Europa salva en Holanda el primer match ball frente al populismo

Miguel Ángel Benedicto/ Periodista y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea/Te interesa

El líder xenófobo del partido de la Libertad ha obtenido 5 escaños más que en 2012 y ha conseguido que su rival, el primer ministro Rutte, aumente su retórica contra la UE y la inmigración. Para esto último ha contado con la inestimable colaboración del presidente turco Recep Tayyp Erdogan. El problema que se avecina es que los partidos tradicionales terminen asumiendo la agenda de los extremistas. A medio plazo el elector podría acabar votando al original (Wilders) y no a la posible copia (Rutte).

La socialdemocracia ha sufrido una debacle. El partido Laborista, que ha gobernado estos últimos 4 años con Rutte, ha caído de 38 a 9 escaños y ni tan siquiera llega al 6% del voto. La coalición de gobierno con los liberales que ha introducido recortes en sectores como la sanidad le ha pasado factura. La dura derrota socialdemócrata junto a la pérdida de 8 escaños del partido Liberal (pasa de 41 a 33 diputados) refleja la caída de los partidos tradicionales, la ruptura del eje derecha-izquierda que imperaba en Europa y el disgusto con la élite política.

Los votos que pierden los partidos mainstream pasan a los que representan diversos intereses. Los Verdes, uno de los grandes vencedores, consiguen 14 escaños frente a los 4 que ganaron en los comicios de 2012. El partido por los Animales entrará en el parlamento con 5 diputados y el partido para los jubilados, 50Plus, sentará a 4 de sus miembros en el hemiciclo de La Haya. La Asamblea holandesa dará la bienvenida por primera vez a Denk, que representa los intereses de los inmigrantes musulmanes, con 3 escaños; y al partido antieuropeísta, Foro para la Democracia, con 2 diputados. Los dos partidos religiosos, la Unión Cristiana (CU) y el protestante y antiislamista Partido Político Reformado (SGP), han obtenido el mismo resultado de hace 5 años con 5 y 3 diputados, respectivamente.

Tras una campaña centrada en temas como la inmigración, el islam, el terrorismo, los recortes sanitarios y la identidad; el resultado final de las elecciones holandesas dibuja un espectro político muy fragmentado. Trece partidos han logrado entrar en el parlamento y solo cinco tendrán más de 10 representantes en la Cámara de La Haya. Entre los que han obtenido un buen resultado se encuentran los democristianos (CDA) con 19 escaños, seis más que la representación que tienen actualmente y el partido liberal-progresista, Demócratas 66, con cinco más que en 2012. El Partido Socialista, que representa a una izquierda más radical, tendrá 14 asientos en el hemiciclo al perder uno respecto a las últimas elecciones. Con estos resultados, se necesitará un mínimo de 4 partidos para formar la coalición de gobierno. Aunque Wilders no ha negado que quiera entrar en el futuro ejecutivo, el resto de socios de gobierno es muy probable que establezcan un cordón sanitario que lo relegue a la oposición. Al ultraderechista le podría interesar para seguir lanzando sus improperios xenófobos; en lugar de formar parte de un gobierno en el que tendría que rebajar su discurso.

Las negociaciones para formar ejecutivo en Holanda suelen durar una media de 3 meses. Su sistema está acostumbrado al pacto y al compromiso. Un consenso que el líder del partido de la Libertad ha querido romper con un discurso que busca el miedo a la diferencia y el conflicto; pero que conecta con parte de la población. Una sociedad que ahora se queja de que los inmigrantes reciben subsidios, pero es un asunto que lleva larvando desde hace cerca de 15 años; cuando surgió el ultraderechista Pim Fortuyn, asesinado a tiros por un ecologista radical, y tras la muerte del cineasta Theo van Gogh a manos de un islamista holandés de origen marroquí.

Wilders también ha plasmado un programa en contra de una UE a la que acusa de tener excesivas competencias en asuntos económicos, fronteras o terrorismo. Sin embargo, el desencanto de Holanda, país fundador de la UE, viene de largo. Quizás desde la ampliación de la UE a los países del Este y Centro de Europa de 2003 y agravado por los rescates tras la crisis financiera de 2008 y la entrada masiva de refugiados desde 2015.

El modelo social holandés es fruto de lo que denominan polder: las comunidades que cooperaban para ganar terreno al mar y prevenir las inundaciones. El solitario y ególatra Wilders ha intentado quebrarlo. De momento, el rompeolas holandés ha resistido. Pero las aguas populistas fluyen por una Europa cuyo próximo dique debería estar en la Francia que encabeza Marine Le Pen. 

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