Opinión

Populismo en el poder

Javier Fernández Arribas

Brasil se suma a los países donde el populismo más descarnado, sin tapujos, recibe el apoyo de una buena parte de los ciudadanos para alcanzar el poder. Quedan tres semanas para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en el país más grande de América Latina, casi un continente en sí mismo donde 147 millones de votantes deciden el futuro más inmediato de los 202 millones de brasileños.

Quien ahora se lleva las manos a la cabeza no ha querido ver durante los últimos meses o años cómo la situación general de los brasileños se degradaba en muchos sentidos. Desde la precariedad del empleo y la problemática de mantener una vida digna por la crisis económica; la corrupción rampante e indignante en buena parte de los partidos políticos, las instituciones y organizaciones contaminadas por los escándalos de las compañías energética Petrobras y constructora Odebrecht, entre otras, y la inseguridad y violencia que hace insufrible la vida diaria en numerosos barrios de las ciudades brasileñas.

El encarcelamiento del ex presidente Lula da Silva por corrupción, tras el desalojo de la Presidencia de Dilma Roussef, colocó al Partido de los Trabajadores en una situación muy precaria y provocó una grave polarización con posiciones muy radicalizadas entre los extremos. La derecha más reaccionaria encabezada por Jair Bolsonaro, ganador de la primera vuelta con más del 46% de los votos, frente al Partido de los Trabajadores que no pudieron mantener los apoyos logrados en convocatorias anteriores. Su candidato, Fernando Haddad, se quedó en el 30%. Mucho tendrían que cambiar las cosas para que las propuestas Bolsonaro no lograran el triunfo.

Se trata de combatir la violación, la pedofilia, controlar el contenido de la enseñanza, endurecer la lucha contra la corrupción, liberalizar la economía, privatizar empresas públicas, reducir el gasto público e imponer la seguridad, entre otras propuestas de alguien que anuncia que no es el candidato del amor y la paz, pensando en la recta final de la campaña electoral. Sin duda, la opción Bolsonaro pone en grave riesgo algunos principios democráticos y supera la habitual pugna entre partidos de derechas o izquierdas. La reflexión que se impone es entender por qué le votan la mayoría de brasileños. Ocurrió en Estados Unidos o en Italia. El populismo nos amenaza a todos y hay que analizar el por qué y las soluciones a tomar.