Inspirado en la propaganda

Por Javier Fernández Arribas
 
Copenhague es el último escenario de un ataque terrorista con dos víctimas mortales, varios heridos de diversa consideración y el asesino abatido por la Policía. No es necesario insistir en que nadie está a salvo de esta barbarie deleznable que ha puesto en marcha un grupo de criminales y narcotraficantes que utiliza la propaganda y la violencia en sus peores grados imaginables como la decapitación o la quema de un ser humano vivo, para sembrar el terror y adueñarse del poder y el control de una rica zona petrolífera en Irak y en Siria. Un portavoz de los Servicios de Inteligencia daneses no ha tenido inconveniente en llamar a las cosas por su nombre: “las acciones de este terrorista están inspiradas por la propaganda del grupo terrorista DAESH y son una imitación de las perpetradas en París contra la revista Charlie Hebdo y el supermercado judío”.  El joven terrorista danés de 22 años, procedente de la delincuencia común, ametralló un café cultural donde se celebraba una jornada de reflexión y debate sobre las caricaturas y la libertad de expresión y después buscó una sinagoga para culminar su demencia terrorista. Una vez más, los hechos nos colocan ante la responsabilidad que tenemos todos, incluidas las fuentes oficiales y, por supuesto, los medios de comunicación, de abordar este delicado y grave problema con las imágenes y el vocabulario más adecuados.  Cuidar el lenguaje para que no sirva a los intereses propagandísticos de los terroristas que buscan causar la mayor y más profunda impresión de miedo y terror en personas de cualquier ciudad del mundo por su capacidad de acción con estos jóvenes captados en su mayoría a través de internet,  precisamente utilizando la forma errónea de comunicar de algunos medios occidentales. Inspiración en la propaganda e imitación de otros terroristas, son las claves del nuevo caso que tanta preocupación e, incluso, ansiedad puede crear en muchos europeos, por ser el viejo continente el lugar elegido para los últimos asesinatos. Por eso no hay que difundir las imágenes de los videos terroristas realizados con técnicas excelentes para sus intereses, ni mucho menos las de un terrorista rematando en el suelo a un policía musulmán francés, ni llamarles como ellos quieren (Estado Islámico), ni crear leyendas con apelativos llamativos como lobos solitarios. Nada de eso, no actúan solos, son hábilmente adoctrinados y dirigidos por internet. Sin dar lecciones a nadie, todos debemos aprender y aplicar la lección de la comunicación para luchar contra el terrorismo.

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