Opinión

España y la OTAN

F. Javier Blasco. Coronel retirado

Pie de foto: El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg

El tema de la OTAN, su finalidad, continuidad en el tiempo tras su verdadero origen o razón de ser, financiación y orientación de cara al futuro suele ser muy recurrente desde la caída del telón de acero y el derrumbamiento del bloque socialista. Como todos sabemos, la OTAN es un club privado que a modo de una Alianza firme trabaja en la defensa de unos intereses y del suelo común de sus miembros o socios; quienes se comprometen a intervenir, incluso militarmente, cuando cualquiera de ellos se viera amenazado directa o indirectamente. Compromiso de máximos, que solo se ha invocado una vez tras los atentados de 11-S en EEUU.

Una Alianza cuya participación, adhesión y diferente grado de integración en su estructura de mando y control es voluntaria y se basa en un complejo sistema de compensación. Son los propios EEUU los que, tradicionalmente, porque les ha podido interesar por cuestiones de liderazgo y por incapacidad, dejadez o aprovechamiento del resto, vienen corriendo con la inmensa mayoría de los gastos en defensa del conjunto. Miembro, además, cuyas aportaciones en personal y material incluso en operaciones de mucho riesgo, de forma permanente o por largos periodos de tiempo y fuera de su territorio natural supera exponencialmente las de cualquiera de sus miembros, e incluso las de todos juntos al unísono.

El origen de la Alianza fue claro y no tuvo otro motivo que el evitar que se repitieran fenómenos como los que indujeron a dos guerras mundiales en Europa en poco más de un cuarto de siglo y al mismo tiempo, defenderla de las crecientes y constantes amenazas de la entonces URSS -protagonizadas en aquellos momentos por el famoso cerco ruso a la ciudad de Berlín- tras el fin de la segunda guerra.

Para dejar clara su posición y blindarse ante posibles ataques militares, los aliados de Estados Unidos decidieron finalmente suscribir, en abril de 1949, el Tratado – conocido por el nombre del Tratado del Atlántico Norte o de Washington, por haberse firmado en dicha ciudad- con el que se oficializaba la creación de la OTAN. Los países firmantes de ese primer tratado fueron EEUU, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Francia, Islandia, Luxemburgo, Italia, Noruega, Países Bajos y Reino Unido.

España, no sin un largo, tortuoso, titubeante y muchas veces antagónico proceso de adhesión -protagonizado por el PSOE en dicho momento- se unió a la OTAN en 1982 y tras varios procesos de integración, culminó su incorporación plena a la estructura militar integrada el 1 de enero de 1999. Actualmente son 29 los países que la conforman, aunque Islandia no aporta fuerzas por no disponer de permanentes estructuras militares. Todas las decisiones se toman de forma unánime y de común acuerdo. No hay ninguna votación o decisión por mayoría.

Tras caer el telón de acero en 1989 y posteriormente desmembrarse la URSS, hubo que, tras años de ciertas reinvenciones y adaptaciones, transformar la Organización, su estructura, cometidos y misiones ampliando el foco a otros aspectos de la seguridad y la defensa común, aunque se focalizaran en lo que se conoce como “fuera de área” y que, durante muchos años, no habían sido contemplados.

Pertenecer a este tipo de clubs no es gratis, por mucho que bastantes políticos así lo puedan o quieran interpretar. No solo la predisposición y obligación en su caso, de aportar fuerzas y acudir en defensa de uno o de gran parte de la colectividad, entrando en guerra contra el agresor, si fuera preciso, es un factor de costo económico, social, militar y político para todos los miembros. La participación colectiva supone un constante sistema de adaptación y normalización a las tácticas, técnicas y procedimientos dictados por la Alianza; pero fundamentalmente, sobre los materiales y sistemas de todo tipo. Esto conlleva una gran adaptación a las nuevas tecnologías y la transformación o adquisición de nuevos materiales bélicos, que no suelen ser de bajo coste.

En la OTAN se lleva varios años insistiendo en un factor importante para el logro de dicha normalización y que consiste, además de los logros alcanzados –tras muchos años de esfuerzos- sobre la interoperabilidad de sus materiales y municiones, en alcanzar cada país miembro un gasto en defensa cercano o superior al 2% del PIB. Compromiso, que, tras haber sido tratado verbalmente en muchas ocasiones, fue llevado al papel, por primera vez, en la famosa Cumbre bianual de la OTAN que en 2014 se celebró en Gales.

Para dicha fecha, aunque por lo bajini, todos los países se comprometieron alcanzar tal cifra en un plazo de diez años [1]. Los países miembros por diversos motivos geopolíticos y económicos derivados de la crisis de 2008, tal y como bien se reflejan en la referencia, llevaban muchos años reduciendo gastos y costes en defensa y la situación derivada de tanto recorte en el gasto había alcanzado un punto demasiado crítico para la mayoría de los países y la operatividad de la Alianza en su conjunto a no ser que se produjeran cambios importantes al respecto.

La llegada de Trump a la Casa Blanca ha supuesto, como en casi toda la política interna y externa norteamericana, un cambio profundo y el impulso a la toma de decisiones de fuerte calado y acciones de presión sobre temas que, aunque ya estaban decididos por previos presidentes y que sus propias cámaras exigían un arreglo o acuerdo mucho más racional, seguían casi enquistados y muchos de ellos, durmiendo el sueño de los justos.

Trump con su idea y campaña fundamental de “America First” encontró en el punto de los gastos y el grado de participación e implicación de cada miembro en la OTAN un fulcro o punto de apoyo fundamental, para mover a los demás hacia algo positivo y, al mismo tiempo, y no le falta razón, reducir en una gran parte los gastos de EEUU dedicados a defender Europa casi en exclusiva y poder dedicar dichos esfuerzos materiales y personales en otros focos mucho más acordes con sus intereses nacionales del momento; Asia-Pacifico y ciertas áreas o regiones en Oriente Próximo y Medio.

Recuperar el compromiso individual y colectivo de Gales, por tanto, no es nada nuevo, ni un acto achacable solo a Trump como se quiere hacer ver por parte de determinados medios de comunicación y círculos políticos interesados en hacer una campaña de desprestigio y contra propaganda sobre el personaje. Otra cosa, son sus formas de decir las cosas o los poco refinados y nada diplomáticos actos gestuales que emplea cuando está disconforme con la persona, el país o grupo de ellos, que se sienten enfrente a él en cualquier foro o momento de discusión política.

Recientemente se ha sabido la existencia de ciertas cartas a casi una decena de países aliados de la OTAN en las que él, personalmente, ha tratado de leer la cartilla a los respectivos gobiernos, y que sirves de aviso previo de la tormenta que al respecto se pueden desencadenar durante la próxima Cumbre de la OTAN en Bruselas para los días 11 y 12 de julio. Todos conocemos, por experiencias previas, que este personaje no se corta ante nadie ni ante ningún foro por importante o aparente que este sea. Baste recordar sus actuaciones estelares, peleas, discusiones y portazos dados en la pasada reunión del G-7 hace tan solo unos días.

Son memorables y poco agradables las imágenes de sus caras largas y de disgusto presentadas frente a Merkel y con el propio Rey de España a diferencia con visita llena de amores -aunque con posteriores y casi instantáneas grandes decepciones- con Macron y su esposa, todas ellas en la Casa Blanca. Los gestos, las cortas palabras y de poco halago en aquellas otras dos visitas, ya marcaron una premonición de que algo no funcionaba bien y, que como suele decirse, podría empeorar.

Aquí están las causas y sus razones de aquellos malos humos; Trump sabía perfectamente que Alemania y España –dos de los tres/cuatro puntales de la nueva Europa- no estaban por la labor de cumplir con sus compromisos en defensa. Ambos, unos por coalición y otros por usurpación de gobierno, están bajo una o egida o corriente socialista “moderna y algo extraña“ que hoy en día, se muestra muy reacia a cumplir con temas de calado referentes a la cooperación internacional y, fundamentalmente, al aumento de los gastos en seguridad y defensa, por entender, que estos les alejen de sus programas de otros gastos a manos llenas en temas, que ellos titulan como “Sociales”; pero, que en muchos casos, no suponen más que un atentico despilfarro propagandístico y de partido.  Planes E, cheques bebé, etc…

España ha sufrido como muy pocos una crisis económica y financiera desde 2008 que le ha llevado a políticas de austeridad en grandes y pequeños gastos, entre los que, como no debía ser menos, entran y muy de lleno, la Seguridad y la Defensa. Las políticas de recortes nos han llevado a reducir en mucho nuestros consumos y evitar grandes desgastes de material en ejercicios y maniobras. Nuestras Unidades de primera línea o sobre las que se basan la mayor parte de los despliegues en el exterior, al menos inicialmente y en momentos de tensión, están súper saturadas y sus materiales al borde de la inoperatividad por sus numerosas participaciones, aunque mayoritariamente y en los últimos años, estas sean a base de pequeños destacamentos y con pocos movimientos sobre el terreno.

La necesidad de cubrir mínimamente las plazas de clase de tropa en los años anteriores a la crisis en las que había trabajo -muy bien remunerado- para todos en cualquier especialidad y, principalmente en la construcción, hizo que se fueran reduciendo las exigencias psicofísicas e intelectuales de los escasos aspirantes a integrarse en las FAS. Además, y para aumentar su número, los respectivos gobiernos cometieron el gran error de mejorar, en mucho, las condiciones y contratos laborales de los aspirantes, facilitando su continuidad en el empleo durante muchos años y poniendo grandes trabas a la rescisión de sus contratos. Un trabajo casi a la carta y para el que se te buscaba a lazo. Como consecuencia de todo ello, tras muchos años posteriores plenos de restricciones, nos encontramos, con unas FAS, muy o bastante envejecidas de media; que no fueron ni son hoy en día, las más capaces psicofísicamente para realizar dichas labores y que en un alto porcentaje dedican los mejores efectivos, recursos económicos y gran parte del mejor material a labores muy plausibles y loables, pero de escaso valor militar para la Alianza (la UME).

La falta de un mayor número de unidades adiestradas para las rotaciones iniciales en las aperturas de misiones y el empecinamiento político de figurar en todo tipo de misiones propias, de la OTAN, la UE o la ONU, hace que las mismas Unidades con sus personas y materiales se vean implicadas en diferentes escenarios con muy poco espacio de tiempo entre las diversas actuaciones. Situación, que redunda en el comportamiento humano por el cansancio que supone y los problemas de conciliación familiar, principalmente entre las mujeres soldados, cuyo número va en aumento y que, debido a una mayor permanencia en filas, se suelen casar con otros soldados; matrimonios que en muchos casos y, como es natural, las lleva a tener hijos lo que supone un hándicap para poder seguir cumpliendo con su labor y contrato profesional. En definitiva, cambiar simplemente de boina, de reglas de enfrentamiento o de escenario con las mismas fuerzas de forma casi permanente y sin periodos de reposo, adaptación y conciliación suficientes no es la mejor fórmula para dotar estas misiones. 

Tras haber pasado una gran parte de mi vida profesional dedicado a diversos aspectos que tienen mucho que ver con las operaciones y el desgaste del material como: seis años piloto de pruebas de helicópteros y jefe de mantenimiento en dos unidades de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército (FATMET); siete de oficial de Estado Mayor en Mando de Apoyo Logístico (MALE); más de dos como fundador y jefe de Planes Operaciones y Seguridad del Mando de Apoyo Logístico a las operaciones de Apoyo a Bosnia (MALOG A/B), dos periodos de operaciones de seis meses en Bosnia y Kosovo; tres años en el Cuartel General de la OTAN, AFSOUTH (Nápoles) durante la operación de entrada y pacificación de Kosovo, Jefe de uno de los Regimientos que más contribuyen con hombres y bajas en las operaciones de Paz (Isabel la Católica nº 29 de la BRILAT) y segundo Jefe de la Nato Reaction Force nº 6 (NRF-6) -primera liderada por España y en la que participó como país mayor contribuyente de medios y fuerzas- creo poder decir con bastante acierto y conocimiento de causa que los medios, materiales y municiones empleados por las FAS tanto en los periodos de entrenamiento como en operaciones de cierta intensidad necesitan de importantes programas de mantenimiento, revisión, sustitución e incluso de modificaciones y reformas o adaptaciones a los nuevos componentes o medidas para su protección o mejora de funcionamiento.

Todos los materiales terrestres marítimos y aéreos están sujetos a dicho tipo de operaciones de mantenimiento en mayor o menor grado complejidad y coste. En muchos casos, estas macro revisiones o adaptaciones de actualización suponen no solo un gran periodo de tiempo para su ejecución, sino que precisan ingentes cantidades de dinero para ello. Todos estos procesos son muy afectados cuando por restricciones o recortes presupuestarios se ven aplazados en el tiempo, limitados en su alcance y profundidad e incluso eliminados. Cosa que, para nuestra desgracia, ha ocurrido y sigue arrastrándose en una gran parte de nuestros materiales críticos e importantes por lo que estos pueden llegar a quedar inoperativos, son menos eficientes por no acoger los sistemas más modernos o pierden compatibilidades con sus homólogos en otros ejércitos.

Los que tenemos cierta experiencia en estos menesteres somos conscientes de esta gran lacra y deficiencia, pero también se conocen por las casas fabricantes de los materiales originales, quienes, normalmente, llevan a efecto dichas reformas o modificaciones. Un Ejército que realiza o aplica durante un largo periodo de tiempo la mayoría de los principales planes de modernización, pierde gran parte de sus cualificaciones y capacidades y eso, no es un secreto de estado, se conoce en todo el entorno industrial y militar de las alianzas.

Los nuevos medios empleados en la guerra moderna a base de capacidades para el ejercicio de las guerras electrónicas; los medios de comunicación de datos por todo tipo y redes, incluidas las cibernéticas; capacidades de visión todo tiempo y ambiente y el empleo generalizado de potentes y efectivos sistemas de misiles inteligentes, contra misiles y drones precisan también de unas potentes inversiones que no se cubren con pequeños escarceos en estas tecnologías.

España, a pesar de que todo el mundo le reconoce su fuerte mejora en la situación de su economía e industria, sigue estando a la cola de los países que invierten menos en seguridad y defensa. Concretamente, en la OTAN tenemos el honor de ser el tercer país que menos invierte de todos los miembros; nuestro ratio en este gasto es algo menor del 1% y solo superamos en ello, y por los pelos, a Bélgica y en algo más a Luxemburgo. Como todos sabemos, dos grandes referentes internacionales por sus capacidades de todo tipo.

Trump sabe en que situación se encuentran nuestras fuerzas y material por sus propios informes militares y por lo que le comentan sus principales industrias de armamento; quienes, a su vez y a modo de compensación de inversiones en la defensa de Europa, tienen la capacidad y patente para realizar la mayor parte de dichas modificaciones y modernizaciones en dichos materiales. Por ello, es imposible engañarle y menos con burdos mensajes por parte de nuestro presidente o de su cada vez más falaz o escurridizo ministro de exteriores. Quienes con sus declaraciones al respecto insultaron la inteligencia de propios y a extraños el pasado día 3 de los corrientes.

Declaraciones como: que, aunque España gaste menos del 2% del PIB en Defensa, "lo gastamos de una forma muy activa" porque "nuestras Fuerzas Armadas son prácticamente las únicas que participan en todas las misiones de la OTAN a través de todas las fuerzas: aire, tierra, mar y fuerzas especiales". Desde el Gobierno se destaca que España ha desplegado 1.161 efectivos en misiones de la OTAN [2], 616 con la ONU y 757 con la Unión Europea. Además de formar parte de la Coalición contra el DAESH, donde 581 españoles colaboran en la formación del ejército iraquí. Pero, ambos obvian que España no ha participado en operación de combate alguna en ninguna parte –ni siquiera en Libia, Siria e Iraq a pesar de habérsenos invitado e insistido en ello- desde que salimos en fuerza de Iraq y posteriormente de Afganistán. Por mucho que presumamos de números, hay que reconocer que las misiones en las que actualmente participamos tienen mucho de testimoniales, nada decisivas militarmente, bastantes son de carácter de enseñanza militar específica y policial y con un grado de riesgo muy limitado en la mayoría de los casos por no tener previsto su entrada en combate.

Además, gran parte de nuestra participación en misiones de la ONU y de la UE se realiza fundamentalmente en benéfico propio –a fin de evitar o controlar, de diversos modos, el flujo de refugiados hacia España a través de Marruecos y Mauritania- y siempre a cargo de fondos procedentes de otros apartados de los presupuestos o de las mismas organizaciones para las que desplegamos. Fondos, que permiten rellenar, parcialmente algunas necesidades, que, por otro lado, serían imposibles de cubrir de otra forma [3]. Tema que el mismo ministro, insistiendo en su error de arrogancia y desprecio a los demás, lo zanjó con: "Somos el único país de la Unión Europea que ha participado en todas las misiones militares de la UE; o sea, que gastamos menos de lo que dice la OTAN, pero lo utilizamos muy bien", según informó Europa Press[4].

Expresiones y afirmaciones todas ellas muy vendibles y comprables en el mercado interno, máxime cuando, últimamente, el número de palmeros al gobierno ha aumentado notablemente. Pero, tratar de engañar y vender humo externamente contra realidades palpables es una tarea muy difícil, máxime, cuando el otro tiene bien claros los datos sobre la mesa. 

Algunos ya advertimos públicamente, que una vez les diera tiempo a los asesores de Trump a desempolvar la escasa información que tuvieran sobre Sánchez tras su inesperada toma del poder en España, dada la insignificancia que hasta entonces podía plantear, y vieran que es discípulo directo y aventajado de Zapatero, el hombre que humilló a su bandera en un desfile militar en Madrid y abandonó ante el enemigo un flanco de las fuerzas americanas en Iraq saliendo de prisa y corriendo, incluso dejando in situ gran parte del material propio por las prisas de la desordenada, por rápida e inesperada, retirada, nos mirarían con lupa y nos leerían pronto y bien la cartilla.

Sánchez lleva un mes en el Gobierno de España tras acceder con el apoyo más antinatural pensable; no ha realizado ni una sola conferencia de prensa o declaración de programa e intenciones de todo tipo en nuestro territorio desde entonces y que ha engañado a propios y extraños en muchos de sus pasos dados y totalmente contrarios a sus declaraciones previas; que pretenciosamente ha querido liderar acciones en Europa casi enquistadas relacionadas con el tema de la migración y ha vuelto a casa con más de lo mismo y alguna ración extra y que busca todo tipo de efectos especiales y fuegos de artificio. El mismo Sánchez, en pocos días deberá lidiar con un toro bravo, que, aunque él mismo y los medios aparenten no darle la importancia y el eco que tiene; personalmente, no se me antoja nada fácil, máxime por los avisos dados tanto por el toro como por el torero.

Si pretende acudir a Bruselas con los mismos, poco profundos y hasta casi jocosos discursos oficiales que han hecho tanto él como su ministro de Exteriores tras la carta recibida de Trump y la visita del Secretario General de la OTAN, puede que consiga el efecto totalmente contrario al pretendido. En estos temas de gasto en grado sumo y máxima defensa y ante las chulerías de los demás, las reacciones del presidente norteamericano pueden ser funestas e incluso letales.

Todos sabemos que tener Unidades o Cuarteles Generales internacionales desplegados en territorio nacional produce provechosos y variopintos réditos e incluso prestigio al país que los acoge; de ahí que los aliados estén siempre en liza para albergar este tipo de unidades. Ahora mismo estamos en un proceso de acoger uno de ellos de tipo aeronaval para el mando de la Operación Atalanta procedente del Reino Unido como consecuencia derivada del Brexit.

La OTAN no cuenta con mecanismos de expulsión entre sus estatutos y reglamentación; pero tampoco estos dicen nada en contra de aquello, por lo que se puede presuponer, que dicha posibilidad pueda ser planteada ante determinadas circunstancias y por alguien con la suficiente fuerza y capacidad de otro tipo de amenazas [5] para ello –en su día y en ciertos mentideros se llegó a barajar la posibilidad de expulsar a Grecia y/o a Turquía por causas diferentes pero, en ambos casos, se incluía un cierto y muy peligros acercamiento a Rusia-.

No es casualidad que cartas similares hayan sido enviadas a otros ocho países de la OTAN entre los que se encuentran Alemania e Italia, lo que hace suponer que la Administración norteamericana pueda estar empezando a pensar proponer, bajo una fuerte presión del socio más rentable y capaz, barajar una OTAN a dos velocidades como importante medida de convicción, a su vez, sobre los miembros más díscolos; o, lo que sería aún pero, como el paso previo a una gran reducción en algunos países, si es que estos, voluntariamente y sin causa justificada, no se avienen a cumplir con lo ya largo tiempo acordado. 

España, por tanto, podría estar entre ellos, por dos importantes motivos: no seguir estrictamente lo marcado en la Alianza y por estar jugando con dos barajas a la vez, al mismo tiempo que se niega a incrementar su gasto, ofreciendo Unidades a iniciativas militares de mucha menor entidad dentro de Europa pero fuera de la OTAN y la UE [6]. Iniciativas, pequeñas pero que, sin duda, distraen y restan esfuerzos e inversiones en la propia Alianza.

Los Estados Unidos comandados por Trump no se arredran a la hora de lanzar sus amenazas tanto a amigos y aliados como a extraños o enemigos; las hace de forma grosera y con muy poco o ningún tacto diplomático; pero, son suficientemente fuertes y entran en efectividad a las pocas horas de pronunciarlas. Estas mencionadas cartas, no son un buen presagio y, personalmente, no pienso que las haya remitido y firmado personalmente, tal y como parece, como un simple aviso a navegantes sin graves consecuencias. No tengo ninguna información de primera mano al respecto, pero tras estudiar sus comportamientos y decisiones drásticas y a la vista de lo que ha sucedido en otros casos de vital importancia, mucho me extrañaría que solo fuera así.

En cualquier caso, y aunque dicha posibilidad no estuviera ni por asomo en el horizonte, insisto en la necesidad de bajar las ínfulas o humos nacionales al intervenir España en Bruselas ya que,  el quedar muy significado y acorralado en un organismo como la OTAN supone siempre un paso atrás en la toma en consideración frente a los compromisos internacionales, una pérdida de prestigio dentro la Alianza y una falta de credibilidad para futuras intervenciones o propuestas en las que España se vea involucrada directa o indirectamente tanto en aquella como en la propia UE y en otros organismos internacionales. Pecados estos muy difíciles de ser perdonados y que, sin duda, supondrían un largo calvario y penar por los pasillos de las relaciones y lugares de enjuagues a varias bandas.

Las repetidas demostraciones españolas de grandeza y los muchos apoyos a iniciativas de todo tipo en la UE sobre temas de diferente calado y máxime aquellos referentes a las Políticas Comunes de Seguridad y de Defensa de la UE y los deseos de un posible liderazgo en la mayoría de ellas [7], podrían quedar anuladas, sino enterradas, si se nos enmarcase definitivamente como proscritos en la Alianza por no cumplir con los compromisos tantas veces asegurados.  

Quedar España aislada militarmente teniendo en los flancos y a tan cortas distancia a quien tenemos, principalmente por el sur, supondría una desprotección mayúscula y un auténtico caramelo fácil de ser disputado y devorado cual apetitoso bollo en la puerta de un colegio a la hora de la salida de los alumnos.

Espero que las cúpulas militares y de la seguridad e inteligencia del CNI, que no han sido tocadas por la “mano divina” tras el cabio de gobierno, sigan teniendo todas sus ideas tan claras tal cual, al parecer, las tenían hace algo más de un mes y sean capaces de convencer a la nueva ministra y al presidente del error de seguir por dicho camino.

Entramos en la OTAN -tras muchas dudas y cambios radicales de posturas internas- de la mano del PSOE y puede que sea este mismo partido el que, tras años de beneficios mutuos, nos saque de ella, por aquello de “a mí nadie me dice lo que debo hacer, ni cuanto, ni en que tengo que gastar mi dinero”. No me extrañaría nada que en este punto -tal como ya se constata en otros muchos de cierto calado en la política nacional vistos hasta el momento- también tenga algo o mucho que ver el indiscutible compañero de fatigas de Pedro, Pablo Iglesias y, que la doctrina a este respecto emane del muy conocido ideario de aquel que, incomprensiblemente y de la mano del PSOE en el gobierno, fue JEMAD; Julio “el rojo” como ya se le llamaba en sus tiempos de cadete en San Javier, quien ya se ha pronunciado varias veces, y no bien, sobre la OTAN y sigue teniendo un puesto de importancia o relevancia ideológica en Podemos.   

[1] https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/las-dificultades-de-la-otan-actual-a-la-hora-de-tomar-decisiones

[2] A lo largo de 2017, España ha estado presente en las siguientes operaciones y misiones de la OTAN cubriendo las dimensiones área, marítima y terrestre:

-          En Turquía se ha contribuido a la protección de su población contra la amenaza de misiles balísticos mediante el despliegue de una batería antiaérea Patriot y más de 140 efectivos.

-          En Letonia, en la Presencia Reforzada Avanzada, con más de 330 efectivos formando parte del batallón liderado por Canadá, aportando medios terrestres de gran capacidad. La participación española ha supuesto, de hecho, el primer despliegue en el exterior de medios mecanizados y acorazados de cadenas -seis carros de combate "Leopardo 2E", dos carros "Leopardo 2ER" de recuperación, catorce vehículos de combate de infantería VCI "Pizarro" y quince transportes oruga acorazados (TOA)-.

-          España ha contribuido durante cuatro meses a la misión de Policía Aérea en el Báltico con un destacamento de 4 aviones en Estonia, donde hemos llegado a contar con cerca de 130 efectivos.

-          En Afganistán, en la misión Apoyo Decidido (“Resolute Support”) hasta un máximo de 95 pax. en misión de instrucción y asesoramiento en Operaciones Especiales.

-          En las fuerzas navales permanentes de la OTAN, con una aportación muy significativa de medios navales y de efectivos.

-          En el Mediterráneo en la operación “Sea Guardian”

http://www.exteriores.gob.es/RepresentacionesPermanentes/OTAN/es/quees2/Paginas/EspañaOTAN.aspx

[3] Hay muchos países que basan gran parte de sus necesidades militares en los ingresos por participar en misiones sufragadas por Organizaciones Internacionales.

[4] http://www.elmundo.es/espana/2018/07/03/5b3b30c946163f564f8b4608.html

[5] Baste recordar los abandonos de EEUU bajo la presidencia de Trump de acuerdos de mucha trascendencia para el mundo sin, aparentemente, haber calibrado sus consecuencias. No quisiera imaginar que sería de la OTAN, si Trump, disgustado por o, gracias a la falta de rigor en otros, la abandona y el Reino Unido culmina su Brexit.

[6] https://mundo.sputniknews.com/defensa/201807011080039292-francia-presidente-quiere-crear-un-ejercito/

[7] https://elpais.com/internacional/2017/11/13/actualidad/1510587099_967631.html