Sahel, desafío constante

GEOESTRATEGIAS.-NÚMERO 3
 
Los terroristas aprovechan cualquier debilidad para hacerse fuertes, tanto sobre el terreno como ocurrió en Afganistán y ahora pretendían hacer en el Sahel, como en las mentes de numerosos jóvenes que transitan entre una falta de identidad propia aunque su nivel cultural y económico sea normal y una escasa cultura y formación con una situación de pobreza cercana a la miseria. En el caso del Sahel, el desafío más importante al que nos enfrentamos es ser capaces de fortalecer y consolidar las inexistentes estructuras del Estado en Malí y en encontrar dirigentes políticos, mínimamente capacitados y escasamente corruptos. La solución a la amenaza terrorista en el Sahel, esa enorme franja de terreno que abarca desde el oeste en Mauritania y el Sáhara Occidental hasta Somalia, incluyendo a 11 países (Mauritania, Senegal, Malí, Burkina Faso, Níger, Chad, Sudán (Norte y Sur), Eritrea, Etiopía y Somalia) no es únicamente militar contra los grupos terroristas, es imprescindible que los países afectados puedan desarrollarse para ofrecer a sus ciudadanos una esperanza clara y digna de vida y alcanzar la solidez suficiente que les permita defenderse ellos mismos.  
 
De toda la franja del Sahel, los países más afectados por la influencia de los grupos terroristas son Mauritania, Senegal, Malí, Burkina Faso, Níger y Chad, mientras que Somalia es un caso aparte. Estos países delimitan la frontera entre el mundo árabe-islámico con el África negra y arrastran desde hace años problemas étnicos, religiosos, políticos y de pobreza extrema sufriendo más de una hambruna. De éste último aspecto, la pobreza y el hambre de la zona, nos ocuparemos en el siguiente número de Atalayar entre dos orillas porque resulta determinante a la hora de poder analizar las causas de todo el problema.  
 
Para tener una visión completa y argumentada de lo que ocurre en el Sahel y la amenaza que supone para todos los países del Mediterráneo hemos trabajado A fondo y entre las fuentes consultadas, permítanme que les cite el trabajo de Rafael Calduch en el Panorama Estratégico 2013, que ha publicado hace pocas semanas el Instituto Español de Estudios Estratégicos, coordinado por Felipe Sahagún.  A veces, los periodistas tenemos que acudir apresuradamente a alguien para enterarnos de algunos asuntos que son realmente complejos y que no surgen de repente. Es necesario un seguimiento continuo y un estudio pormenorizado de sus raíces. No se puede hablar exclusivamente leyendo los titulares de algunos periódicos. En este caso, la movilización militar europea era imprescindible como lo es también su inexcusable contribución para que estos países puedan alcanzar el nivel de progreso y desarrollo que antes mencionábamos.  Hay que evaluar la geopolítica, las condiciones socioeconómicas, las culturas y religiones, los conflictos armados internos y entre países y la difusión del terrorismo yihadista, como hace el profesor Calduch, para darnos realmente cuenta de la dimensión del problema.  
 
Es inaceptable, sin duda, que se pueda permitir que unos grupos terroristas yihadistas controlen un país como Malí o como cualquier otro para utilizarlo como plataforma para sus intereses desestabilizadores con el objetivo final de hacerse con el poder en países tan importantes como Marruecos o Argelia. Pero es tan inaceptable que estos países continúen en el subdesarrollo y con la corrupción endémica de su clase política que les arrastra hacia la emigración ilegal que ahora está sufriendo Marruecos, como antes lo sufría España. Miles de personas subsaharianas se lanzan a la búsqueda de una vida digna en Europa y caen en las redes de las mafias que, sin escrúpulos, les sacan todos sus ahorros y no dudan en dejarles a la deriva en un cayuco o en una patera cochambrosa y centenares de estos seres humanos pierden la vida en el mar. La gran diferencia para España de la emigración clandestina procedentes del Sahel respecto a la que venía desde los países del Magreb hace años es que no hay control en sus países de origen. Por eso, es cierto que la gran mayoría huyen de las hambrunas, de la miseria, de los conflictos armados en sus países o de la desesperanza por una vida violenta e injusta; pero ese descontrol también es aprovechado por elementos de los grupos salafistas o del narcotráfico para intentar establecerse en España, Francia e, incluso, en Marruecos, Túnez, Libia o la propia Argelia, donde se incrustan en las instituciones en pleno proceso hacia la democracia. Es evidente que existen diferencias entre algunos países europeos y Argelia o Marruecos, a la hora de abordar de manera común la lucha antiterrorista. Todo el tiempo que se pierda, será utilizado por los terroristas para implantarse en una región donde la criminalidad se ha extendido al Golfo de Guinea donde, cada día, es habitual el asalto a buques por parte de piratas y delincuentes. Es esencial evitar que el Sahel caiga en manos yihadistas. 

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