Malos candidatos

Javier Fernández Arribas

A la hora de evaluar la recta final de la campaña electoral para la presidencia de los Estados Unidos hay que ser realista para cumplir con el compromiso y responsabilidad que asumimos quienes escribimos análisis con argumentos que contribuyen a formar opinión. Con la modestia imprescindible, la verdad es que los dos candidatos para ser inquilino/a de la Casa Blanca durante los próximos cuatro años son malos. No se descubre nada nuevo, pero hay que tener claro el punto de partida a la hora de tratar de explicar que Hillary Clinton es la opción menos mala. Y no es cuestión de partidismo a favor de los demócratas frente a los republicanos, precisamente porque ni los republicanos reconocen a Donald Trump como el candidato que hubieran deseado. Tenemos a un populista, zafio televisivo, especulador con los impuestos y machista indeseable como posible presidente, a pesar de todos los pesares. Enfrente tenemos a una candidata demócrata que genera el rechazo de más de la mitad de los norteamericanos, algo menos que el propio Trump, y que es considerada en las encuestas como mentirosa, ambiciosa y manipuladora.

Hillary Clinton ha dedicado toda su vida a lograr ser la primera mujer presidenta de los Estados Unidos. Su camino comenzó en la universidad, continuó con la competencia e infidelidad de su marido, Bill Clinton, y con la amarga imposición de ser apoyo del primer presidente negro de la historia norteamericana. Una historia de perdedora que ha superado múltiples obstáculos para llegar a la cima y que contempla ahora cómo algunas de sus dudosas actuaciones han emergido del fondo de los archivos del FBI para quitarle prestigio hace pocos días y para darle oxígeno a última hora. El problema añadido de esta elección es que los ataques sin piedad para descalificar al adversario han primado sobre las propuestas electorales. El muro en la frontera con México es lo que se recuerda de Trump y la reivindicación para las mujeres es lo más destacado de Hillary.

Muchos norteamericanos prestan sus oídos a propuestas populistas porque la crisis les obliga a vivir con un 40% menos de salario, y cualquiera que les promete cambiar esa situación es escuchado, aunque sea inviable por el momento. Ocurre algo parecido en Europa. Así nos va. La cuestión en Estados Unidos pasa por una verdadera recuperación económica de los trabajadores de las clases baja y media, lo demás dará alas a la incertidumbre e inestabilidad para todo el mundo.

Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato