Siria, el gran banco de pruebas

F. Javier Blasco, Coronel en la Reserva

Con las primeras luces de un nuevo año y dado que algunas de las cosas van quedando algo más claras en casi todo lo referente al conflicto en Siria, creo que ha llegado el momento de pararnos, reflexionar y sacar algunas conclusiones de qué es lo que ha pasado y pasa allí y del cómo y porqué posiblemente hayan actuado los diferentes actores en dicha dramática escena.

Este conflicto, como muchos otros en la zona, crecido al socaire de las denominadas primaveras árabes que surgieron como champiñones y estallaron por simpatía en 2011, tuvo sus orígenes en la corrupción generalizada, en el inconformiso social, los abusos derivados de la aplicación de la política interna, la pobreza de un gran sector de su población y la violación de ciertos derechos humanos. Pero también en la importante y cada vez más desproporcionada desigualdad entre las personas. De hecho, aparentemente, fue llevada a cabo por inocentes y oprimidos movimientos sociales, grupos espontáneos de personas y ciertas organizaciones que empezaron a movilizarse y a reclamar unos derechos que consideraban fuertemente menoscabados.

Apareció en un país que contaba con cierto elevado grado de cultura, una economía bastante boyante, lleno de historia y bellos lugares protegidos por la UNESCO como patrimonio de la Humanidad por lo que era visitado por millones de turistas en el que, de pronto, unos “muchos” inicialmente se enfrentaron de forma no muy violenta a unos “pocos” en demanda de un sistema más igualitario y respetuoso con sus derechos y futuro. 

Pero tal y como suele ocurrir en la mayoría de estas situaciones, las protestas contra el gobierno encabezado por Bashar Háfez al-Ásad como presidente de Siria -integrante de la minoría alauí, que es una rama del chiismo- que gobierna el país desde el año 2000 tras suceder a su padre, Háfez al-Ásad[1], pronto pudimos observar que lejos de conseguir su fin, prendieron la mecha de unas reacciones más organizadas y menos pacíficas cuando aquellas fueron acalladas y perseguidas violentamente por el gobierno sirio siguiendo los cánones trazados en su día por su predecesor.

Así, muchos entendieron que el conflicto armado que se vislumbraba en el horizonte no había hecho más que empezar y podría ofrecer muchas posibilidades para sus “pseudo ocultos” planes. Lamentablemente, casi seis años después, una pequeña crisis interna ha terminado en convertirse en la mayor catástrofe de la historia reciente tras la Segunda Guerra Mundial con unas cifras espeluznantes por su enorme magnitud y alcance [2].

Aunque la historia está llena de situaciones catastróficas que surgieron de una situación o conflicto de muy baja intensidad como el propio inicio de la Primera Guerra Mundial; se puede asegurar, que el cariz y las consecuencias alcanzadas tras el conflicto de Siria no es fruto de la casualidad.

Un país diferenciado positivamente de sus vecinos en razón de su economía, recursos naturales y turísticos, su sistema político de gobierno como república unitaria semi presidencialista (cuasi democrático), elevado grado de cultura de sus habitantes y muchos síntomas de modernidad, no estalla de forma tan violenta por unas, aunque justificadas, reclamaciones de mayor justicia distributiva y mejora de las condiciones de igualdad.

No, su situación geográfica y geopolítica, la religión profesada por sus dirigentes contraria a la de la mayoría de su población (sunnita), el dictatorial sistema de gobierno, la nefasta distribución de su riqueza, las diferentes etnias largamente arraigadas en Siria y dotadas de agendas propias y los intereses ocultos de varios de sus vecinos y no tanto, ya habían ido sembrando el camino de minas para que esto ocurriera y pillara desprevenido, en cierto modo, al hábil y escurridizo al Asad, un hombre muy ducho y altamente conocedor y experto en: inteligencia, acallar protestas, buscar alianzas y ocultar desigualdades.

La generalización y recrudecimiento de las protestas populares; las múltiples etnias, lenguas y tendencias religiosas dispersadas por un país de 22,85 millones de habitantes (según su último censo); los ya mencionados intereses de otros países sobre su territorio o riquezas y las muy favorables condiciones político religiosas creadas para el posterior florecimiento del autodenominado Estado Islámico (ISIS por sus siglas en inglés) a la par que en Iraq, fueron más que suficientes para que se comenzara una encarnizada lucha en la que se combatía en múltiples y diversos frentes con diferentes objetivos y donde, al principio, resultaba difícil distinguir quien luchaba contra quien y su porqué.

Por un lado, aparece de forma muy solapada y muchas veces desmentida, el apoyo económico y en cierto tipo de armamento e incluso instrucción y dirección especial por parte de Arabia Saudita y Qatar a múltiples grupos sunníes afines a sus predicamentos y contrarios al chiismo en cualquiera de sus afecciones. Se dice y se supone, con un alto grado de probabilidad de acierto, que dichos grupos contaron con todo lo necesario para cambiar sus protestas pseudo pacíficas y lanzarse a la lucha armada en la confianza de que los apoyos en dicha dirección seguirían llegándoles en la cantidad y calidad que precisaran a medida que el conflicto fuera ganando en tempo e intensidad.

Aunque muchas veces resulta difícil de identificar claramente cuáles son los grupos que reciben dicho apoyo, hay que resaltar que entre los muchos de ellos figuran de uno u otro modo: el grupo denominado Ahrar el Sham (Los liberados de Sham), una coalición de varios grupos de corte islamista y salafista y constituye una de las principales fuerzas armadas insurrectas; el Jeish el Islam (Ejército del Islam) una agrupación paraguas de varios grupos de corte islamista y salafista, que actúa y es la principal fuerza de oposición en la periferia de Damasco; el Frente al Nusra, rama local de Al Qaeda en Siria y el ISIS.

Turquía, como país vecino que tiene muchos intereses positivos y negativos en Siria, inicialmente desarrolló un papel un tanto oscuro al prestarse a cierto apoyo y explotación de los recursos apropiados en los territorios conquistados por diferentes grupos y en especial por el ISIS. Mostró una cierta y “voluntaria porosidad” de sus fronteras para permitir la salida de aquellos recursos robados y el acceso de abastecimientos de todo tipo o de nuevas gentes a incorporarse en las tropas u hordas combatientes, así como su salida y de los refugiados en sentido contrario.

Aunque, a raíz de diversos atentados sufridos en sus territorios, se vio forzado a cambios en estas políticas; pero fundamentalmente estas se cambiaron, tras el inicio de la mejora de sus relaciones con Rusia [3], previamente ennegrecidas por el derribo de un caza ruso en la frontera común con Siria en noviembre de 2015, y bajo la “excusa” de combatir al ISIS en territorio sirio. Así, Erdogan dio un giro profundo en sus políticas y no solo se permitió impermeabilizar mucho más sus fronteras, sino que comenzó con tímidas incursiones en territorio sirio con medios aéreos para ir profundizando mucho más con unidades acorazadas y mecanizadas en el norte de Siria junto a sus fronteras comunes.

Más tarde, a finales de agosto de 2016, llegó a pactar con sirios y rusos su participación en la llamada operación “escudo del Éufrates” para “oficialmente” batir a formaciones del ISIS desplegadas en la mencionada zona. A los pocos días de dicho acuerdo de cooperación, se hizo patente que, tras dichas operaciones militares de apoyo y combate, lo que realmente pretendía Erdogan era atacar a los kurdos sirios por estar estos apoyados por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán de Turquía (PKK), truncar las relaciones entre estas etnias hermanas y evitar un futuro Kurdistán que incluya terrenos en Turquía. Operación esta, que, impulsada por una serie de atentados, inmediatamente atribuidos al PKK por el gobierno turco y, a pesar de ser ilegal sin una previa declaración; por acción u omisión internacional no ha sido criticada ni por unos ni por otros.

En cualquier caso, y dado que Turquía combate contra dos frentes; los kurdos principalmente y el ISIS (ambos, a su vez, enfrentados entre sí), se ha granjeado la enemistad de los dos y como consecuencia sufre en sus propios territorios el zarpazo de ambos. Solo en 2016, unas 300 personas han perecido en actos de terrorismo en Turquía a manos de dichos grupos. EL último y primero de este año, ha ocurrido esta misma madrugada en una sala de fiestas de Estambul.      

EEUU, amigo de las intrigas, especialista en provocar derrocamientos de “dictadores” cuando ya no les interesan y experto en crear conflictos que luego suele cerrar en falso, también tenía mucho interés en derrocar al dictador al Asad y por ello, escudriñó entre los posibles opositores con la intención de crear, apoyar y abastecer a determinados grupos disidentes para transformarlos en el brazo político y armado que sostuviera el jaque lanzado contra el presidente sirio como son: el Consejo Nacional Sirio, la Coalición Nacional para las Fuerzas Sirias revolucionarias y opositoras y el Ejército Libre Sirio formado por oficiales desertores del Ejército regular y que ha constituido la principal fuerza opositora siria al régimen. Está compuesto por numerosas Brigadas cuasi independientes, aunque poco a poco ha ido perdiendo importancia y empuje por las bajas sufridas y porque muchas de sus unidades se han integrado o constituido en otros minúsculos grupos disidentes; muchos de ellos, conocidos por su radicalización e islamización progresiva al hermanarse o integrarse en grupos pertenecientes a Al Qaeda. Paradójicamente, EEUU denominó a estos grupos y otros muchos más como “Oposición Moderada”.

Por otro lado, también son famosos los apoyos por parte de los norteamericanos a las denominadas Unidades de Protección Popular kurdas contra ISIS, milicia armada bajo las órdenes del Comité Supremo Kurdo en la región de Rojava (Kurdistán sirio, al norte del país y fronterizo con Turquía e Irak) quienes, realmente, reciben apoyos tanto de EEUU como del PKK. Los combatientes kurdos (Peshmergas) se han mostrado muy bien dispuestos y efectivos para el combate en este conflicto y en Iraq; tanto, que en ciertos momentos su presencia en la acción ha sido determinante.

En el doble juego en el que muchas veces participa EEUU aparecen, por otro lado, como el máximo líder de una coalición internacional contra el ISIS en ambos frentes. Formada por países del Golfo y aliados occidentales, de los cuales nueve (Australia, Bahréin, Canadá, Francia, Jordania, Arabia Saudí, Turquía, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido) han participado en los bombardeos en Siria. Bombardeos que han tenido que ser muy controlados y coordinados para evitar las confrontaciones y encontronazos con los efectuados paralelamente y sobre diferentes objetivos tanto por Rusia como por las fuerzas aéreas sirias quienes solo actúan sobre dicho territorio.

Jordania se ha visto implicado en el conflicto por varios motivos de entre los que resaltan: su enemistad manifiesta con el régimen de al Asad, el temor a que el conflicto atraviese sus fronteras comunes con Siria, la necesidad de pacificar dicho país lo más pronto posible con la intención de descargase de los millones de refugiados sirios que mantiene en su territorio, seguir los pasos de su aliado EEUU y mostrar su predisposición de combatir al ISIS con toda determinación.

Irán, país amigo de Bachar al Asad se ha visto y "querido" ser implicado en el conflicto desde el principio, aunque, con anterioridad a los acuerdos sobre su programa nuclear lo hizo de forma algo más encubierta. Actualmente, no disimula en emplear sus fuerzas expedicionarias (Quds) ni sus fuerzas regulares especiales en apoyo de combates importantes en ciudades y focos sobresalientes. Además, ha propiciado la entrada de su protegido Hezbollah (Partido de Dios) que como es bien sabido, es un partido-milicia chií libanés, que fue creado con el apoyo sirio durante la guerra civil en el Líbano en 1982 para combatir a las tropas israelíes y que actualmente mantiene una fuerte presencia en la franja occidental fronteriza con el Líbano, Alepo, Latakia, la periferia de Damasco y el sur del país.

La Federación Rusa acudió en apoyo de al Asad a petición de este cuando la evolución de las operaciones le era muy desfavorable debido principalmente a la crudeza de los combates en diversos frentes y contra todo tipo de fuerzas, la dificultad para controlar las grandes zonas deshabitadas y desérticas que constituyen su territorio, la complejidad de la lucha en poblaciones de importancia, la escasez de adecuadas vías de comunicación y ciertas carencias en inteligencia de combate y  suficientes medios aéreos eficaces y certeros.

Dicha invitación oficial fue aceptada gustosamente por Rusia al tener en su agenda varios objetivos que justificaban su participación: la defensa de su base logística en Tartus, que le supone el enclave perfecto para mantener su presencia en Oriente Medio y sobre todo en el Mediterráneo; aparecer en la escena internacional como elemento clave y decisivo para la resolución de un conflicto de graves repercusiones en la zona; ensayar y practicar con parte de su nuevo armamento en misiles inteligentes lanzados desde buques o aviones de bombardeo así como, comprobar la eficacia de sus unidades especiales y las de levantamiento de obstáculos y zonas minadas y fundamentalmente, adiestrar a sus tropas en general en la lucha contra el ISIS por enfrentarse a ellos y poder descubrir y conocer sus procedimientos de combate.

Putin no ha dudado en mandar tropas de toda clase y en aplicar todo tipo de medidas de guerra como una puesta al día de sus capacidades militares y como un ensayo eficaz de lo que pueda suponer su participación en conflictos asimétricos con vistas a posibles conflictos similares en su área de influencia y seguridad. Por último y quizás la más importante razón, desbancar a EEUU de su protagonismo en todos los conflictos internacionales y su hegemonía en la zona tal y como se ha puesto de manifiesto a la hora de confeccionar y firmar el tercer Alto el Fuego alcanzado sobre Siria a finales del pasado mes de diciembre en el que solo aparecen como potencias firmantes y compromisarias la propia Rusia, Turquía e Irán y que ya ha sido aceptado por gran parte de los oponentes.  

Bachar al Asad cuenta con una serie de fuerzas propias y apoyos externos leales como el Ejército Árabe Sirio que cuenta con unas fuerzas cercanas a los 200.000 integrantes y que controla actualmente la totalidad o la mayor parte de las grandes ciudades del país. Ejército que actualmente, tras tantos años de entrenamiento y combate real y gracias a determinados apoyos externos, se encuentra en mejor posición operativa, pero, que debido a cierta obsolescencia inicial de su armamento, los problemas derivados del sistema de recluta de gleba y las diversidades étnicas del país ha sufrido muchos reveses y numerosas deserciones entre sus filas. Razones estas que, unidas a la ferocidad y “extraña eficacia” de las fuerzas oponentes le llevaron a inclinar la balanza en su contra y se viera obligado a pedir de forma agobiante ayuda externa principalmente a Rusia e Irán.

Otras fuerzas propias sirias son las denominadas Fuerzas Nacionales de Defensa que fueron creadas en 2012, integradas por voluntarios o soldados en la reserva y cuenta con algo menos de 100.000 combatientes y los conocidos como los Comités Populares que se organizaron para proteger los barrios en los territorios bajo control del régimen de Damasco. No son fuerzas regulares dado que se trata de vecinos armados, entrenados y pagados por el régimen quienes actúan principalmente en los controles en las zonas donde viven las minorías cristianas, drusas, alauíes y en algunas zonas suníes no activas en el conflicto.

Además de los ya mencionados actores a favor de al Asad, existen otros grupos que le apoyan de entre los que destaca el Partido Social Nacionalista Sirio (SSNP), un partido secular fundado en 1932 en Líbano, con ramas tanto en Siria como Irak y que su ideología defiende la unidad de la Gran Siria. Cuenta con entre 6.000 y 8.000 hombres en el frente en la franja occidental fronteriza con Líbano, Alepo, Latakia y sur del país. [4]

Siria es un país que contaba al principio del conflicto con ingentes cantidades de armas químicas y sus precursores; casi todas ellas de fabricación nacional que estaban almacenadas en multitud de depósitos de munición, de los que una parte importante cayeron en manos rebeldes en los inicios de la contienda. La razón de esto se debe a que el país, por aquellas fechas, no era signatario de la Convención para las Armas Químicas ni por tanto, miembro de la Organización para la Prohibición de las mismas.

Estas circunstancias constituyeron uno de los puntos calientes de la contienda y de hecho, la posibilidad de su uso por parte de las fuerzas gubernamentales, constituyó una clara Línea Roja marcada por la Administración Obama que, incluso, podía significar su entrada en fuerza en el conflicto. Bastaron unas ciertas sospechas y acusaciones de su empleo contra civiles atrincherados en Alepo para que la maquinaria internacional se pusiera en marcha.

Rusia comprendió que dicho error debería ser subsanando urgentemente y fue el verdadero artífice y propiciador, que no el pagador, de un proceso de identificación, extracción y destrucción interna y externa de miles de toneladas de dichas substancias y obligó a Siria a firmar y ratificar urgentemente la mencionada Convención y a ser miembro de su Organización.  Todo esto se consiguió en un tiempo record en comparación con procesos similares que han costado muchos años en determinadas antiguas repúblicas socialistas soviéticas. Prueba manifiesta de que cuando hay voluntad y dinero sobre la mesa, la cosa es más fácil y llevadera.

A pesar de toda la propaganda sobre este forzado proceso de eliminación o limpieza y debido a: la rapidez del mismo proceso, su dispersión por casi todo el país, la variedad de fuerzas con ellas en su poder y el conocimiento sobre la fabricación de dichas armas; dudo mucho que jamás se procediera a la eliminación completa de estas en Siria y así, de vez en cuando, aparecen en la escena de los combates y son portada en los medios.

Tras este largo relato de actores y acciones sobre el mismo escenario, es fácil llegar al convencimiento de que Siria, su conflicto y gobierno han sido empleados como un enorme banco de pruebas donde se han practicado operaciones políticas y militares de mucha trascendencia e importancia; ha posibilitado comprobar impunemente los efectos de muchas armas nuevas así como de otras tácticas y técnicas para la lucha en poblaciones, guerra irregular y la eficacia de las fuerzas especiales en este tipo de combates; cada uno de los actores ha dirigido sus esfuerzos a cumplir más con sus agendas ocultas que a combatir al ISIS; se han producido cambios en la hegemonía internacional y en el rol de países como EEUU en la zona. Incluso, ha servido para forzar a un país rebelde con los predicados internacionales sobre las armas químicas a desmantelarlas, prescindir de ellas y a pasar a ser un miembro más de la Convención y Organización sobre las mismas.

Además, se ha conseguido desestabilizar a una inoperante UE demostrando su poca capacidad para la resolución de conflictos e inundándola con millones de refugiados que han influido en sus políticas y que, debido a las discrepancias creadas entre sus miembros, cambian por completo la posición y capacidades conjuntas de la Unión para afrontar anteriores y futuras oleadas de refugiados e incluso, afectarán al modo y manera de enfrentarse a viejas o nuevas amenazas rusas sobre territorios fronterizos con ella. Por otro lado, ha supuesto un gran desgaste o el cese para la mayoría de los políticos que rigen o regían sus designios y políticas; amén, de favorecer el éxito del Brexit.

En este estudio no debemos dejar de mencionar la principal consecuencia de este y otros conflictos vecinos similares; la aparición en fuerza del terrorismo de corte yihadista que acosa a todos los países del mundo, a muchos de los occidentales y con especial énfasis a los de la UE. Terrorismo, que ha puesto en jaque a todos los sistemas y servicios de inteligencia y seguridad individuales y colectivos y que ha sembrado el miedo y el caos durante mucho tiempo, especialmente antes y durante el transcurso de las celebraciones navideñas. Miedo que, para nuestra desgracia, ha calado fuerte y puede que permanezca entre nosotros durante muchos años.

Europa, tras este conflicto y sus consecuencias y sin apenas darse cuenta de ello, muestra sus flagrantes lagunas en seguridad y como derivada de lo anterior, queda prácticamente en manos de los populismos de todo signo y tendencia lo que supone una gran incógnita sobre cuál será el camino que se trace y adopte tras los varios e importantes procesos electorales que arribarán en los próximos meses.  

Por otro lado, países como Turquía, que contaba muy poco en la arena internacional salvo por su posición geoestratégica y su importante aportación de fuerzas a la OTAN, que comenzó trapicheando con el ISIS y ciertos grupos rebeldes, no solo ha salido impune de dichas fechorías, sino que, además, ha superado las sospechas de su autogolpe y las acusaciones de violación masiva de derechos humanos.

Para más inri, se ha constituido en un actor de primera fila en la arena internacional, ha mejorado en mucho su cooperación y relación con Rusia y ha acercado sus posturas e intereses con Irán. Ha realizado impunemente sus ansiadas operaciones contra los kurdos y, puede que consiga determinados apoyos internacionales para acabar con ellos de forma definitiva.

Lo más increíble de todo esto, es que ha sido capaz de realizarlo a pesar de que el 96% de su población está declarada como musulmana y que la mayoría de estos musulmanes son sunitas (aproximadamente el 70%). Aunque como contrapartida, ha aumentado en mucho los actos terroristas en su territorio.

Irán es otro de los grandes vencedores gracias a este conflicto. Su presencia en fuerza era más que necesaria para combatir al ISIS en los dos frentes donde actúa. Los norteamericanos, reacios a poner fuertes contingentes propios sobre el terreno, así lo entendieron y este hecho y casi solo este, fue la moneda de trueque para negociar deprisa y corriendo un acuerdo sobre el programa nuclear iraní. Programa que había sido objeto de sanciones y restricciones durante años en las que participaba toda la Comunidad Internacional. El acuerdo, muy ventajoso para Irán, le deja vía libre para reemprender sus programas y desarrollo en tan solo unos pocos años. 

Adicionalmente, Irán ha pasado de ser el apestado, el investigado e indeseable a ser un país imprescindible con el que se debe contar para todo tipo de acuerdos y tratos en la región; ha abierto sus negocios y fondos al comercio internacional y todo ello, sin ni siquiera retirar, su promesa de borrar del mapa a Israel.   

Bachar al Asad, a pesar de haber dejado gran parte del país como un erial, se ha salvado personalmente de un KO personal más que seguro con el último sonido de la campana, sigue allí en su puesto, tiene muchas posibilidades de que Siria no sea divida en zonas por etnias o de mantener bajo su control la parte más rica y costera y ya veremos qué papel se le asigna en la nueva Siria que puede brotar, si el reciente alto el fuego y las anunciadas negociaciones para la finalización de las hostilidades se llevan a cabo y prosperan próximamente Kazajistán.

Como parte muy negativa se ha conseguido, sin pestañear, que determinadas facciones rebeldes que combaten en Siria aparecieran a la opinión pública como luchadores por la libertad contra el dictador y que recibieran apoyos y bendiciones de varios orígenes, incluido ciertos e importantes países occidentales y todo ello, a pesar de que algunas de estas pertenecen o se hermanan con grupos yihadistas fieles a Al Qaeda.

Otra parte que ha salido muy perjudicada son los propios kurdos y aquellas facciones no radicales que por otros motivos creyeron en la necesidad de su lucha contra el dictador, que se dejaron embaucar, aconsejar, entrenar y abastecer por potencias externas y que ahora, tras muchos sacrificios y miles de bajas, quedan dejados de la mano de nadie, sin apoyos y con sus hogares y ciudades (convertidos en bastiones) totalmente destruidos.

Jordania ha mantenido un perfil importante en la coalición que lucha solo contra el ISIS y ha conseguido dar cobijo a una importante cantidad de refugiados sirios en su país a pesar de las presiones internas de los jordanos que ponen en tela de juicio a su Rey y al régimen que le sustenta. Lucha por evitar ser otra víctima del ISIS, aunque la probabilidad de que esto florezca, no se puede despreciar en absoluto. 

EEUU ha vuelto a fallar ya que ha jugado a seguir actuando de forma confusa y en apoyar a los perdedores o de dudosa procedencia y agenda como viene siendo la norma en su forma errónea de definir y aplicar sus estrategias; ha perdido la preminencia en la zona y su Presidente se ha visto humillado a pocos días de finalizar forzosamente su segundo y último mandato al no ser ni siquiera llamado a la mesa de negociaciones, que puede que sea la definitiva.

Tantos esfuerzos en vidas, material y dinero en la zona durante tantos años no han sido capaces ni suficientes para obtener beneficios, borrar su mala imagen y ni siquiera, un simple reconocimiento por los esfuerzos y servicios prestados. Sus mentiras, errores, abandonos a mitad de la lucha, financiaciones que no se debían realizar, la tibieza en sus acciones y el cambio de política de alianzas en el área han sido demasiado importantes para que todo esto se pueda olvidar sin más.

Cosa similar le ha ocurrido a Arabia Saudita, quien en su cerrazón por luchar contra el chiismo en general e Irán en particular, no solo no ha conseguido nada positivo, sino que, como reacción a ello, ha creado una fuerte alianza entre este país, Turquía y Siria. Ahora se encuentra más aislado que nunca y trata de mantener su prestigio y el equilibrio interno para llegar sin sobresaltos a la complicada y próxima sucesión a su trono mediante una solapada lucha contra Irán en territorio yemení.

Rusia, es junto con Irán los que más beneficios han sacado de todo esto al poner de manifiesto su capacidad de proyección a pesar de sus grandes limitaciones en determinadas capacidades militares; probado con éxito nuevos materiales y armamento, afianzado su presencia en la zona, en Siria y en el Mediterráneo; tejido y curtido importantes nuevas alianzas en el área que pueden ser el prolegómeno de futuras cooperaciones de todo tipo; subido muchos puntos en su capacidad de negociación internacional; demostrado la fiabilidad de su palabra dada en apoyo a sus aliados y protegidos  –lo que le granjea cierto prestigio entre sus seguidores- y sobre todo, ha humillado a su partner y principal oponente en la arena internacional.

No tengo muchas dudas en pensar que su fuerte y decidida implicación en la lucha contra todo tipo de grupos terroristas y yihadistas en Siria puede obedecer mucho más a tratar de poner fuera de circulación los cientos o miles de estos que luchan allí pero que, proceden de los países del Cáucaso y de muchos de los “Istanes” que circundan o forman su área de seguridad o influencia, que a socorrer a su amigo al Asad, que también.

La presencia de aquellos en el conflicto sirio obedece más a razones de instrucción, adiestramiento y adoctrinamiento antes de retornar a sus países de residencia, que a la simple llamada de la Yihad. Putin lo sabe y cuantos menos queden en condiciones de combatir o dirigir las operaciones en dichas tierras, más fácil será su victoria sobre ellos cuando un día, no muy lejano, se levanten en su contra.   

Por último, no se debe olvidar a Israel, que no ha jugado un papel decisivo en esta contienda salvo en la contención de grupos rebeldes y ciertas facciones del ISIS en los Altos del Golán, y se ha quedado “colgado de la brocha” sin haber conseguido ningún amigo frente a coaliciones de musulmanes, que no le gustan un pelo.

Además, coincidiendo con esta nueva situación de negociación, ha alcanzado su peor momento en la relación con su eterno aliado, EEUU por la reciente Resolución del CSNU, la 2334 que ha sido adoptada a finales de diciembre de 2016 sobre la ilegalidad de ciertos asentamientos judíos en territorios palestinos, incluido Jerusalén oriental y que, en esta ocasión, aunque no fue votada favorablemente, tampoco fue vetada por aquellos como venía siendo lo habitual.

Como consecuencia de esto, se ha lanzado a una reacción diplomática poco conveniente al mostrar una gran hostilidad contra todos los integrantes y votantes de dicho Consejo. Reacción, que no es el mejor camino para hacer o recuperar amigos ni encontrar apoyos si sufre un próximo conflicto, que, dicho sea de paso, en dicha zona, nunca se debe descartar.

Como resumen final, podemos afirmar que Siria y su conflicto, que aparentemente no se diferenciaba mucho de otros muy cercanos o similares, ha sido un enorme banco de pruebas para comprobar la eficacia de políticas y acciones directas, indirectas, soterradas y disimuladas, que han producido un gran éxito y buenos réditos para aquellos que con acierto pudieron y supieron preverlo, planearlo o aprovecharlo a la vista de los cambios en las circunstancias y que ha salpicado a casi todo el mundo por su diferente forma o no de participación en el mismo.

Una vez más, la falta de un riguroso análisis sobre: las causas y objetivos de los conflictos, la forma de manejarlos y sus repercusiones y consecuencias reales finales pasará una gran factura a Occidente y muy posiblemente, mucho más grande a Europa. Porque, EEUU y su nuevo presidente ya tienen marcada una hoja de ruta dirigida a recomponer estabilidades y viejos lazos como lo demuestran las declaraciones del recién electo Trump y el que Putin no haya respondido a Obama con la misma moneda a la última expulsión de decenas de diplomáticos rusos decretada sorprendentemente por este a tan solo veinte días de su cese definitivo.                 

[1] Sobre quien pesaron miles de asesinatos y graves persecuciones en 1982 en la conocida como la masacre de Hama y que también presidió el país tras encabezar un golpe de estado en 1970, durante 29 años hasta su muerte.

[2] Según diversas fuentes, más de 450.000 muertos, unos 11 millones de desplazados, 4.8 millones de refugiados y 12.2 millones de personas en conjunto que dependen de la ayuda humanitaria para subsistir. Millones de hogares, numerosas ciudades destrozadas para muchos años y un importantísimo patrimonio irrecuperable para toda la vida.

[3] Casualmente, esta mejoría de relaciones bilaterales con Rusia comenzó inmediatamente detrás del famoso “autogolpe” turco del pasado 16 de julio de 2016, al ser Rusia el primero y casi único país de peso internacional que apoyó a Erdogan y condenó el golpe en las primeras horas tras el mismo.

[4] La mayor parte de los datos de las fuerzas en litigio han sido extraídos de la siguiente fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/01/25/actualidad/1453739657_964290.html

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