Opinión

El final feliz de la primera crisis del ébola en España y un plan África de Europa y América

Canarias supera también con satisfacción un caso sospechoso de contagio, que resulta negativo 
 
La ONU confía en poder utilizar el Aeropuerto de Gran Canaria como puente aéreo de sus misiones humanitarias al foco de la enfermedad
 
La Unión Europea decide luchar contra el ébola en los países de origen
 
La indudable preocupación por este brote vírico coincide con el auge en Canarias del interés por África como un continente en pleno desarrollo
 
Por Carmelo Rivero (Blog Mi Equipaje)
Foto: Teresa Romero, la auxiliar de enfermería que consiguió vencer el ébola.
 
La victoria sobre el ébola de Teresa Romero en Madrid, primer caso de contagio fuera de África, ha dado un respiro a España, que, en el seno de la UE, recobra su prestigio sanitario y político al haber sido también el primer país comunitario que decidió repatriar a misioneros enfermos en hospitales de Liberia y Sierra Leona. Canarias, asimismo, vio alejarse el peligro de un brote en casa de esta enfermedad que carece de vacuna, tras dar negativo el test del virus en un cooperante hospitalizado a la primera sospecha tras regresar de la región afectada. Coincidiendo con esta crisis, se detecta un inusitado interés por África. La ONU confía en poder utilizar el aeropuerto de Gran Canaria como puente de sus misiones humanitarias. África está en el candelero, y por una vez, ébola al margen, figura en la agenda de las islas y del Estado. Tras un período de cierta irrelevancia que siguió a la ola migratoria desatada hace veinte años, Canarias mira a África con insistencia y por motivos diferentes. En Madrid pasa otro tanto, si bien por dos causas concretas, el salto de vallas de Ceuta y Melilla de un éxodo incontenible y polémico, y los vaivenes del virus que asola África Occidental y esta vez ha ‘viajado’ a Europa y EE.UU.
 
El caso de la auxiliar de enfermería Teresa Romero en el Hospital Carlos III de Madrid, curada de ébola tras conocerse este martes el segundo test negativo del virus en su cuerpo, y el del cooperante tinerfeño hospitalizado en La Candelaria (Tenerife) ante la sospecha de que sufriera la enfermedad, asimismo declarado negativo (sí padece malaria, de la que se recupera satisfactoriamente), despeja dos focos de alarma considerables.  La hospitalización de Romero desató una ola de pánico en España, ante el temor de una epidemia de ébola imparable. Tal histeria se vio alimentada, en buena parte, en las primeras horas, por declaraciones de expertos norteamericanos que hablaban de “un nuevo Sida”. Por el contrario, la Organización Mundial de la Salud peca en esta ocasión de remisa y tardó en ofrecer información global sobre una enfermedad desconocida, de una alta mortandad, que era susceptible de generar un alarmismo descontrolado, como así sucedió.
 
La polémica ‘a la española’
A la psicosis sanitaria acompañó una gresca política ‘a la española’, que promete acabar en los tribunales. La oposición cuestionó la actuación de la ministra de Sanidad Ana Mato, cuya gestión sigue expuesta al dictamen ‘día después’ de la curación de la sanitaria contagiada tras asistir a dos misioneros españoles procedentes de África, que fallecieron en el Carlos III. Teresa Romero, acusada de negligente por el consejero de Sanidad de la comunidad de Madrid, podría emprender ahora acciones legales para defender su honor, según advierte el marido de la paciente, que ha permanecido en cuarentena aunque asintomático junto a otras catorce personas. El cooperante tinerfeño, considerado inicialmente un ‘contacto de alto riesgo’, pues había atendido a enfermos de ébola en África y se sintió indispuesto a su regreso, obligó a activar por primera vez el protocolo de emergencia canario para esta enfermedad, por suerte sin que fuera confirmada la infección. En otros países, como EE.UU., una visión más desproporcionada de los peligros del ébola ha provocado una psicosis incomparablemente mayor, en la que se incluyen opciones como la de cerrar las fronteras con los países implicados en origen, como Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia. 
 
Pocos se preguntan en Occidente cómo han conseguido dos países africanos alcanzados por el virus, como Senegal y Nigeria, poner coto a la enfermedad de manera eficaz en pocas semanas. En los propios países del eje del ébola, donde los sanitarios se han visto severamente diezmados por el brote, algunos profesionales lograron sobrevivir, como la religiosa Prudencia Melgar, compañera del misionero español Miguel Pajares (uno de los dos fallecidos tras ser repatriados a Madrid), cuyo plasma, donado por ella, conjuntamente con un antiviral, ha sido el tratamiento recibido por Teresa Romero. África merece ahora, en efecto, la máxima atención exterior por el miedo que supone una epidemia de ébola. Un consejo de ministros de Asuntos Exteriores de la UE en Luxemburgo abordó, con el comienzo de la semana, un plan global de lucha contra la enfermedad, que supondrá un  fuerte desembolso de dinero para actuar en África (la cifra manejada es de 600 millones de euros de las arcas comunitarias para este fin, a falta de lo que acuerde el Consejo Europeo este jueves y viernes) y la creación de la figura de un coordinador europeo para la crisis. 
 
Una emergencia global
Naciones Unidas, que considera el ébola “una emergencia global”, ha solicitado a España la utilización del aeropuerto de Gran Canaria como puente del traslado de material y personal humanitario (se excluye el tránsito de enfermos), y el Gobierno aún no ha dado su conformidad a falta de obtener todas las garantías de seguridad. En el Puerto de La Luz y de Las Palmas ya opera el Plan Mundial de Alimentos de la ONU con una sede para África occidental, y la Cruz Roja Internacional hace lo propio dentro de su cometido desde la misma base logística.  No obstante, el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, sí aseguro que España, que ha sido felicitada por sus socios tras conocer el final feliz del caso de Teresa Romero, pondrá sus aeropuertos a disposición de sus socios comunitarios, “autorizándolos caso por caso”, como ha decidido hacer respecto a la solicitud norteamericana de utilizar las bases militares de Morón de la Frontera (Sevilla) y Rota (Cádiz). 
El riesgo de epidemia en Europa es muy bajo, según reconocen ya las autoridades comunitarias y, en concreto, el comisario de Salud. Alemania es partidaria de crear una misión civil de ‘cascos blancos’, integrada por personal sanitario de los países miembros, para abordar el ébola en los países de origen y canalizar el envío de material y personal sanitario a la región afectada. El comando de médicos y sanitarios actuaría en cada momento que se necesitara de sus servicios puntualmente. Europa proyecta efectuar controles en los países de origen y en los aeropuertos de entrada. España creó un comité especial interministerial sobre la enfermedad que coordina la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.  
 
África por sí misma
El interés que despierta África va más allá del ébola y es anterior a este brote. La Laguna (Tenerife) fue sede recientemente del ‘Campus-ÁFRICA’ sobre los objetivos del milenio para el continente vecino, un foro de expertos en salud que resultó providencial, pues coincidió con el ‘boom’ del ébola en España y EE.UU., y contribuyó a racionalizar el impacto de las primeras noticias, a través de voces autorizadas nacionales y extranjeras, como Basilio Valladares y Manuel Elkin Patarroyo. El inmunólogo colombiano, que anunció una vacuna definitiva contra la malaria de máxima eficacia, abogó por financiar la investigación de una vacuna contra el ébola, que consideró viable a corto plazo, y descartó la posibilidad de una epidemia. La semana pasada, también en Tenerife, se celebró el I Foro Atlántico de Conectividad y Turismo, organizado por la Consejería de Acción Exterior del Cabildo de Tenerife, que reunió en la capital de la isla a ministros, altos cargos y empresarios de Marruecos, Senegal, Mauritania y Cabo Verde. La principal conclusión de este foro fue sentar las bases para futuras ofertas combinadas de promoción turística, que permita el desarrollo de la costa occidental africana en ‘conexión’ con las Islas Canarias.