Opinión

La crisis de los refugiados y sus consecuencias

F. Javier Blasco, Coronel en la Reserva

Pie de foto: Imágenes de refugiados acampados en las calles de París el invierno pasado (AFP)

Hace pocos días que se cumplió el primer aniversario de la tristemente famosa y manoseada foto del cadáver del niño sirio siendo recogido en la playa por un soldado turco. Durante este tiempo han ocurrido muchas cosas, aunque a algunos, les parezcan pocas. Los refugiados siguen fluyendo hacia Europa aunque en algunos casos, un tanto más limitados como consecuencia de los costosos acuerdos alcanzados con Turquía para su retención y mayor “control”.

Siguen muriendo a miles en sus intentos de penosas y caras travesías por el mar Mediterráneo organizadas por las inhumanas mafias y el propio Estado Islámico. Las tradicionales rutas de dicho tránsito siguen abiertas a pesar de los esfuerzos de la UE para “controlarlas”.

La presión anterior hace que las “viejas” y casi en desuso rutas que les llevan hasta las vallas-alambradas fronterizas de Ceuta y Melilla hayan aumentado el número de usuarios, aunque para esta hazaña, solo los más fuertes y jóvenes están capacitados para intentarlo.

El número de refugiados aumenta en Europa y no todos ellos pueden ser medianamente controlados por la incapacidad de la UE y sus miembros en llegar a eficientes acuerdos y la tozudez de algunos de ellos en no aceptar las escasas y poco resolutivas leyes comunitarias al respecto. De hecho, algún miembros como Hungría, va a realizar en breve un referéndum popular para decidir si dichas medidas serán o no aceptadas en dicho país.

Los variopintos populismos, adoptan diferentes posturas con respecto a estos problemas, exigiendo la aceptación o el rechazo de los refugiados, según los territorios y la corriente imperante en ellos a este respecto.

En Alemania, empiezan a ver en peligro su futuro orden político por el auge y esplendor de partidos, hasta ahora irrelevantes, como el populista de derecha, xenófobo y anti europeo Alternativa para Alemania (AfD) quien se convertía este fin de semana en el segundo partido más votado tras el socialdemócrata SPD, sobrepasando a la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel en las elecciones regionales en Mecklemburgo-Anteporemania. Actualmente, el AfD ya ha llegado a tomar posiciones en nueve de los dieciséis länder en los que está dividido el país. Hecho este que ha llevado a levantar las alarmas y abierto la férrea lucha contra ellos por parte de la canciller germana con vistas a los próximos comicios regionales en Berlín y las elecciones generales dentro de un año en las que futura gobernabilidad del país está más que en entredicho.

En Francia, el actual gobierno socialista se encuentra en mínimos históricos de popularidad por, entre otras cosas, su errática política con los refugiados y la  descoordinación en su tratamiento. Hoy nos desayunamos con el anuncio de la creación de dos campos de refugiados “temporales” en el mismo París, iniciativa municipal que trata de luchar contra el incontrolado vagabundeo de estos por sus calles que, además, se ha visto incrementado tras el cierre de su paso por Calais; una de las primera de las consecuencias y no tan contempladas del Brexit.

El referéndum para dicho Brexit del pasado mes de junio fue un éxito en gran parte porque, ente otros puntos, se basaba en la no aceptación de la política de la UE con respecto a la inmigración y la obligatoriedad de aceptar los cupos marcados de refugiados.

En España, la alcaldesa de Madrid, desoyendo la política de prudencia del gobierno en funciones, hace honor a la pancarta colocada hace meses en la fachada principal de su ayuntamiento y anima a los “más fuertes” a no cejar en el empeño de seguir jugándose la vida en los asaltos a las mencionadas vallas y venirse a la capital, donde promete, que serán muy bien recibidos.

Turquía, al mantener la llave del flujo de los refugiados por el mar Egeo hacia Europa, ha sido muy poco criticada y nada sancionada tras la adopción de fuertes y extralimitadas medidas contra las personas e instituciones en su país y en la misma Siria contra los kurdos, aprovechando el pseudo autogolpe de hace unos meses y unas orquestadas y no muy bien aclaradas campañas terroristas realizadas por los constantemente combatidos y perseguidos Kurdos dentro y fuera del país.

las guerras en Siria e Irak no cesan y dichas campañas bélicas de distinto origen y destino final siguen produciendo bajas y aumentan el número de despojados de todo que solo encuentran en la emigración el punto de escape a una miseria o muerte casi cierta. 

La UE sigue paralizada en este campo como en muchos referentes a la nueva Estrategia Global sobre Política Exterior y de Seguridad, aprobada el pasado 28 de junio por el Consejo Europeo, sin objeciones, pero sin ninguna atención ni intención de implementación. Documento interesante, ambicioso aunque poco claro en alguno de sus puntos o escaso de desarrollos; pero, que tuvo la mala suerte de ser presentado ante el Consejo solo cinco días después de haberse producido la aprobación del Brexit. Por lo que, quizá por este motivo, o por una auténtica falta de compromiso por parte de los Estados, obtuvo un fácil visto bueno aunque sin más pena ni gloria como lo demuestra el hecho de que sobre dicho documento y sus contenidos no se hayan producido importantes ecos, objeciones o palabras de aliento. 

Seguimos perdiendo oportunidades y el tiempo se consume sin darnos cuenta de que todo lo que se pierde en este aspecto, jamás se recuperará. Los refugiados, siguen estando ahí, aquí y allí y, sin un gran control. Los problemas que ello acarrea siguen siendo muchos e importantes por mucho que, por lo repetitivo de la noticia, ya no sean motivo de grandes titulares en las primeras páginas de los periódicos de prestigio ni abran los grandes e importantes informativos televisivos.

Sus desgracias siguen creciendo, unos pocos son devueltos por haberse podido demostrar su no condición de refugiados; pero muchos, demasiados quedan aquí o siguen esperando coger la patera o saltar la valla con la esperanza de conseguirlo en el próximo intento o cuando puedan pagar el abusivo canon que se les exige. Las consecuencias de ello no desaparecen porque no ocupen los noticiarios o porque tratemos de ocultarlos en nefastos campos de refugiados. Continuamos sin una política eficiente al respecto ni tampoco existe voluntad alguna de arreglarlo de forma definitiva. Pensamos que con pagar unos miles de millones de euros a Turquía y hacer la vista gorda a las malas praxis del dictador Erdogan, todo estará solucionado y otros harán el trabajo sucio.

Los movimientos populistas, de uno y otro signo han encontrado el hueso donde hacer presa y lo emplean con mucho tino reprobando o impulsando nuevas y mejores medidas, según los casos, para solventar el tema. Posturas estas que les empiezan a otorgar pingües beneficios electorales y, de seguir así, pronto aumentará el número de países europeos en los que su gobernabilidad no esté asegurada o sea imposible, salvo que esta, pase por sus manos.  La supervivencia y el futuro de los partidos políticos tradicionales, que durante muchos años nos gobiernan, están llegando a su fin y algunos, no solo se resisten a verlo, sino que, lo estimulan, pensando solo en sus “cosas”.

Seguimos ciegos a la amenaza, ya ni siquiera nos acordamos de los actores principales que originaron y controlan los flujos de este desastre humanitario, de cuáles fueron y son sus objetivos y, al igual que ocurre en España con la ETA, porque llevan unos meses sin cometer actos terroristas en nuestras calles, creemos que están controlados y casi acabados. Que error tan grave. En no mucho tiempo, lo pagaremos muy caro; de eso, sí que estoy seguro. 

Solo una política común, reflexiva, costosa y valiente de la UE y sus aliados naturales para acabar con el origen del conflicto allá donde se produce podrá paliar en parte el problema y tras acabar con él, podremos en unos años, retornar a cada uno a donde le corresponde. De no hacerlo así, corremos dos importantes riesgos; llegar a contar con muchos gobiernos multicolores e incontrolables que acabarán rompiendo la mayor parte de los lazos que durante tantos años y con mucho esfuerzo nos hemos trazado o, que sucesivamente, uno a uno, sigamos el ejemplo del Reino Unido y provoquemos nuestro particular Brexit; lo que supondrá la desaparición definitiva de la UE.