Opinión

La mujer musulmana en Occidente

Isabel García

Tras el fenómeno migratorio que se ha producido de mujeres occidentales hacia los territorios controlados por Daesh, cada vez se extiende con más fuerza la percepción de que existe un fallo en la integración de la sociedad musulmana en Occidente como explicación al suceso. No obstante, y aunque no hay bases suficientes para establecer dicha relación, sí que es necesario conocer de cerca el nivel de islamofobia que existe tanto en Europa como en EE.UU y ahondar en el grado de discriminación que puede sufrir la mujer musulmana.

Y es que numerosas ocasiones son éstas las que son designadas como las víctimas de la opresión y discriminación atribuidas al Islam. Tanto es así que la Red Europea Contra el Racismo (ENAR) cataloga a las mujeres como las que sufren la mayor discriminación y odio religioso en Europa por su vestimenta. El símbolo más visible de la identidad musulmana femenina es el pañuelo y el debate sobre su uso ha sido controvertido en diversas sociedades, sobre todo en el caso de Francia, en donde se ha destacado la incomprensión por una gran mayoría de los franceses del significado y la función de esta práctica, así como de las reivindicaciones de las propias mujeres que se cubrían la cabeza. Se establece una relación entre el uso del pañuelo y una amenaza al orden político y las mujeres musulmanas son presentadas como víctimas de presiones familiares o sociales en el que el pañuelo simboliza la desigualdad de género. La prohibición del velo integral en Francia en 2011 ha contribuido a incrementar la hostilidad y los ataques físicos a este sector de la población.

En un estudio llevado a cabo por Casa Árabe en 2007, los entrevistados consideran que en la mayoría de los países europeos son las mujeres musulmanas que llevan pañuelo las que sufren una discriminación más aguda. De esta manera, las mujeres jóvenes que fueron entrevistadas señalan que les molesta y les ofende cuando la gente asume de manera automática que todas las mujeres musulmanas que llevan el pañuelo se ven forzadas a hacerlo. Además, varias entrevistadas mencionaron la dificultad de encontrar un trabajo o una vivienda en el caso de llevarlo.

El abuso parece ir más allá según un informe del Observatorio Europeo contra el Racismo y la Xenofobia (EUMC) que, en asociación con Allen y Nielsen (2002), llevó a cabo un análisis comparativo de los actos de violencia y discriminación en la Unión Europea después del 11S. En él los autores dirimieron tras el estudio conclusiones como que en el caso de Holanda los incidentes con más predominio fueron el abuso verbal y el tratamiento hostil y la víctima de estos abusos eran las mujeres musulmanas que vestían hijab. Asimismo, al igual que en los informes de Irlanda y Portugal, los autores señalan que en Suecia “las mujeres musulmanas y los niños en edad escolar, al igual que las mezquitas, eran los objetivos más identificables”. En el caso del Reino Unido apuntan que “las mujeres musulmanas que visten hijab son fácilmente identificables y son objetivo generalizado de abuso verbal, además de haber sido escupidas se les ha llegado a arrancar su hijab o han sido asaltadas físicamente”.

En el año 2006 EUMC hace público otro informe en el que la situación de las mujeres musulmanas parece no haber mejorado. El estudio señala que según la ONG CCIF (Colectivo contra la Islamofobia en Francia) entre octubre de 2003 y agosto de 2004, CCIF registró 26 casos de asalto verbal y físico, cuatro de ellos fueron considerados serios y alrededor del 70 por ciento de estos fueron dirigidos contra mujeres musulmanas que vestían  pañuelo. Este colectivo asegura además que entre el 80 y el 70 por ciento de las denuncias que recibe proceden de ciudadanas. Con respecto a EE. UU, casi la mitad de los encuestados declaraban sentirse incómodos al lado de una mujer que vistiera burqa y el 41 por ciento tampoco aprobaría tener un profesor musulmán en el colegio.

España

En el caso de España las denuncias por discriminación u odio musulmán han aumentado un 70 por ciento en el año 2015 según datos recogidos por la Plataforma Ciudadana Contra la Islamofobia, ascendiendo a 80 casos y las mujeres son las principales destinatarias de conductas de intolerancia extrema (El Mundo, 2015). “La presión y la desigualdad de trato es algo cotidiano para las mujeres musulmanas en España pero se ha ido recrudeciendo después de los atentados de Charlie Hebdo”, explica la Vicepresidenta de la Comisión Islámica de España, Amparo Sánchez Rosell.

El Ministerio del Interior refleja que ha habido un aumento de los ataques por islamofobia y que estos suponen un 40 por ciento de los delitos de odio que ha habido en el país. Datos de la Comisaría General de Información de la Policía de 2015 señalan que los ataques por islamofobia son los más habituales dentro de este delito. En Cataluña, una de las comunidades españolas con mayor presencia de musulmanes, la percepción general de las mujeres se sintetiza, según un estudio llevado a cabo por Carvalho, en la siguiente frase de una joven: “La gente me para en la calle y me dice que me quite mi pañuelo y me insulta, ¿por qué no se centran en la gente joven que usa drogas en los parques? En el aeropuerto y en otros controles policiales siento la presión de ser musulmana”.

Por tanto, se puede observar que las mujeres son las que sufren una discriminación más aguda y pese a que, tal y como se ha apuntado al comienzo, no se puede establecer una relación directa entre estos episodios y la fuga de mujeres occidentales hacia los territorios controlados por Daesh, hay que tener en cuenta que durante la adolescencia se sufre un periodo de definición de uno mismo dentro de la sociedad en la que se vive y que es más acusado en la segunda y tercera generación de las minorías étnicas. Estos episodios de discriminación que sufren las mujeres en relación a su símbolo de identidad como musulmanas pueden servir como germen de aislamiento dentro de la comunidad y de distanciamiento de la cultura de la sociedad donde viven, dejándolas más predispuestas a la propaganda extremista, que suele cultivar el sentido de pertenencia.