Opinión

El aldabonazo de Mohamed VI

Por Ramón Moreno Castilla
Foto: La Marcha Verde que organizó Marruecos en  el Sáhara Occidental en 1975.
 
El contencioso del Sáhara, que enfrenta a Marruecos y Argelia por la marroquinidad del territorio, es un peliagudo asunto que no solo está condicionando la integración de la Unión Magrebí Árabe (UMA), sino que compromete seriamente la paz y la seguridad en toda la región. Con el problema añadido de las graves e imprevisibles consecuencias que una escalada del conflicto, y la consiguiente desestabilización de la zona, podrían acarrear para Canarias, convertida, desde que en 1975 España abandonara el Sáhara, en “región frontera” con todo lo que ello implica en este ámbito geopolítico de indudable importancia geoestratégica. No es de extrañar, pues que el Rey de Marruecos, aprovechando su discurso a la Nación con motivo del 39 Aniversario de la Marcha Verde (en la que participó Estados Unidos), haya entrado a fondo en la cuestión para poner las cosas en su sitio y denunciar ante la Comunidad Internacional tanto la política obstruccionista y beligerante de Argelia, como la “ambigüedad” de Estados Unidos y la flagrante inoperancia de las Naciones Unidas. ¿Cómo se puede entender que un personaje vinculado al lobby petrolero norteamericano, que fue embajador de los EE.UU. en Argel, haya sido designado por Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, su representante personal para el Sáhara? ¿Concita acaso Christopher Ross la anuencia de las partes en conflicto? Dice el viejo proverbio que “la mujer del César no solo tiene que ser honesta, sino parecerlo”. Pues bien, extrapolando el dicho al representante de la ONU, la pregunta es obvia: ¿puede Christopher Ross acreditar su total neutralidad e imparcialidad y asepsia política en una controversia que le vincula a una de las partes? 
 
Las suspicacias de Marruecos 
El nombramiento de Christpher Ross ya despertó, desde el primer momento, las suspicacias y reticencias de Marruecos habida cuenta de sus contrastados antecedentes. Y como en otros nombramientos y designaciones realizados por la ONU, todo parece indicar que Estados Unidos, miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con derecho a veto, ha ‘impuesto’  Ross al secretario general de la ONU dados sus importante intereses geoestratégicos y económicos en la región. Y ello, pese a que en la última visita de Mohamed VI a Washington, donde fue recibido en la Casa Blanca por el presidente Barack Obama, éste calificó como “seria y creíble” la propuesta marroquí de dotar a sus provincias del Sur de una amplia autonomía, bajo soberanía marroquí. Con el agravante de que Christopher Ross ha hecho de abogado del diablo a favor del Polisario ante los miembros del Grupo de Amigos del Sahara de la ONU, formado por España, EE.UU., Francia, Reino Unido y Rusia; proponiendo que la partida presupuestaria para el traslado de familias saharauis se destinara a ayudas al Frente Polisario, que está en sus horas más bajas. ¿No ha contravenido Ross el principal objetivo de su misión? ¿Es acaso esa intermediación a favor del Polisario su verdadero cometido? Otra de las grandes indefiniciones sobre el asunto del Sáhara, que se producen en la escena internacional, la encontramos en la Unión Europea (UE), que se permite suscribir acuerdos de pesca con Marruecos para que las flotas comunitarias faenen en sus aguas, reconociendo implícitamente la soberanía marroquí sobre sus espacios marítimos (Zona Económica Exclusiva de 200 millas marinas, en aplicación de la Convención de Jamaica de 1982) y, sin embargo, no reconoce expresamente la marroquinidad del Sáhara. ¿A qué juega también la UE? Mención aparte merece Argelia, como parte importante del conflicto del Sáhara, que pretende no tener competencia en la región (Malí, Níger, Burkina Faso etc.) respecto a su producción de petróleo y gas, lo que reduciría considerablemente su hegemonía como mayor productor de hidrocarburos del Magreb, que le permite tener el tercer mayor PIB de todo el continente africano. 
 
Gas argelino
Téngase en cuenta, además, que Argelia suministra más del 45 % de su gas a Europa; ello supone una contraposición de intereses respecto a Marruecos, con quien la UE tiene un Tratado Preferencial que trasciende el propio estatus de los países ACP (África, Caribe, Pacífico). Según Rankia Comunidad Financiera, la UE gasta al día 1.100 millones de euros en importación de combustibles fósiles. De ahí que cada día vaya tomando cuerpo la iniciativa de las autoridades de Argelia de que España transporte gas argelino al resto de Europa; teniendo en cuenta que el conflicto de Ucrania ha puesto de manifiesto la excesiva dependencia del gas de Rusia que sufren muchos países europeos, como la misma España, Alemania, Austria, Polonia, y las tres repúblicas bálticas. De hecho, las importaciones españolas de gas argelino en marzo de este año experimentaron un crecimiento del 6,6 % con respecto al mismo mes del año 2013. Esa posición hegemónica y de dominio hace que Argelia juegue en varios escenarios. Por un lado, el objetivo prioritario de su política exterior es el Sáhara y a ello dedica todos los esfuerzos de su diplomacia; al tiempo que emplea ingentes recursos económicos financiando al Frente Polisario, los campamentos de Tinduf y Rabuni y la estructura de la fantasmagórica RASD. Y por otro, Argelia juega sus bazas energéticas y mediáticas -en los medios de comunicación afines- en Occidente y en el Tercer Mundo, y América Latina, en los países con regímenes comunistas. Pero sobre todo en África con los antiguos aliados de la extinta URSS; son reminiscencias del bloque soviético cuando la Guerra Fría, que parece haber vuelto. Como se ha preguntado el periodista Taoufik Jdidi en el rotativo ‘Liberation’, órgano del histórico partido marroquí, USFP, ¿qué rol juegan los ex fundadores del Frente Polisario instalados actualmente en Marruecos? Jdidi, denuncia los casos significativos de Brahim Hakim, que abrió la serie de embajadas de la inexistente RASD en América Latina; de Omar Hadrami, jefe de Seguridad de la pretendida república; o el caso singular de Cheikh Biadillah, médico y actual presidente de la Segunda Cámara legislativa de Marruecos, cuyo hermano es alto cargo de las Fuerzas Armadas  del Polisario. 
 
Una visión responsable de la realidad 
Por ello, Mohamed VI dejó claro en su alocución, que “sin responsabilizar a Argelia como principal parte en el conflicto del Sáhara, no se llegará a ninguna solución”; del mismo modo, añadió el Soberano, “que en ausencia de una visión responsable de la tensa realidad en seguridad que padece la región, no habrá estabilidad alguna. El Monarca marroquí criticó la “complacencia con la verdadera parte” en este conflicto y la evasión de sus responsabilidades. “Una verdad que cuando la dicen los marroquíes, se acusa al Gobierno a los partidos y la prensa de nuestro país de atacar a Argelia”, se lamentó Mohamed VI. Si Marruecos no posee petróleo ni gas, sabiendo que la otra parte cuenta con un ‘billete verde’ que cree le abre el camino para ir contra el derecho y la legalidad, Marruecos sí tiene sus principios y una causa justa; más aún, tiene el aprecio de los marroquíes y el apego a su patria, se felicitó el Rey.  Mohamed VI enfatizó que se equivoca quien cree que llevar la cuestión del Sáhara consistirá en unos informes técnicos trabajados o en unas recomendaciones confusas, todo basado en el intento de conciliar las reivindicaciones de las distintas partes. También se equivoca, prosiguió el Soberano marroquí, quien pretende comparar el Sáhara con Timor Oriental (excolonia portuguesa), o con algunos diferendos territoriales de Europa Oriental, dado que cada caso tiene sus peculiaridades; explicando que “la vinculación de los habitantes del Sáhara con Marruecos no es un producto de hoy, sino que encuentra sus raíces muy arraigadas en la historia”. El Monarca marroquí rindió homenaje a su egregio padre, el fallecido Rey Hasan II, artífice de la Marcha Verde, y a las Fuerzas Armadas y de Seguridad por su constante y permanente movilización para salvaguardar la seguridad y la estabilidad, así como la integridad territorial de la nación. Otro de los importantes aspectos del discurso Real, fue el anuncio de los planes destinados a las provincias del Sur. En efecto, Mohamed VI dijo que las obras que se van a acometer durante 2015 son decisivas para el futuro del territorio. Se trata, según el Soberano marroquí, de poner en marcha la regionalización avanzada y el modelo de desarrollo para las provincias del Sur; destacando que se trata de una ocasión para comprobar el desarrollo operado en estas provincias y las deficiencias que han marcado su transcurso, al igual que los retos, tanto internos como externos, a los que se enfrenta. 
 
Regionalización marroquí
Esa regionalización no consiste solamente en unos textos jurídicos y en la transferencia de competencias y recursos materiales y humanos, desde el centro de las regiones, sino que es ambición de Mohamed VI que la misma se construya sobre el celo patriótico sincero hacia la unidad territorial de Marruecos. La regionalización del Sur de Marruecos, en palabras del Rey, no es sino la capitalización de esa riqueza y variedad humana y geográfica que viene a arraigar la simbiosis, la solidaridad y la complementariedad entre los hijos de la nación unitaria así como entre todas sus zonas. El objetivo buscado consiste en romper con el antiguo modo de gestionar, permitiendo a los saharauis participar en la gestión de sus asuntos locales, dentro de la transparencia, responsabilidad e igualdad de oportunidades. Mohamed VI enfatizó en el hecho de que “Marruecos no será nunca productor de ‘mártires traidores’, subrayando que cualquier individuo se puede equivocar, pero la traición es imperdonable”…  Para Canarias, situada en esta fachada atlántica, es evidente que las fortalezas de Marruecos, en cuanto a su cohesión territorial, y en el plano económico, político y social, son una garantía de estabilidad y seguridad en la zona. A ello hay que unir el bastión que supone Marruecos para el avance del yihadismo islámico, reconocido internacionalmente, que constituye un serio peligro para la paz y estabilidad de la región y para toda África en general.