Opinión

París y Roma, divididos por sus fines estratégicos sobre Libia

Antonio Sánchez-Gijón/CapitalMadrid.com

Pie de foto: Italia cuenta con el apoyo de Estados Unidos, y París apoya al ge­neral Haftar

La di­vi­sión exis­tente entre las fuerzas po­lí­ticas li­bias, que se acentúa a me­dida que se acerca la fecha en que de­be­rían ce­le­brarse elec­ciones ge­ne­rales bajo el am­paro de la cons­ti­tu­ción apro­bada en 2017, se ha tras­la­dado al frente di­plo­má­tico oc­ci­den­tal, con tomas de po­si­ción opuestas entre Roma y París.

Italia, que no tiene prisa en que se celebren las elecciones antes de que el país se haya estabilizado, cuenta con el apoyo de Washington, y ha respaldado hasta ahora a Faiez Serraj, presidente del gobierno patrocinado por la ONU o de Concordia Nacional (GCN). Francia desea que se cumpla el calendario establecido según el plan de la ONU, para la celebración de elecciones en diciembre próximo.

La crisis ha estallado como resultado de unas declaraciones del embajador italiano ante Trípoli, Giuseppe Perrone, en que abogaba por celebrar las elecciones sólo cuando se hubiese alcanzado la reconciliación nacional, diciendo implícitamente que el clima político actual, de gran inestabilidad, no ayudaría a que se formase un parlamento y un gobierno estables.

La diplomacia de París tiene hecha una apuesta por el general jefe del irregular pero competente Ejército Nacional Libio, Jalifa Haftar. Muy fuerte en la región oriental de Cirenaica, Haftar, ante lo que cree una ofensiva de Roma para dilatar la elección parlamentaria, ha llegado a apelar a la ayuda de Rusia.

Washington apoya a Roma. El nombramiento diplomático de Perrone fue saludado por el anterior enviado de Washington a Libia, Jonathan Winer, “como una gran elección”. Se recordará que en julio pasado el primer ministro Giuseppe Conte visitó Washington para conferenciar con el presidente Trump. Entonces Conte dijo que Italia no tenía prisa en que las elecciones se celebrasen en noviembre o diciembre, sino cuando se diesen las condiciones adecuadas.

El hecho de que tanto Conte como Trump sean vistos por algunos gobiernos europeos como representantes de una suerte de populismo internacional, añade tensión a un posible distanciamiento entre Roma y París por esta cuestión, en momentos en que la armonía europea es más necesaria, sobre todo si se tiene en cuenta que la postura de Italia en la cuestión de las migraciones ilegales hacia Europa ha dado como resultado su reducción drástica, gracias entre otras cosas a la cooperación italiana con la guardia costera libia y su apoyo al presidente Serraj.

El parlamento oficioso instalado en Tobruk está dilatando dar su aprobación al plan del gobierno oficial de Trípoli, de celebrar elecciones antes de final de año, en lo que parece un intento de asegurarse una gran influencia en el parlamento nacional que salga de las elecciones y en el gobierno que se forme.

El parlamento de Tobruk respondió airado a Perrone, declarándole de modo formal “persona non grata”. Y Haftar ha visto en las palabras del embajador el deseo de que se retrasen las elecciones, así como la comprobación de que Italia se opone a que él sea nombrado ministro de Defensa en el nuevo gobierno nacional. Paradójicamente, algunas tribus que cuentan con fuertes milicias irregulares se oponen a Haftar por considerarlo un hombre de Washington. Debe tenerse en cuenta que algunas de esas tribus cuentan con el apoyo de Turquía y Qatar, que han armado a las milicias seguidoras de los Hermanos Musulmanes. Hoy por hoy, sin embargo, Haftar parece ser el hombre de París.

El gobierno italiano, por boca de su ministro de Exteriores, Enzo Moavero Milanesi, ha reaccionado a la negativa reacción de Haftar anunciando su deseo de encontrarse próximamente con él. Para noviembre está prevista la celebración de una conferencia internacional sobre Libia en la capital italiana, y es previsible que a ella acuda Haftar como ya hizo en otra anterior celebrada en Roma.

El ministro italiano de Exteriores, Matteo Salvini, realizó en junio una visita a Trípoli que dio por resultado una más estrecha colaboración con Italia para la contención de los flujos migratorios hacia Europa, y que ha surtido efecto como muestra el desplazamiento de esos flujos hacia España. Madrid acaba de unirse a Roma en el programa de refuerzo de la guardia costera libia, de entrenamiento de su personal.

Libia, por su parte, da muestras de ser capaz de articular políticas que merezcan el apoyo de los países europeos. La pasada semana se celebró en Jartum una conferencia de ministros de Sudán, Níger, Chad y Libia para crear una asociación para reforzar el control de las fronteras, la lucha contra tráficos ilícitos, entre ellos el de personas, terrorismo, drogas, etc.