Opinión

Espíritu asesino

Javier Fernández Arribas

Pie de foto: Joven en Kirkuk, norte de Irak, cuando varios policías le despojaban del chaleco explosivo que, según afirmó el niño, se lo había colocado su padre para cometer un atentado suicida.

Hay ocasiones en la vida en las que cuesta encontrar las palabras adecuadas para definir algún tipo de atrocidad. Sobre todo cuando el que comete esa atrocidad ha acumulado tantas que ya es difícil atinar con el término adecuado para trasladar su degeneración como ser humano, su zafiedad como criminal o su maldad intrínseca para sembrar el terror con cualquier medio y a cualquier precio. Los terroristas del Daesh utilizan niños suicidas para sus acciones aberrantes. Es el caso que nos ha sobrecogido en una boda kurda en la localidad de Gaziantep, al sur de Turquía. El niño suicida tenía entre 12 y 14 años, y la mitad de los 54 muertos también son niños. La mente diabólica que ha preparado este atentado terrorista merece nuestro más absoluto desprecio y pasar el resto de sus días en prisión, pagando por unas acciones deleznables que tienen como protagonistas a niños de corta edad, indefensos ante el adoctrinamiento y la manipulación mortal de unos individuos abyectos y miserables. Ya conocíamos por sus videos de propaganda que los terroristas del Daesh tenían un grupo de niños a los que preparaban para cometer todo tipo de acciones. Pero una cosa es ver un video propagandístico que causaba enorme tristeza por los críos y otra saber que se ha llegado a tal grado de perversión que obliga a un niño a colocarse un cinturón explosivo y segar la vida de docenas de seres humanos, incluida la suya propia. A lo largo de la historia hemos asistido al adoctrinamiento de los más jóvenes por parte de movimientos fascistas y extremistas, en Europa y en otros lugares del mundo, pero llegar a promover que un niño pueda tener espíritu asesino y se preste a perpetrar atentados suicidas indiscriminados es traspasar todos los límites. Lo más preocupantes es que debemos prepararnos a una ola de atentados de este tipo porque en la región de Kirkuk, norte de Irak, otro niño con un chaleco explosivo fue descubierto por la policía que pudo desactivar el artefacto y salvar muchas vidas. El Daesh sufre duros ataques y pierde posiciones cada día, tanto en Siria como en Irak, pero su respuesta más canalla es utilizar niños suicidas en Turquía, pero debemos estar preparados porque podría intentarlo en cualquier lugar del mundo, incluida Europa. Es imprescindible intensificar los ataques contra el Daesh para acabar cuanto antes con un espíritu asesino deleznable que nadie debió alimentar en sus orígenes.