Opinión

Marruecos, Argelia, los dos referentes del Magreb

Por Ramón Moreno Castilla
Foto: Argelia y Marruecos son los dos países estratégicos del Magreb, pero las diferencias políticas entre ambos Estados son enormes. 
 
El Magreb, como es sabido, lo conforman  en el Este-Norte-Oeste del continente africano: Libia, Túnez, Argelia, Marruecos y Mauritania; si bien, algunos autores hablan del “Magreb central” o “Magreb histórico”, al considerar que Túnez, Argelia y Marruecos fueron los ejes de esta geoestratégica región de África, a la que posteriormente se unieron los dos países “periféricos”, Libia y Mauritania. El 17 de febrero de 1989 se firmó en la ciudad de Marrakech la constitución de la Unión Magrebí Árabe (UMA) por los entonces mandatarios de los cinco países signatarios: el rey de Marruecos, Hassan II; el presidente de Túnez, Zine El Abidine Ben Ali; el presidente de Argelia, Chadli Benyedid; el presidente de Libia, coronel Muammar Al Gaddafi; y el presidente de Mauritania, coronel Maauya Uld Sidi Ahmed Taya.
 
Pero los dos países auténticos referentes del Magreb son Marruecos y Argelia. Y para analizar algunos aspectos de las trayectorias de ambos Estados árabes desde que accedieron a su independencia, en marzo de 1956 y en julio de 1962, respectivamente, debemos hacer un somero balance de estos casi 60 años. Constatamos que ambos países han seguido caminos opuestos (Monarquía-República) y enfrentados (asunto del Sáhara), que para nada contribuyen a la estabilidad del Magreb. ¿No será, porque ambos Estados quieren erigirse en potencia hegemónica en la zona? En lo que respecta a Marruecos, hay que resaltar el papel fundamental de la Monarquía Alauita cuyos tres últimos monarcas, Mohamed V, verdadero artífice de la independencia del país; su hijo Hassan II, con sus transformaciones políticas; y su nieto, el actual Rey Mohamed VI, con sus reformas aperturistas y políticas sociales, han logrado la reunificación territorial, la paz y la concordia entre el pueblo marroquí, así como, el desarrollo imparable del país. La independencia de Marruecos fue menos traumática que la de Argelia. Marruecos era protectorado francés, con una pequeña parte cono protectorado español, y había perdido su independencia por el Tratado de Algeciras de 1912. 
 
Mientras la parte española se enfrentó a la lucha armada emprendida por Abd-el-Krim, la parte francesa quedó bajo el dominio del régimen de Vichy al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Las tropas aliadas desembarcaron en 1942 y dejaron la zona integrada en la Francia libre. Finalizada la guerra, el Sultán Ben Yussef, convertido luego en el Rey Mohamed V, tomó parte por los nacionalistas del Istiqlal (independencia), cuyas acciones, estimuladas por el fracaso francés en Indochina, lograron el regreso de su confinamiento en Madagascar. El nuevo Rey Mohamed V se lanzó a una frenética política de reivindicaciones, solicitando la anexión de Ifni y el Sáhara, así como de Ceuta y Melilla; y protestando enérgicamente, al constituirse en 1960 el Estado de Mauritania, argumentando que el territorio formaba parte del Estado marroquí. Es evidente que aquí Francia, como exmetrópoli, jugó sus cartas para impedir lo que consideraba expansionismo marroquí, cuya concepción del ‘Gran Magreb’ le llevaba hasta el Río Senegal (frontera entre Mauritania y Senegal).
 
Mohamed V muere en 1961, y Hasan II le sucede en el Trono, promulgando la Constitución de 1962, que suspendió en 1965 para asumir personalmente todos los poderes del Estado. Ese mismo año, el líder de la oposición Ben Barka es asesinado en París. Hasan II tuvo la mala suerte de ser protagonista de la Guerra Fría; y mientras Argelia se decantaba por el bloque soviético, Marruecos se alineó con Occidente, en especial con Estados Unidos. El reinado de Hasan II fue, ciertamente, turbulento: hubieron años de plomo, se enfrentó a varios complots y a dos golpes de Estado (en el fallido golpe de Estado de Sjirat, en 1971, murió el médico personal del monarca, padre del actual embajador del Reino de Marruecos en Madrid, Fadel Benyaich). Hasan II tomó con mano de hierro las riendas del país, y logró sacar adelante sus reformas políticas y agrarias, consiguiendo la seguridad alimentaria para toda la población.  Hasan II fue el precursor de la actual política marroquí; y un caso paradigmático de su aperturismo político, lo constituyó el nombramiento del socialista Abderrahman Yusufi de la USFP, que fue primer ministro de 1998 a 2002; y cuyo predecesor fue Abdellatif Filali, siendo su sucesor, Driss Jettu. Hasan II trazó las fronteras de Marruecos y consolidó el Estado, con la recuperación del Sáhara. 
 
La política de su reinado, en clave nacionalista, se caracterizó fundamentalmente por cuatro ejes principales: Política Exterior e Interior, Fuerzas Armadas, Economía y Religión, haciendo valer su condición de ‘Comendador de los Creyentes’. Su hijo, Mohamed VI, que fue proclamado rey el 30 de julio de 1999, es el heredero también de la política de su padre -imprimiéndole su toque personal-; y el hacedor del Marruecos actual, en el que todavía quedan muchas cosas por hacer (Ver, ‘Mohamed VI: 15 años de fructífero Reinado’). No es anecdótico que en el discurso real para conmemorar sus 15 años de reinado, Mohamed VI diera otra vuelta de tuerca, instando a los poderes fácticos, fuerzas políticas e instituciones a involucrarse más en las múltiples reformas emprendidas por el soberano marroquí para consolidar el estado de bienestar, el desarrollo y la prosperidad de su pueblo. Marruecos es actualmente una consolidada monarquía parlamentaria con la nueva Constitución de 2011, donde se observa la alternancia política y se respetan los resultados electorales en unos comicios libres y democráticos; y donde los derechos humanos y los derechos de la mujer son una constante del quehacer real. ¿Qué es de Argelia? Veamos: La lucha por la independencia de Argelia fue la más violenta de los países del Magreb. 
El gran número de colonos franceses (Argelia era considerada “provincia” francesa) asentados en suelo argelino, y su numantina resistencia a su repatriación hacia la metrópoli fue muy tenaz; y esa numerosa población europea creó la temible OAS, integrada por generales de prestigio, para responder así a los continuos atentados independentistas (recuérdese la galardonada película del cineasta italiano, Gillo Pontecorvo,  'La Batalla de Argel', que describe los métodos extremistas, de unos y otros, en la Argelia colonial). En esa época, Argelia era el granero de África y sus exportaciones agrícolas iban destinadas casi en su totalidad al mercado francés. En octubre de 1945, un grupo de nacionalistas encabezados por Ahmed Ben Bella fundaron el Frente de Liberación Nacional (FLN) que inició una insurrección en noviembre del mismo año. En 1956, la mayoría de las organizaciones nacionalistas de Argelia confluyeron en el FLN; siendo las mayores fuerzas políticas arraigadas entre la población árabe fuera del FLN, el Movimiento Nacional Argelino dirigido por Messali Hadj y el Partido Comunista argelino. 
 
El conflicto de Argelia, al contrario que el de Marruecos, provocó una gran crisis política en Francia; y destacados intelectuales como Jean-Paul Sartre criticaron públicamente los métodos represivos empleados. Ello propició la llegada al poder en 1958 del general Charles De Gaulle, quién optó por reconocer el derecho a la autodeterminación del pueblo argelino.  Cuando Argelia alcanzó la independencia, el intelectual moderado Ferhat  Abbas se hizo cargo del gobierno provisional hasta septiembre de 1963, cuando dimitió por la decisión del FLN de establecer un partido único, bajo la dirección de Ben Bella. En el seno del FLN  se libró una cruenta lucha por el poder, surgiendo varias facciones que se polarizaron en dos bloques: el grupo de Ben Bella, más izquierdista y socialista y la dirección en el exilio del FLN encabezada por el expresidente Abbas. Ben Bella, el primer jefe de Estado de Argelia, fue derrocado en un golpe de Estado en 1965, siendo sustituido por Huari Bumediene; y ahí comenzó la verdadera tragedia de Argelia, que se refleja en su situación actual de inestabilidad política y social.
 
Así lo relata en su libro ‘La Colonie Française en Algérie. 200 Ans D’Inavouable.  Rapines & Péculats’ el periodista Lounis Aggoun, cuando dice: "En 1962, una nueva forma de colonización empieza en Argelia, y conserva los aspectos más sombríos de la precedente”. En Argelia sigue mandando el DRS (servicio secreto militar), que practica la estrategia de la tensión, rama de la guerra psicológica (“mejor ser temido que querido”), que causó la muerte de 150.000 argelinos; y donde el reelegido presidente Abdelaziz Buteflika (que nació en Uchda, Marruecos, el 2 de marzo de 1937) es una mera figura decorativa. ¿Se respetan los derechos humanos en Argelia? ¿Y en los campamentos de refugiados de Rabuni y Tinduf? Argelia, de ser el país más rico del mundo árabe, y con las mayores reservas del planeta en hidrocarburos (petróleo y gas), tiene la población más mísera, en comparación a los países del Golfo. Argelia es, además, el primer importador mundial de trigo. ¿Dónde ha ido a parar la inmensa riqueza generada por el petróleo? ¿Para qué sirve realmente Sonatrach? 
 
En resumen, mientras Marruecos es un país estable y un muro de contención contra el fundamentalismo islámico, Argelia, en la que no hubo transición política, es un país convulso, que no sólo alienta a los grupos terroristas yihadistas, sino que exporta el terrorismo más allá de sus fronteras. Precisamente, la ex secretaria de Estado USA, Hillary Clinton, que acaba de publicar su segundo libro de memorias titulado 'Hard Choices',  reconoce la existencia de un importante lobby argelino, y dice que Argelia es un país complicado, que siempre sacaba la carta del Polisario. Lo que se corresponde con lo que escribe el periodista Abdellah Chahboun, en una crónica fechada en Ginebra el 7 de agosto de 2014, cuando denuncia que “Argelia moviliza diplomacia y recursos petrolíferos para su agenda anti-marroquí”