Opinión

Magreb, China o Europa

Anwar Zibaoui

Pie de foto: Imagen del rey de Marruecos, Mohamed VI, y el presidente chino, Xi jinping, en la firma de acuerdos de colaboración.

En los últimos años, China ha conseguido un avance espectacular en el Magreb y África, regiones vecinas de Europa, e intenta reforzar los intereses mutuos y los vínculos diplomáticos para asegurar sus necesidades y reforzar su estrategia de crear un espacio económico que se extiende desde China a África a través de la India y Oriente medio.

Este movimiento debería alertar a los europeos del riesgo del cerco geo-económica. El Mediterráneo, es una de las anclas y la puerta de entrada en Europa para los productos chinos. Pekín ha adquirido el segundo mayor puerto griego, el Pireo, y negocia la gestión del puerto de Limassol. Además, tiene una gran terminal en el puerto de Barcelona.

En el Norte de África hay varios ejemplos; en Argelia va a construir un gran puerto, en Marruecos quiere participar en el proyecto del enlace fijo a través del Estrecho de Gibraltar, y en Egipto está creando una zona industrial en el canal de Suez. Mientras dos tercios de las importaciones de los países del Magreb vienen de la UE - España es uno de los principales socios con el 12 % del total-, vemos que el 60% de las importaciones alemanas de China son bienes que el Magreb también exporta, como textil, electrónica, mecánica y cuero.

La balanza comercial de la Unión Europea con los países de la región genera un excedente que apenas compensa la tercera parte de su déficit con China. Además, hay gran dependencia energética de la UE en los países del Magreb. Ejemplo de ello: casi 50% del gas de España proviene de Argelia. Las empresas europeas solo dedican el 2% de sus inversiones en los países de la orilla sur y el 3% en África. Mientras, China aumenta sus esfuerzos de inversión en un 15% en el Magreb y un 20% en África.

La UE no tiene un plan geo-económico coherente para el Magreb y África. China construyó cuatro rutas de la seda, una en Asia Central, otra por el océano Índico, una tercera a través del ártico, y una cuarta que es una extensión de la Península Ibérica hacia la África Atlántica y el Golfo de Guinea. Los temas económicos y de inversión deben introducirse en un amplio debate que con demasiada frecuencia está dominado por cuestiones de seguridad y de inmigración con el Magreb.

Es imprescindible lanzar nuevas propuestas audaces. La UE, y particularmente España, deben implicarse; hay que priorizar una estrategia y una buena respuesta para evitar el cerco y  ver el patio mediterráneo y sus conexiones controlados por empresas estatales chinas. Sino, es muy probable que la UE quede atrapada en la red de las rutas de la seda.