Antonio Sánchez-Gijón/CapitalMadrid.com
Pie de foto: Trump las utilizará como herramienta diplomática frente a Putin
El presidente Trump apenas se ocupó de Rusia en su Discurso de la Unión del pasado día 30, pero el Depto. del Tesoro no se olvida del presidente ruso o de los potentados enriquecidos en la Rusia postsoviética, ni de los oligarcas catapultados a sus posiciones de poder económico por su proximidad al Kremlin y a Putin. Por otro lado, se da por descontado que el actual presidente ruso logrará renovar por cuarta vez su mandato en las elecciones presidenciales de marzo próximo.
En la noche del 30 de enero el departamento del Tesoro de los EE.UU. publicó la denominada “Lista de los Oligarcas” rusos, señalados como objetivos de nuevas sanciones. El informe obedece a un encargo del Congreso. La Casa Blanca no puso especial empeño en que aquel departamento preparase la lista solicitada. Aunque ésta está ya a su disposición, el gobierno de Trump ya advirtió que no era su intención ampliar la lista ya existente, aprobada el pasado verano, y que fue una forma meramente nominal de castigar las interferencias rusas en la campaña electoral del 2016 que le dio el triunfo.
Y en todo caso, si el Congreso aprobara las nuevas sanciones, advirtió una portavoz de la Casa Blanca, su aplicación se reduciría a sancionar entidades no rusas con transacciones comerciales e industriales con la industria militar rusa y los servicios de inteligencia, lo que probablemente dejaría al entorno de Putin sin castigo.
Las discrepancias entre el Congreso y la presidencia indican que el gobierno de los Estados Unidos, como conjunto de instituciones, no tiene prisa en formular una política claramente definida respecto de la Rusia de Putin. Es significativo a este respecto la caracterización que acaba de hacer el jefe de la CIA, Mike Pompeo, de Rusia y China. Aunque las dos potencias son adversarias de los Estados Unidos, la primera trata de subvertir Occidente, y la segunda ejerce influencia por medios clandestinos. Pero es China la que ejerce “una mayor impronta que la de los rusos”, matizó Pompeo. “No hay más que mirar el tamaño de las dos economías”, añadió.
La fijación que muestra el presidente Trump en señalar a China como una amenaza económica y comercial de los Estados Unidos sobrepasa la inquietud que le pueda causar el expansionismo ruso, tanto en el Mediterráneo oriental, con su éxito político-militar en Siria frente a los enemigos del régimen de al-Assad, o la reconstrucción de su poder militar en las fronteras orientales de Europa y su acercamiento a Turquía, un aliado de los Estados Unidos y miembro de la OTAN. Rusia parece acostumbrada a las sanciones de Occidente, desde que se anexionó Crimea en 2014 y apoya la insurgencia separatista en la región oriental de Ucrania. Pero Rusia también tiene su lista de sancionados internacionales. La agencia de noticias rusa, RBC, ha anunciado una lista de diez personalidades del Comité Olímpico Internacional (COI) que serán sometidas a las sanciones, en clara represalia por la exclusión de Rusia de los próximos juegos de invierno. Se recordará que los atletas rusos de las olimpiadas del 2014 en Sochi, sur de Rusia, fueron acusados de dopaje y sus medallas retiradas por el COI. El gobierno fue acusado, además, por su encubrimiento en el curso de las investigaciones. Junto a la humillación sufrida por Putin, hubo también un fiasco financiero: $51.000 millones habían sido gastados en la construcción de las instalaciones y la promoción de los atletas rusos, el mayor esfuerzo olímpico nunca acometido por un estado.
La tibieza de la administración Trump en aplicar sanciones a Rusia se puede ver todavía más templada por las intimaciones rusas para que el Kremlin y la Casa Blanca traten de reducir los riesgos y tensiones en torno a Ucrania, amenazada por el movimiento secesionista pro-ruso. El 26 de enero se reunieron en Dubai el consejero presidencial de Putin, Vladislav Surkov, y el delegado de Trump para las negociaciones ucranianas, Kurt Volcker, al objeto de discutir el envío de una fuerza de pacificación de la ONU para los límites territoriales de las zonas en conflicto en el este de Ucrania. Cualquier cesión rusa serviría de paraguas contra la lluvia de sanciones guardadas en un cajón de Washington.
Las sanciones ya previstas por el Depto. del Tesoro se graduarán, pues, de acuerdo a las necesidades diplomáticas de Washington. Un objetivo obvio es dificultar a conveniencia el acceso de Rusia a las instancias financieras internacionales donde podría negociar los plazos de su deuda.
Otro blanco es el formado por los oligarcas rusos que, sin necesidad de ser peones de Putin ni depender de él, ya que se hicieron potentados en la Rusia postsoviética de hace casi treinta años, están situados en posición de dominio en sectores cruciales de las actividades financiera, industrial y energética de Rusia. Los problemas de esas personas y sus conglomerados de intereses se trasladarían globalmente a la economía rusa, en momentos de gran debilidad financiera, lo que debilitaría a Putin de cara a las elecciones.
La riqueza acumulada por esos estratos del sistema ruso pueden oscilar entre los $386.000 estimados por Forbes y el millón de millones de dólares, según un grupo de expertos franceses y británicos.