Las mujeres, armas de la guerra

Noor Ammar Lamarty

 "Me violaron delante de mi marido y de mis dos hijos. Me encerraron en casa de mi padre, donde estaba disponible para los soldados durante las 24 horas. '¡Musulmana inútil!', me gritaban los serbios. Hacían orgías durante días enteros."Maida Cupina, superviviente de la guerra del Genocidio Bosnio

1992, empieza una tragedia, una  que va a arrasar, violar, asesinar, y cometer uno de los genocidios más crueles de la historia de Europea. El genocidio de la guerra Bosnio-Serbia, que acabó con más de 8.000 bosnios musulmanes. Entre 1992 y 1995, entre 25.000 y 60.000 mujeres fueron violadas en Bosnia y Herzegovina; mujeres bosnias musulmanas vejadas y mutiladas (para no poder procrear más), durante prácticamente todo el asedio en contra de esta población y utilizadas como arma de guerra para los que querían exterminar la comunidad musulmana Bosnia, y la croata, con el fin de reinstaurar posteriormente la iglesia, y la comunidad mayoritariamente ortodoxa, todo lo contrario a lo que era antes, en un 80pc musulmana. 

De este genocidio no sólo quedan los restos de familias destrozadas, que a día de hoy viven observando como sus maltratadores, violadores y  asesinos de sus familiares siguen en libertad, sino que de esta barbarie hay más de 10.000 niños hijos de bosnias musulmanas y sus violadores serbios, que las dejaban en libertad en el séptimo mes de embarazo para que no pudieran abortar, la mayor parte de estos bebés que ahora rondan los 23 años, son jóvenes que representan la humillación y vejación del pueblo de origen de sus madres, de su comunidad religiosa maternal . Fueron repartidos entre orfanatos rusos, adopciones, y la mayoría de ellos están en paraderos desconocidos, no se hizo ningún seguimiento de ellos, sólo se sabe que muchos siguieron con sus madres.

Algunas decidieron vivir la incansable lucha de criar un hijo que les recordaría diariamente la desgracia que destrozó sus vidas y sus familias y sin embargo aceptaron criarlos en los campos de refugiados, al amparo de las mentiras de la guerra, haciéndoles creer que sus padres son bosnios héroes de guerra. Ni siquiera ellas saben quiénes son los progenitores de sus hijos, dada la cifra de veces que han sido violadas, y la cantidad de hombres que las han violado. La mayoría dicen seguir en  vida para sacar a delante a sus familias, afirman que de la otra manera se habrían quitado la vida ya.

 El trauma de las madres se ha perpetuado y estos jóvenes, hijos de la guerra, crecieron siendo niños inseguros, con grana apego y dependencia emocional, por el miedo a ser abandonados por sus madres y rechazados o estigmatizados por el resto de la sociedad que los ve como la perpetuación de uno de los peores crímenes contra la humanidad.

Según Naciones Unidas, la limpieza étnica se define como: “el propósito diseñado políticamente por un grupo étnico o religioso para eliminar de manera violenta y mediante el terror a la población civil de otro grupo étnico o religioso en un área geográfica”. En el caso de la violación, y en palabras de la organización Women Under Siege, las mujeres bosnias eran violadas para “ocupar vientres inferiores por esperma superior”. Las víctimas de este modo eran obligadas a quedarse embarazadas mediante la violación, y a llevar a término sus embarazos para traer al mundo hijos no musulmanes, la mayoría de ellas sufrieron su primera violación delante de sus familiares, las más jóvenes (desde niñas de 12 años) por sus padres y hermanos, las más mayores por sus hijos y maridos, todos maniatados con el fin de que fueran testigos de la vejación y la humillación de su grupo étnico.

“Solíamos venir en grupos de dos o tres. Entonces nos sacaban a una chica para los tres. La obligaban a desvestirse, y a nosotros nos decían: “vamos burros, os han mandado del cuartel para hacer lo que tenéis que hacer”. Las chicas tenían muchos moratones por el cuerpo, de unos 15 días de antigüedad. Ya habían sido violadas. Callaban, ni siquiera lloraban. No hacían nada”-Borislav Herak, primer miliciano serbio condenado por genocidio.

La ONU decretó la necesidad de ayuda psicológica y humanitaria para esas mujeres, pero lo el acceso a las medicinas, contempladas para las víctimas de la guerra como gratuitas, en la práctica son cedidas mediante el copago, y por lo tanto impiden a la mayoría de las mujeres que viven en la precariedad causada por la guerra acceder a la sanidad. De otra parte, el apoyo psicológico fundamental para la curación de síndromes postraumáticos es apenas existente. Según Amnistía Internacional, el 90% de estas mujeres no tiene acceso a la ayuda psicológica porque no hay suficiente personal. En las comunidades más pequeñas no hay siquiera especialistas que las atiendan. La reparación de sus heridas no sólo no se ha cumplido en estos años, sino que ha empeorado, dado que apenas 707 de las 20.000 mujeres documentadas como violadas recibe una ayuda como víctima de la guerra. A fecha actual es el único dato conocido. En cuanto a sus testimonios, de las 1000 mujeres que han testificado en los procesos contra los criminales, solo se ha condenado a 40 en todos estos años. Actualmente se acaba de confirmar la condena por genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra contra Radovan Karadzic, líder político de los serbios de Bosnia, durante la guerra de los Balcanes, que eleva su condena de 40 años a cadena perpetua.

Sin embargo, las víctimas no sienten la garantía de que no vuelva a suceder lo ya vivido, dado que siguen conviviendo con muchos criminales de guerra que no han sido ajusticiados. Ellas saben que su mayor arma es la verdad, pero también afirman que la el mundo no es consciente de su desgracia, ni siquiera conoce su historia, ni las protege como víctimas de guerra, por lo que el ideario de justicia no atisba su esperanza. Aquella que perdieron el día que la comunidad internacional permitió la tragedia inhumana de la depuración étnica de su pueblo.

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