciable y manirroto territorio.

En verdad, empiezo a pensar -como muchos, creo- que estamos faltos de un verdadero liderazgo; parece que al gobierno empieza a atormentarle su obligación de tomar con empeño sus responsabilidades y trata de descargarlas en lo que digan u opinen los otros partidos. Lo único cierto que he oído en boca de todos, es que las decisiones que se deben adoptar para resolver los problemas planteados le corresponde tomarlas al gobierno. Por lo tanto, no deben esperar a los otros partidos, porque ya se sabe que no les van a ayudar, simplemente adóptense las decisiones; puede y debe hacerlo. La historia y los votantes tomarán nota y evaluarán pronto si hemos tenido un líder de verdad y merece la pena seguirle.

Un Estado de Derecho y, en especial, un Gobierno, poseen muchas herramientas aún sin usar y a pesar de las innumerables traiciones, a la chita callando o no, de parte de TODOS los antecesores en su presidencia. En dichas culpas, no se escapa ninguno; cada uno ha aportado su grano de arena, con mayor o menor peso, por acción o inacción para que nuestra legislación esté tan capada ante vergonzosas situaciones como las que afrontamos y los movimientos en Cataluña hayan ido derivando a posiciones casi insalvables. No me sirven de nada y, menos ahora, los golpes de pecho de fariseos o los consejos de aquellos que ya no tienen ninguna responsabilidad y poco peso específico, pero cuando los tenían se cargaron la legislación restringiendo las calificaciones y condiciones a delitos importante incluidos en el Código Penal, que abolieron la Ley que penaba con cárcel la proclamación de un referéndum independentista o que autoproclamaron que "Montesquieu había muerto".

Todos sabemos que la bestia ha sido alimentada y engordada por todos los gobiernos desde 1978 que, en busca de cierta “estabilidad” –para ellos, sobre todo-, han ido cediendo y cediendo competencias que jamás debieron haberse cedido. O que han hecho la vista gorda o mirado para otro lado cuando bastantes o todas las comunidades autónomas incumplían lo acordado con el propio gobierno o preceptuado en las leyes aprobadas y acordadas o en la propia Constitución.

El Poder Judicial ha tenido muchas y graves responsabilidades en este proceso. No han aplicado las leyes en su grado máximo ante situaciones vergonzosas, dilatando procesos y obviando delitos más graves y además probados y cometidos para no aplicar penas ejemplares sobre los que iban desbrozando y allanando el camino para llegar al punto en que estamos. Con tiquismiquis sobre sus responsabilidades, decisiones tardías y amparándose en las supremacías de nivel jerárquico e incluso, anulando, cambiando o suavizando lo realizado por otros estamentos que ya habían tomado resoluciones para atajarlo. Hasta en una de las últimas decisiones, una jueza del TSJC cambió la orden dada por la fiscalía sobre el control de los “colegios electorales”, lo que nos ha llevado a la situación incontrolable en la que nos encontramos ayer por la mañana.

Conocemos las tibias sentencias anteriores sobre casos similares, el efecto causado sobre los responsables y su comparsa y ya veremos cuántas y en qué grado se adoptan ante esta situación que, es mucho más grave, por su clara y patética desobediencia y por otros delitos, que no se quiere ni siquiera nombrar, y que tienen todos los visos y pruebas de haberse perpetrado.

De sobra es conocido que, en España, la justicia es muy, muy lenta; pero en casos fragantes como este, no se puede tomar tanto tiempo. Espero que cuando el hecho esté consumado en su totalidad, sus responsables, incluidos los mandos policiales de los mossos, por mucho que hayan procurado engañado y cubrirse las espaldas, sean detenidos y llevados pronto ante la justicia. Estamos ante un auténtico golpe de Estado ya no tan incruento o no tumultuario como algunos quieren hacernos ver. La justicia, aunque vendada de ojos, sabe distinguir y debe actuar con su espada y la balanza.

Los medios de comunicación –todos ellos- harían bien en dejar de ser los voceros de los golpistas y los propagadores de las escenas, que indudablemente solo benefician a estos; hay otras y muy claras en sentido contrario, que muy raramente aparecen. Por otro lado, hay grupos mediáticos, de sobra conocidos por todos, que hicieron, hacen y harán pingues beneficios con este tema a costa de miles de expectantes e incrédulas personas que, en su afán de estar bien informados, caen en sus redes y falacias. Yo me niego a seguirles y creo que muchos deberían empezar a cambiar de canal, dial o periódico de los que son total y claramente partidarios de los revolucionarios de todo pelaje por lo que están absolutamente infectados y son totalmente parciales.

El papel, ideario y verdaderos propósitos de los partidos nacionalistas, separatistas y antisistema es de sobra conocido, no merecen muchas líneas y muy poca reflexión. Sabemos de dónde vienen y a donde van; pero les hemos dejado florecer y campar a sus anchas. Nos ofenden a todos con sus declaraciones y gestos, pero preferimos mirar para otro lado, llamarles imbéciles o descerebrados antes que promover y exigir iniciativas para que desaparezcan de una vez por todas del espectro legal y de las cámaras de representantes por ser contrarios y desobedientes a la propia Constitución y a la mayoría de las leyes y que solo las emplean para llevar a cabo maniobras de distracción y romper nuestras costumbres y tradiciones; fundamentalmente, en aspectos como la educación y el tratamiento del sexo[2].

La declaración de ilegalidad a determinados partidos políticos, al igual que en el resto de Europa, ya se ha hecho en España, y no pasó nada grave a pesar de los muchos y malos agoreros; pero ahora, parece que tenemos que aceptarlos como a los malos payasos en un circo de medias tintas a los que nos limitamos a abuchearlos por sus pésimas actuaciones.

La Constitución -no solo en su artículo 155, sino en otros incluidos en su primera decena-, la Ley de Seguridad Nacional y otras leyes más, proporcionan verdaderas herramientas para intervenir y corregir situaciones graves como las que afrontamos. Están ahí, nadie las ha cambiado y lo están para que se empleen cuando la situación lo aconseje. No son un tabú ni nada despreciable ¿A qué punto debemos esperar para ello?

Estoy convencido por conocimiento y experiencia que las decisiones no se toman al alimón ni de un plumazo. Son el resultado de un proceso en el que se deben dibujar todas las posibles Líneas de Acción tras el detallado análisis de los factores que intervienen en la propia decisión. Como militar que he sido durante muchos años y tras haber ocupado diversos puestos nacionales e internacionales en varias situaciones de crisis, estoy acostumbrado al estudio de dichos factores y la determinación de las diversas hipótesis de reacción por la parte contraria; a catalogarlas estas por orden de su mayor probabilidad y peligrosidad y, en función de unas y otras, decidir y preparar la propia maniobra. Pasos estos, que deben hacerse con la mayor antelación posible para evitar ser sorprendidos o que, ante dichas respuestas no estudiadas previamente, nos veamos obligados a realizar los correspondientes procesos de planeamiento sin el tiempo y en las buenas condiciones que estos precisan y requieren.

A estas horas del partido todo el pescado está vendido, ya nadie, ni propios ni ajenos, nos puede sorprender, esperar de la bondad, el arrepentimiento o los apoyos incondicionales de unos u otros. Porque, además de ser una estupidez, constituye la mayor dejación de responsabilidad que jamás he visto en mi vida. Basar la solución en “el dialogo sin más condicionantes” con alguien que no quiere dialogar y que ya ha tomado su decisión y camino a seguir, es más de lo mismo; una estupidez, un engaño, una falacia o tratar de buscar inútilmente tres pies a un gato que, como todos sabemos, ni los tiene, ni los tendrá.

Muchos españoles de buena fe que votaron afirmativa, negativamente o que por razón de edad no pudieron votar la Constitución, pero que son respetuosos con esta, se encuentran huérfanos de decisiones de calado que la defiendan y que resuelvan, de una vez por todas, la denigrante y vergonzosa situación en la que nos encontramos. Muchos recuerdan aquel eslogan contrario a Zapatero que decía “España se rompe” y del que la mayoría de políticos, periodistas y analistas se reían por no darle crédito y considerarlo muy exagerado y totalmente irreal. Eslogan, sobre el que, a pesar de ser muy claro y tremendamente agorero, no se ha hecho nada o muy poco por remediarlo.

Hemos perdido de un plumazo, nuestro prestigio y cohesión nacional e internacional; estamos frente a un burdo y barato desbaratamiento de España y mucho me temo, que seremos el foco y guía de otros movimientos similares del mismo o contrario signo político dentro y fuera de España. Movimientos, que ya no solo asoman su patita -en la arena política española y también en países de mayor importancia y relevancia en Europa-, sino que están al borde de ganar las próximas o venideras elecciones en sus respectivos territorios.

Ni siquiera en eso lo hemos sabido hacer bien. El exceso de confianza de la propia UE, alentado seguramente por un confiado y paciente gobierno español, acostumbrado a dejar muchas veces que los problemas se resuelvan por si solos, ha llevado a que hoy a la vista de lo sucedido ayer, nuestros aliados naturales nos critiquen y estemos en las portadas de la mayor parte de la prensa internacional.

No hemos sabido valorar el problema y sus repercusiones en sus hipótesis más probable y más peligrosa. Hemos vendido un exceso de confianza en nuestras capacidades propias y alentado la imagen de que estos golpistas y separatistas eran una pandilla de risueños nostálgicos, mientras se gastaban el dinero –de todos los españoles- a espuertas en embajaditas, visitas por doquier, comisiones y en pagar estómagos agradecidos para que en el momento preciso, se publicaran crónicas y fotografías falsas o, al menos exageradas, de la situación vivida durante unas horas, ayer en Cataluña.

Como primera consecuencia de lo anterior, hoy nuestra Bolsa y Prima de riesgo sufren graves problemas, cuando todo ello en Europa opera en sentido contrario y el petróleo baja. Pronto llegarán las calificaciones de la deuda y todo lo que nos ha costado tanto en alcanzar, se irá por el sumidero en cuestión de días o semanas. Las copas de las fiestas suelen ser caras y alguien las tiene que pagar.

Las decisiones a partir de ahora deben ser graves y urgentes, al igual que lo es y exige la situación alcanzada. No hay que tomarse tanto tiempo, como parece se va a tomar para dar los pasos precisos. Existen herramientas para ello y debería estar previsto como emplearlas. Hay que tener voluntad y no volver a empezar a hablar sobre “si la abuela fuma”.

El gobierno sabe bien con que tipos de apoyos cuenta y que, en esto, está prácticamente solo. Cs el partido calculador y oportunista, por fin, se ha decido a hablar, aunque con “mucha” claridad sobre la aplicación el artículo 155[3].

Por su parte el PSOE; el del sí pero no, las equidistancias, los malabarismos dialecticos, las mil naciones y las soluciones sin contenido palpable y llenas de humo; a día de hoy, sigue sin ver conveniente la aplicación del mencionado artículo y, eso sí, continúa dándole martillazos al ejecutivo en plena cabeza por, según ellos, su mala ídem. Según su versión, los socialistas no han tenido nada que ver con este problema. Menuda vergüenza.

Ver para creer, los antidemocráticos e ilegales golpistas encabezados por su figura suprema, y hoy ya nada honorable, acusan al gobierno de faltar a la democracia, someter al pueblo catalán a la máxima violencia, saltase la Ley y proponen denunciar de todo esto ante los tribunales a los que no obedecen ni respetan. En el capítulo de sus exigencias, requieren la retirada inmediata de las FCSE de toda Cataluña. Eso sí, no se atreven a personificar su declaración unilateral de independencia, lo dejan para que sea un organismo impersonal (el Parlament) el que lo haga al estilo Fuenteovejuna. Por último y no por ello menos importante, reclaman una “mediación internacional” para fijar los detalles de la desconexión de carácter vinculante para ambas partes.

Con dicho gesto, lleno de maldad y doble sentido, tratan de humillar aún más a España, balcanizándola y convirtiendo Cataluña en el segundo Kosovo. Espero y deseo que nadie en el exterior se preste a ello y que, internamente, ni el gobierno de España, ni nadie con dos dedos de frente –aunque la verdad es que quedan pocos de estos entre nuestra clase política- ampare, acoja y apoye esta macabra y saducea idea. Sería la peor de las vergüenzas que podría vivir en toda mi existencia.  

No caben de nuevo las medias tintas como con el amago de actuar con dureza para luego esconder la mano tal y como ocurrió ayer tras mandar a las FCSE a una trampa segura -por el cobarde proceder de una policía, al menos de sus cabezas visibles, claramente deshonrosa y favorecedora del golpismo- por la inacción o limitada acción, calculada y más que posiblemente pactada con los golpistas para cubrirse las espaldas; para, de repente, ordenar su retirada a toda velocidad. Retirada de efectivos, que además por no conocer bien el terreno y por su precipitación provocó algunas de las situaciones más críticas. Con alto grado de posibilidad, dicha decisión es solo el fruto de diversas reacciones y presiones políticas internas y externas que “aconsejaron” que cesaran los operativos policiales y se permitiera que las “butifarradas patrióticas” y las votaciones sin control y con las manos llenas de papeletas continuaran como si nada. Se calló de nuevo en la trampa, se suspendió el obligado e incompresiblemente inesperado operativo y así fueron los resultados que tuvimos que soportar pasada la media noche de ayer. Resultados, que, por cierto, en su totalidad, suman más del cien por ciento. Será culpa del sistema informático empleado.

La tibieza previa del gobierno en lo referente a los hechos ha quedado manifiestamente clara; es patética. Al menos por las aseveraciones del presidente, la vicepresidenta y algún ministro económico sobre la posible solución del tema. El mutismo, buenísmo y la falta de acción o respuesta de, como mínimo, dos taciturnos ministros fundamentales para el desarrollo y la compensación a este problema tanto interna como externamente no tiene parangón. Se haría bien si se diera una vuelta a la moviola y viéramos lo que se ha dicho y hecho o no hecho al respecto y de cómo nos hemos dejado comer la tostada para así, evitar iguales o mayores reacciones ante las graves decisiones que, obligatoriamente, se deberán tomar en un futuro inmediato. De paso, habría que repasar la eficiencia de nuestros medios y sistemas de inteligencia o el uso que realmente se ha hecho de sus informes.

Si no se actúa con firmeza y con la aplicación de todos los resortes legales y se cae en alguna nueva añagaza, mi perspectiva es que, tras ello, se busque un nuevo gobierno para que con los apoyos suficientes, recomponga este embrollo, restituya el orden, no interfiera en que se aplique la Ley a todos los culpables y recupere algunas de las cesiones o transferencias que nunca debieron darse a nadie o, por el contrario, se saque la bandera blanca y, que el que venga, parta España en 17 trozos y los ciudadanos nos dediquemos a observar el movimiento de las nubes, tal y como prometió hacer un señor que, tras propiciar gravemente esta situación, hace de todo, menos aquello.

Hay que ser tajantes, fuertes y capaces de contrarrestar con hechos verdaderos las acusaciones falsas o exageradas que, como casualmente aparecidas del cielo, comienzan a llover al unísono sobre España, su gobierno y las fuerzas del orden. Hay que tener muchas narices, paciencia y tiento para escuchar voces como las que aparecen hoy en medios internacionales y algunos tristes países sobre el uso de la violencia. Hasta el propio Maduro –que asesina a tiros a los manifestantes en Venezuela- nos ha criticado por ello.

No sé cómo lo hemos hecho; pero hemos pasado, en un par de días, de ser el ejemplo mundial sobre la transición paÍifica, progresiva y acordada a la democracia, a ser el pueblo más tirano, represivo y antidemocrático que existe en la faz de la tierra ¡¡Menuda broma!!

Europa debe ser informada de verdad; es necesario que dejen de recibir mensajes falsos propios y ajenos para evitar que traten de inmiscuirse en asuntos propios de un Estado plenamente soberano y se abandonen las críticas a las actuaciones policiales en defensa del orden establecido; máxime, cuando en la mayoría de dichos países no se toman las cosas del orden público con mucho tiento y tacto como bien sabemos todos.

Europa debe ponerse las pilas y prestar todo el apoyo político hacia un gobierno y una Constitución legalmente establecidos, sin medias tintas y de forma muy enérgica. Para con ello, evitar que crezcan las expectativas de los secesionistas para con su plan que, bajo la careta del victimismo y la sonrisa, es totalmente antidemocrático, muy bien trazado y ejecutado en todos suS aspectos ilegales, incluido, sobre todo en el aspecto internacional [4].

Lo digo plenamente convencido de que el futuro de la Unión, ahora sí, está pendiente de una tela de araña. En mi opinión, probablemente errónea, el efecto Cataluña -de consumarse definitivamente en su totalidad y sin verdaderas y eficientes reacciones nacionales y comunitarias- traerá mayores repercusiones para todos los miembros europeos en su conjunto y para algunos en particular por su gravedad y efecto contagio o dominó. Puede que estas consecuencias, superen con creces a lo esperado o ya ocurrido con el propio Brexit. Si no, al tiempo.     

[1]http://www.ejercito.mde.es/unidades/Zaragoza/agm/Eventos/90_Aniversario/DECALOGO_DEL_CADETE.pdf

[2] Hoy, un día tan importante tras los asuntos de ayer en España, a propuesta de Podemos, nuestros diputados han invertido su tiempo en el “importante” asunto de la prohibición del uso de la falda por las niñas en los colegios. Pero lo malo de todo esto, es que hay muchos otros que, por aquello de ser progres, les siguen el juego.

[3] Destacar un “matiz” muy importante. Según la propia Sra. Arrimadas en declaraciones de hoy “con la finalidad de convocar, única y exclusivamente nuevas elecciones en Cataluña”. Elecciones que ella espera ganar, siempre que cuente con el apoyo incondicional del PPC y el PSC. En pocas palabras, como siempre, barriendo para casa. 

[4] Parece que los muchos millones de euros gastados y “malempleados” por el señor Romeva, a pesar de sus no muchas luces, están dando algunos frutos y tampoco estaban fuera de toda viabilidad. El exceso de autoconfianza y el desprecio a las capacidades del contrario, por muy mermado o discapacitado que este aparente, suelen producir sorpresas muy desagradables.  El engaño, la simulación, el soborno y la decepción han propiciado muchas victorias a la lo largo de la historia.

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