Opinión

El batiburrillo

José María Bartol Espinosa

 (En respuesta al artículo "Español y musulmán")

El pasado 2 de noviembre D. Ángel Álvarez Hernández, articulista de Webislam, nos ameniza "ATALAYAR entre dos orillas" con un subjetivo escrito titulado "Español y musulmán". Creo que puedo hablar del asunto pues tengo buenas amistades que cumplen ambas condiciones, me aventuro a calificar su artículo de batiburrillo palabra que, aún en claro desuso, el DRAE define como "mezcla de cosas revueltas", algo así como un popurrí donde el autor en lugar de música nos nutre de bellos poemas andalusíes.

    Con la habitual reserva por la caducidad de las cifras, la situación en España, actualmente, es como sigue: superamos un poco 1.700.000 musulmanes, de los cuales 783.000 son marroquíes, 525.000 españoles, 80.000 pakistaníes, 63.000 senegaleses y otros tantos argelinos, el resto en diversos pintorescos. En las comunidades de Ceuta y Melilla, más que españoles que se hacen musulmanes, se trata de musulmanes que se hacen españoles.

    Nos compara el Sr. Álvarez la situación de los musulmanes españoles (y extranjeros también) acosados por la islamofobia celtibérica y nos traslada a la manoseada expulsión de los moriscos para insistir en que "España tiene una asignatura pendiente con los musulmanes" (?), como si no bastase con el chantaje saharaui apelando al sentimiento de culpabilidad por abandono, ahora resulta que tenemos cosas pendientes con los musulmanes, así al por mayor, ! Vaya por Dios ¡.  Esto es como si alguien me acusa de que mis ascendientes de hace 6 siglos hubiesen sido monaguillos del inquisidor Torquemada, o como si los ascendientes del propio Sr. Álvarez hubieran sido alféreces matamoros del rey Alfonso-VI. 

 España es una nación generosa cuya única asignatura pendiente desde los orígenes de su existencia consiste en reducir los demonios familiares.

    Mucho y detallado se ha escrito sobre la expulsión de los moriscos, desde románticas novelas a crónicas desarraigadas de la época, por eso no abundaré en el tema salvo para insistir en que la expulsión de los moriscos fue justa y necesaria para la naciente nación hispana. Todo el S-XVI estuvo colmado de revueltas y rebeliones, nunca se cristianizaron ni aceptaron las exigencias propuestas, ellos seguían siendo musulmanes en todas sus tradiciones religiosas y de sociedad, comidas, vestimentas, fiestas y eventos. Jamás se sintieron patriotas españoles y los que vivían en la costa de Andalucía y Levante ayudaban a los piratas berberiscos en las razzías.

    Fueron los propios moriscos los que generaban desconfianza desde el comienzo de su situación tras la toma de Granada por los Reyes Católicos, cada vez eran más reprimidos y peor tratados por la Inquisición y por las autoridades civiles, el desencuentro era total.

La insoportable situación se precipito cuando en 1568 dirigidos por el caudillo Abel Humeya, los moriscos provocaron la revuelta de las Alpujarras en Granada y Almería. Auténtica guerra que duró casi dos años en varias fases. Asesinaron a la población cristiana, asaltaron iglesias y conventos masacrando monjes y religiosos con saña y odio vengativo inaudito (con un repertorio de horrores comparable a los crímenes del Daesh en nuestros días).

    Con Felipe II ya se les consideraba un cáncer de Estado, un colectivo de 350.000 almas sin sentimiento patrio y traidores a España, favorables a la causa berberisca y a los turcos que asolaban las costas en momentos de expansión del imperio Otomano.

Cuesta explicarse cómo después de las Alpujarras aún tardaron 4 décadas en la expulsión total y definitiva del 1609, ya con Felipe III. La inexistencia de casos privilegiados provocó auténticos dramas familiares en los moriscos de Castilla más integrados que los de la periferia, los cuales continuaban absolutamente islamizados después de varias generaciones.

    De manera  que si los tataranietos de éstos moriscos conservan por Tetuán y todo el "chamal" maghrebí las llaves de "sus" casas en Andalucía, Aragón o Valencia, mejor que las vayan enmarcando cual prehistórico souvenir sin ver en ellas prueba alguna de derechos hegemónicos sobre solar hispano.

    Ellos se lo buscaron por antiespañoles más que por anticristianos y repito, la expulsión fue justa y necesaria. Aquella España era el imperio más grande sobre la Tierra,  y precisaba afinidades incondicionales no problemas domésticos de carácter político y sentimental generador de violencia permanente.

   D. Ángel, nos recuerda también en "el Batiburrillo", la expulsión del Rey de Sevilla, Al-Moutamid, protagonista histórico del magnífico libro "El Puente de Alcántara" camino del exilio a finales del S XI pero se le olvida decirnos que quien lo arrastró al exilio no fue ningún rey cristiano sino el Califa Almourabitenne Youssuf Ben Tashafine, quien lo encerró en las mazmorras de Marrakech junto con sus adorables hijas hasta el final de sus días.

    Incluso se remonta el Sr. Álvarez hasta la primera mitad el S X para recordarnos también la maravilla de arte, ciencia y todo tipo de avances culturales en la Córdoba de Abderramán III. Nada que objetar, no creo que exista en todo el planeta persona medianamente instruida que discuta el progreso y civilización de los Omeyas y Abasíes hasta el final de los reinos Taifas, ya lo tengo escrito por otros sitios, aquellos eran otros musulmanes, adoraban las artes y la buena vida, danzas, música, poesía y bailes amenizaban las frecuentes fiestas, comían y bebían de todo, con profusión el vino y el "jalufo" de sus tierras. Aquellos monarcas, incluso dentro de sus restricciones con judíos y mozárabes, permitieron el único rayo de luz de las tan cacareadas "tres culturas" cosa que jamás existió en igualdad de condiciones (leer al profesor Fanjul).

    Nunca he sabido bien si aquella sociedad con reyezuelos al frente se instruía de hadices diferentes u obedecían otro Corán o simplemente eran unos malos seguidores del islam. Sin duda, debió tratarse de esto último, de ahí la escabechina de los Almorávides.

    En fin, todo aquello, lo bueno y lo malo de nuestra común historia (tarig mustarag), nada tiene que ver con el joven musulmán español o no, que busca trabajo hoy día y un empresario desconfiado (no hace falta ser islamófobo) le niega el puesto. Excepto antisociales raritos (que haberlos haylos) los españoles en general no practican el apartheid con la comunidad musulmana y menos con los marroquíes y menos aún si portan DNI español. Baste recordar la tragedia del 11-M para ratificar éste comportamiento en fechas posteriores.

    Ahora bien, ni los cristianos buscan empleo descamisados mostrando crucifijos en el pecho o ni a los judíos se les ocurre ir a una entrevista de trabajo con la kipá en la coronilla. No parece prudente hacer proselitismo de imagen, cosa que les encanta a una gran mayoría de musulmanes (barbas copiosas pero sin bigote, cabezas afeitadas variedad de gorritos, babuchas, chilaba, algunos turbantes y no digamos la exhibición de "pasas" en la frente para mostrar al mundo que el portador de la misma es súperreligioso y reza más que nadie. Resumiendo: toda una parafernalia islámica, proselitismo innato vía láctea y ampliado en las madrazas (más acusado en las mujeres) que no parece favorezca las relaciones en el mundo laboral, sobre todo si se trata de buscar trabajo en Cuenca o Santander en lugar de Tánger o Tazza.

    D. Ángel Álvarez Hernández nos culturiza con un artículo buenísta en la línea oficial de la excelente Webislam, yo le propongo que nos hable de la hipotética actitud que adoptarían aquellos poetas andalusíes en lengua árabe como el propio Al-Moutamid o Ibn Hazm, cuál sería su actitud si asomaran por el Medio Oriente en guerra irracional o se topasen con esa legión de demonios del Daesh asesinando a mujeres y niños de toda confesión cual salvajes alimañas y aderezando su concierto de crímenes con el grito de "Alah uakbar"..... ¿Que harían nuestros pacíficos poetas? ; supongo que salir corriendo y no parar hasta Córdoba o Fez para meditar qué clase de "musulmanes" eran esos que vieron por Siria, Irak y sus confines. 

    Estoy seguro qué, no solo los poetas sino cualquier musulmán de buen corazón e intelecto amueblado se moriría de tristeza y abatimiento ante la cruda realidad del S XXI.