Demasiados desastres

Javier Fernández Arribas

En esta época estival se producen anualmente todo tipo de desastres naturales que, en demasiados casos, se elevan a catástrofes por el enorme impacto que producen. La pérdida de vidas humanas siempre es muy lamentable en cualquier circunstancia, pero en el caso de los incendios de Grecia, se acentúan el sobrecogimiento y la angustia al comprobar cómo ese grupo de personas murieron asfixiadas y carbonizadas por las llamas con sus niños en los brazos.

Tremenda es también la impresión que nos causa la imagen que podemos tener en la imaginación cuando en Laos se rompe una presa y el agua arrasa todo lo que encuentra a su paso y provoca la desaparición de centenares de personas. Estos días, en Vietnam las inundaciones habían causado la muerte de varias decenas de personas que se vieron sorprendidas por la intensidad de las lluvias, habituales en ese país en estas fechas. En Japón, el calor ha provocado la muerte de unas 80 personas.

El fuego, el agua como elementos causantes de desastres naturales se vuelven más mortales cuando se produce una dejación o negligencia por parte de los que tienen responsabilidades para evitar, en lo posible, los daños humanos y materiales irreversibles. Es dramático asistir cada verano a los voraces incendios en los alrededores de Atenas y en otras provincias griegas sin que se adopten las medidas necesarias para afrontarlos con ciertas garantías de paliar la dimensión del desastre.

No es nuevo escuchar a numerosos ciudadanos griegos quejarse de la falta de previsión por parte de las autoridades o de los escasos recursos públicos y privados con los que se cuenta para enfrentar estos continuos desafíos que se cobran vidas humanas todos los veranos. No hay connotación política hacia uno u otro partido en el poder porque, por desgracia, da igual que unos y otros hayan prometido todo lo habido y por haber para servir mejor a los ciudadanos que cuando llega la hora de ponerlo en práctica, la realidad es tozuda y desesperante para los miles de personas que sufren las consecuencias.

Es cierto que no es sencillo luchar contra los incendios en verano, con el viento soplando con fuerza, con altas temperaturas y la acción criminal de los pirómanos que prenden la llama que tantos destrozos provoca. España ha mejorado su actuación contra los fuegos veraniegos con la legislación adecuada para que no haya beneficios para los interesados en la quema de terrenos, penas contundentes para quienes lo hacen y lo alientan y todos los recursos posibles. Hay que ayudar a los griegos para combatir los incendios. 

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