Grave riesgo de guerra civil en Turquía
Javier Fernández Arribas/La Razón
Las alimañas que han perpetrado el brutal atentado en Ankara, capital de Turquía, con dos posibles suicidas que han segado 86 vidas, quieren fomentar la mayor destrucción posible porque el daño causado incita a la guerra civil. En las últimas semanas han muerto cada día una decena de personas entre policías, militares, kurdos del PKK y civiles. La violencia entre grupos turcos aumentó después de los atentados de los terroristas del Daesh contra el partido izquierdista y pro-kurdo HDP en Diyarbakir (5 junio con 4 muertos) y Suruc (20 de julio con 33 muertos). Qué mejor estrategia que enfrentar a los kurdos que estaban plantando cara al Daesh con el Gobierno del presidente Erdogan. Así viene ocurriendo desde julio. El presidente declaró la guerra a los terroristas del Daesh pero lo que hizo fue atacar posiciones de los kurdos del PKK, rompiendo el diálogo. El gran objetivo político radica en la repetición de las elecciones parlamentarias el 1 de noviembre porque no pudo formar gobierno en la cita anterior donde no alcanzó la ansiada mayoría en el Congreso para reformar la Constitución a su antojo en el llamado sultanato de Erdogan,. El partido kurdo había logrado superar el listón para entrar como grupo parlamentario en el Congreso. El atentado de Ankara es un arma de doble filo para Erdogan: el miedo puede hacer reaccionar a los votantes a su favor o el grave fallo de seguridad le puede penalizar gravemente. En cualquier caso, las reacciones y las venganzas acercan a Turquía al abismo de un grave enfrentamiento. Los terroristas necesitan el caos para sobrevivir y Turquía siempre ha sido un objetivo porque ha sido capaz de hacer más o menos compatible (con graves ataques contra la libertad de expresión y de información) la convivencia de la democracia y un gobierno islámico.
