Opinión

Plan de acción de la UE contra la desinformación

Carlos Penedo

La Unión Europea ha decidido elevar hasta cinco millones de euros su presupuesto destinado para luchar contra la desinformación, como denomina acertadamente a las fake news, noticias falsas e información averiada de generosa circulación en redes. Aunque el volumen económico se haya triplicado en escasos meses, el modestísimo presupuesto y su orientación, sobre todo localizar artículos de medios y webs sospechosos de favorecer al Gobierno ruso, enmarcan el problema y las soluciones propuestas en una dimensión concreta, modesta, lejos de la gran amenaza existencial para la UE y sus países miembros como a menudo se presenta.
¿Amenaza existencial? Aquí algunos ejemplos:

- En palabras de la alta representante y vicepresidenta Federica Mogherini, "la salud de la democracia depende de que haya un debate abierto, libre y justo. Tenemos el deber de proteger este espacio y no permitir que nadie siembre el odio, la división y la desconfianza en la democracia. Como Unión Europea, hemos decidido actuar juntos y reforzar nuestra respuesta para impulsar nuestros principios y mejorar la capacidad de resistencia de nuestras sociedades, tanto dentro de nuestras fronteras como en los países vecinos. Es la manera europea de responder ante uno de los grandes desafíos de nuestra época".

Para Andrus Ansip, vicepresidente responsable del Mercado Único Digital, "debemos estar juntos y aunar fuerzas para proteger nuestras democraciasfrente a la desinformación. Hemos observado tentativas de interferir en las elecciones y referéndums, y las pruebas apuntan a Rusia como principal fuente de esas campañas. Para hacer frente a estas amenazas, proponemos mejorar la coordinación con los Estados miembros a través de un sistema de alerta rápida, reforzar nuestros equipos dedicados a desenmascarar la desinformación, aumentar el apoyo a los medios de comunicación y los investigadores e instar a las plataformas online a cumplir sus compromisos. Luchar contra la desinformación requiere un esfuerzo colectivo".

Una novedad es que ya se habla directamente de Rusia como emisor de desinformación, sin complejos ni precauciones, sin aportar pruebas y descartando por tanto otros orígenes o intereses no políticos (mucha de la basura informativa en circulación busca generar tráfico e ingresos económicos).
En cualquier caso, cinco millones de euros como respuesta a uno de los grandes desafíos de nuestra época no parece costoso. Sin embargo, es mucho más lo que la UE plantea relacionado con la desinformación (aquí artículos de este mismo blog sobre el asunto), que se ha ido enfocando hacia las plataformas tecnológicas por donde circulan los contenidos; ahí se percibe la capacidad de actuación de la Unión, sus competencias y focaliza su ambición.
Descartada la censura que rondaría el control de contenidos, la UE se centra en el canal; conscientes de que incidir en la calidad del agua es una tarea de medio y largo plazo, regulemos hoy el grifo.
Como culminación a un año 2018 muy activo, el pasado 5 de diciembre se presentó el llamado Plan de Acción contra la Desinformación, que los responsables comunitarios ligan a las próximas elecciones de mayo de 2019 como gancho de actualidad.
A la parte más directamente relacionada con la información la UE lo llama "Mejora de la detección", pues se centra en detectar ejemplos de mercancía informativa de calidad discutible aparentemente a favor de intereses rusos, con lo que se elabora un boletín electrónico semanal;  con algo de generosidad se puede enmarcar estos trabajos bajo la etiqueta de comunicación estratégica.
Los otros tres grandes ámbitos del Plan son, por una parte, una Respuesta coordinada: se creará un sistema específico de alerta rápida entre las instituciones de la UE y los Estados miembros para facilitar el intercambio de datos y la evaluación de las campañas de desinformación y para emitir en tiempo real alertas de amenazas de desinformación. Además, las instituciones de la UE y los Estados miembros se centrarán en una comunicación proactiva y objetiva sobre los valores y políticas de la Unión, afirman.


Plataformas e industria online: movilizar al sector privado, dice la UE, cuya traducción es que las plataformas digitales a las que se obligó en septiembre a firmar un código de buenas prácticas (Facebook, Google, Twitter y Mozilla) "deberán aplicar rápida y eficazmente los compromisos contraídos al firmarlo y centrarse en medidas urgentes de cara a las elecciones europeas de 2019". Esto incluye, en particular, "garantizar la transparencia de la publicidad política, intensificar los esfuerzos por cerrar las cuentas falsas, identificar todas las interacciones no humanas (mensajes difundidos automáticamente por 'bots') y cooperar con verificadores de datos e investigadores universitarios para detectar campañas de desinformación y hacer que los contenidos verificados sean más visibles y gocen de mayor difusión".
Sensibilización y empoderamiento: junto a campañas de información específicas, las instituciones de la UE y los Estados miembros fomentarán la alfabetización mediática a través de programas especializados. Se apoyarán equipos nacionales multidisciplinares compuestos por verificadores de datos e investigadores independientes que detecten y desenmascaren las campañas de desinformación en todas las redes sociales.
De cara a las elecciones europeas, el sistema de alerta rápida se introducirá a más tardar en marzo de 2019, medida que se completará reforzando los recursos correspondientes.
Como máximo a finales de 2018, se dijo a comienzos de diciembre, los signatarios del código de buenas prácticas deberán presentar a la Comisión el primer informe sobre su aplicación, que la Comisión publicará en enero de 2019. Entre enero y mayo, las plataformas online deberán informar mensualmente a la Comisión. La Comisión también evaluará exhaustivamente los 12 primeros meses de aplicación del código. "Si su aplicación y sus efectos resultaran insatisfactorios, la Comisión podrá proponer nuevas medidas, incluso de carácter reglamentario".
La UE acecha aparentemente a las plataformas digitales, en un momento en el que se debate a nivel europeo y nacional la implantación de algún tipo de impuesto tecnológico; cuando la actualidad pone también sobre la mesa excesos cometidos a costa de la privacidad de los datos personales de los internautas; cuando se está produciendo una lucha empresarial directamente por la supervivencia entre plataformas digitales y medios de comunicación convencionales (editores de noticias); se mezcla interesadamente información con ciberamenazas y ciberdelitos; y se añade a lo anterior como ingrediente también la desinformación, elemento que no es único ni mayoritario ni explica por si solo el proceso en marcha.