¿Cómo ha cambiado Portugal desde la Revolución de los Claveles?

Paula Fernández/EFE

Pie de foto: ¿Cómo ha cambiado Portugal desde la Revolución de los Claveles? 

El 25 de abril de 1974 no solo llevó la democracia y la libertad a Portugal. Abrió la puerta a avances sociales en la sanidad, la educación, la libertad de las mujeres y hasta a un cambio de valores que han perfilado el país que es hoy, muy diferente al de hace 45 años.

"Tal vez el éxito más importante desde el punto de vista social haya sido la construcción progresiva de un Estado social y de un Sistema Nacional de Salud (SNS) para todos", señala en una entrevista con EFE el politólogo António Costa Pinto, del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa. En un país que antes dependía de instituciones privadas o de la beneficencia para socorrer a sus enfermos, el SNS fue uno de los primeros proyectos emprendidos tras la revolución. Se puso en marcha en 1979 con un acceso casi gratuito -solo bajo el pago de las llamadas "tasas moderadoras", todavía en vigor- y casi medio siglo después el número de médicos y personal sanitario se ha cuadruplicado.

Para otros como la escritora Lídia Jorge, autora de "Os Memoráveis", una de las novelas más célebres sobre la revolución, la gran conquista social del 25 de Abril fue la educación. "Un abuelo que era analfabeto pudo tener un hijo que fue licenciado, y su hijo, doctor en Harvard. Fue vertiginoso. Del analfabetismo más oscuro se pasó a la posibilidad de alcanzar niveles culturales, educativos y científicos a la par de los otros países de Europa", explicó a EFE.

Según el INE, en 1970, cerca del 26 % de la población lusa no sabía leer ni escribir, mientras que en 2011, último dato disponible, ese porcentaje apenas superaba el 5 %, en un país donde ahora la escolarización es obligatoria hasta los 18 años. También ha crecido el porcentaje de portugueses con estudios superiores -del 0,9 % en 1970 al 14,8 % en 2011-, aunque la salida precoz del sistema escolar sigue siendo un problema, apunta Costa Pinto. "Los trabajadores portugueses todavía tienen niveles educativos que, aunque mucho mejores, son relativamente bajos en comparación con la media de la Unión Europea", lamenta.

Los progresos en la educación fueron especialmente significativos para las mujeres, con una presencia cada vez mayor en las universidades: representaban solo el 12,6 % de los doctorados atribuidos en 1974 y en la actualidad ya superan el 50 %. La Revolución fue una liberación total para las mujeres: "Tenían un papel reducido, insignificante, eran siempre las más analfabetas, no tenían derechos. Nuestro Código Civil hacía que no pudiesen viajar sin autorización del marido", recuerda Lídia Jorge. Con la democracia también explotó su participación en el mercado laboral, aunque todavía queda camino que recorrer para la plena igualdad. La brecha salarial de género es del 14,9 %, según el Ministerio de Trabajo, y las mujeres todavía asumen el 73 % de las tareas domésticas.

También la violencia de género sigue siendo un problema en un país donde el año pasado hubo 28 asesinatos de este tipo -en España, con cuatro veces más población, fueron 47- y se ha convertido en un asunto de Estado, tanto que el Gobierno decretó este año por primera vez un día de luto por las víctimas. Pero la concienciación sobre el asunto ha crecido, como demuestran las movilizaciones de este último año, y los expertos apuntan a que la mentalidad de los portugueses ha cambiado, con una escala de valores diferente a la que tenían en los 70.

"Casi todos los estudios de opinión apuntan a un gran cambio de valores en la sociedad portuguesa. Es más tolerante ante la inmigración y ante otras comunidades étnicas o culturales", señala Costa Pinto, que explica que los lusos son hoy "menos obedientes a valores católicos tradicionalistas". Derechos sociales como el divorcio fueron recuperados muy pronto, en 1975, y en el siglo XXI se alcanzarían otros como el aborto -despenalizado en 2007 por referéndum-, el matrimonio entre personas del mismo sexo -2010- o la adopción para parejas homosexuales -2016-.

Uno de los protagonistas de la Revolución de los Claveles, el capitán Vasco Lourenço, considera que todavía es necesaria una "justicia social mayor". "Aproximamos las clases sociales, las diferencias sociales disminuyeron, pero vuelve a haber desigualdades fuertes y me gustaría un país con menos desigualdad", admite en una entrevista.

Aun así, el politólogo Costa Pinto alerta de que, pese a los avances, la economía portuguesa sigue siendo "bastante frágil" y por ello "difícilmente permitirá un gran aumento de los derechos sociales" en el futuro cercano.

Más en Política