París-Rabat: Trascendencia estratégica

                                                                                                                       Por Javier Fernández Arribas

En estos tiempos resulta imprescindible toda la colaboración antiterrorista posible entre aquellos países amenazados por los criminales fundamentalistas. El cese de la colaboración de Marruecos con Francia desde hace 10 meses preocupa en todos los ámbitos europeos por el gran valor de la información de los servicios marroquíes, ratificado por los españoles. Por desgracia, los 12 asesinatos en el semanario francés Charlie Hebdo, el de una policía y el de 4 rehenes en París han demostrado la imperiosa necesidad de cruzar todos los datos, indicios, soplos e intuiciones de todos los servicios de inteligencia para no perder el control de los yihadistas que regresan de Irak y Siria para golpear duro contra los objetivos que más anhelan y donde más daño puedan causar.  Aunque en el caso de los hermanos Kouachi, presuntos asesinos  en el peor atentado sufrido por Francia en los últimos años, y el de Amedi Coulibaly los servicios de seguridad franceses les tenían fichados y supuestamente controlados, sobre todo al mayor de los hermanos, según ha confirmado el primer ministro Manuel Valls.

Fuentes de los servicios de inteligencia españoles confirman que hace algún tiempo que se prestan a servir de puente entre Rabat y París cuando reciben informaciones sensibles que afectan a la seguridad gala. La relación profesional y personal entre los integrantes de las fuerzas de seguridad hispano-marroquíes es excelente y se complementa por una cooperación judicial leal y eficaz interpretada diariamente por los representantes de cada uno de los dos países en las instituciones vecinas. La cooperación antiterrorista y la judicial representaba el meollo de los intercambios con unas 190 comisiones rogatorias anuales, la mayoría de terroristas marroquíes;  pero también hay que valorar los resultados de la colaboración contra el crimen organizado, el tráfico de drogas, el de personas y el de vehículos de alta gama. Los ciudadanos de a pie de Francia y de Marruecos sufren las consecuencias por las trabas que encuentran a gestiones para su vida familiar o económica o social. 

Los responsables españoles tratan de que se restablezcan los intercambios entre Marruecos y Francia, aunque no son demasiado optimistas y se remiten al inusualmente corto y escueto comunicado de condena del rey Mohamed VI de los asesinatos en el semanario francés. El propio monarca marroquí escenificó estas navidades las malas relaciones con Francia al elegir para sus vacaciones Turquía en lugar de su castillo de Betz, al noroeste de París. Los problemas surgieron en febrero del año pasado cuando agentes de la policía judicial francesa intentaron llevar ante un juez francés a Abdelatif Hamouchi, director de la Dirección de Supervisión del Territorio (DST), la policía secreta marroquí, que se encontraba en la embajada marroquí en París. Hamouchi negó las acusaciones de tortura que se esgrimían contra él y abandonó Francia. Rabat reaccionó suspendiendo públicamente la colaboración judicial y después la policial y la de los Ministerios del Interior. Además, algunos medios en la capital marroquí reprochan al gobierno socialista de Francois Hollande dedicar más y mejor atención a Argelia.

La decisión de normalizar las relaciones depende directamente del Rey, como ocurrió cuando se produjo un incidente en el Mediterráneo con un helicóptero militar español y, después de bastantes meses de bloqueo de las relaciones, la solución provino de una gestión personal del rey Juan Carlos con Mohamed VI en Marrakech tras el atentado contra el café Argana en 2011 que causó 17 muertos.

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