¿Está perdiendo España inversión internacional en I+D?

Paloma Miravitlles, Fariza Achcaoucaou. Ana Núñez-Carballosa y Laura Guitart-Tarrés, Facutad de Economía y Empresa, Universitat de Barcelona 

La irrupción de los países emergentes como nuevo destino de I+D de las multinacionales está debilitando el liderazgo de los países desarrollados y poniendo en una situación complicada a países como España en aspectos vinculados a la oferta tecnológica. Por ello, este artículo examina qué factores influyen en la atracción de la inversión extranjera de valor añadido, así como las posibles actuaciones que reviertan la situación.

1. La I+D en el mundo: ¿dónde se invierte y por qué?

 

El legado de la crisis financiera mundial de 2008 ha sido un nuevo mapa económico internacional. El cambio más visible se manifiesta en la irrupción de los países emergentes como nuevo polo de atracción de las inversiones de las multinacionales. De 2005 a 2015 el porcentaje de inversión extranjera recibida acumulada por los países BRIC (Brasil, Rusia, India y China) ha aumentado considerablemente con respecto a los desarrollados (gráfico 1). Aunque estos últimos siguen siendo todavía líderes en captación de inversión extranjera, hay un descenso relativo en su participación mundial. España no es ajena a esta tendencia, ya que en diez años la inversión extranjera mundial ha disminuido en un 1,3%. Por el contrario, en los países emergentes la tendencia es al alza, sobre todo en China, que en 2015 ha pasado a acumular casi el 5% de la inversión extranjera mundial.

La apertura gradual a la inversión extranjera de las economías emergentes y su reciente apuesta por la innovación tecnológica como motor de la competitividad han llevado a estos países a ser los principales receptores de la inversión extranjera en I+D de las multinacionales. Estas corporaciones escogen los países en los que localizar su actividad de I+D sobre la base de factores ligados a la demanda de mercado y a la oferta tecnológica del país anfitrión (figura 1).

La demanda de mercado atañe a aspectos como el tamaño, potencial y dinamismo de los mercados locales y adyacentes, y la disponibilidad de infraestructuras productivas y logísticas. Estos factores atraen la inversión en innovación para dar soporte técnico a las unidades productivas extranjeras y diferenciar los productos estandarizados de la multinacional adaptándolos a las necesidades locales. Tradicionalmente, este tipo de factores, característicos de los países emergentes, eran los que atraían la inversión, por lo que la innovación atraída estaba vinculada a la fabricación y comercialización de productos en el mercado geográfico.

Sin embargo, recientemente estos países están apostando por atraer inversión en innovación de mayor valor añadido, y potencian los factores relacionados con la oferta tecnológica. Así pues, refuerzan los aspectos más relacionados con las políticas en materia de innovación, la presencia local de instituciones científicas punteras, la disponibilidad de personal investigador cualificado, la calidad de la educación superior, etcétera. Las multinacionales que invierten atraídas por estos factores consideran la internacionalización como una fuente de creación de valor para conseguir nuevas ventajas competitivas que permitan aumentar su capacidad tecnológica aprovechando los conocimientos de otros países. Así, los países consiguen mayor poder de atracción cuanto más incrementan los recursos comprometidos con la I+D, cuando mejora la calidad de los recursos humanos y cuando crece su nivel científico (Kuemmerle, 1999).

Además del mercado y de la oferta tecnológica, existen otros factores de carácter institucional que incluyen aspectos como la coyuntura económica y política, la legislación, la burocracia, las barreras culturales, etcétera. Si bien no atraen por sí solos la innovación de las multinacionales, sí que pueden proporcionar la estabilidad necesaria para dotar de confianza a los inversores extranjeros. Los países emergentes también están dando pasos para reforzar su marco institucional, aunque la madurez de sus instituciones todavía está lejos de la de los países desarrollados. 

Tras el cambio de orientación de los países emergentes, las multinacionales están trasladando parte de su innovación de los países desarrollados a economías más ventajosas. Así, se cierra progresivamente la brecha que separa los países más avanzados y las economías en desarrollo. Este fenómeno, que era prácticamente impensable hace unos pocos años, se está intensificando, dando lugar a un cambio de tendencia que plantea nuevos retos a la economía española. Ante la nueva situación, ¿cuál es la posición competitiva de España en la atracción de la I+D de las multinacionales? Ya no se trata solo de competir con los países tradicionalmente más avanzados en innovación, sino también con los países emergentes que escalan posiciones cada vez con mayor fuerza.

Para responder a esta pregunta y valorar la posición de España, este trabajo examina dos fuentes de información. Por un lado, el informe anual elaborado por el World Economic Forum (WEF), The Global Competitiveness Report (GCR), que proporciona un índice de competitividad global comparable entre los diferentes países, elaborado a partir de fuentes de datos oficiales públicos y una encuesta de opinión a ejecutivos. De los doce pilares básicos que componen el índice se analizan los tres que proporcionan información sobre la competitividad del mercado, la oferta tecnológica y el marco institucional (gráficos 2, 3 y 4).

Por otro lado, se recoge la opinión de ocho multinacionales (Alstom, ArcelorMittal, Ericsson, Hero, Hewlett Packard, Sony, ThyssenKrupp y Vodafone) que poseen centros de I+D consolidados en España. A partir de diversas entrevistas con directores generales y directores de I+D de estas corporaciones, se analiza cómo las multinacionales perciben los factores de localización y cuál es la posición de España con respecto a los países desarrollados de referencia (Estados Unidos, Japón y Alemania) y los BRIC (tabla 1).

2. España frente a los países desarrollados y los BRIC

 

FACTORES DE DEMANDA DE MERCADO

Según el GCR, el pilar de tamaño de mercado, determinado por la demanda interna más las exportaciones de las empresas de una economía, atrae a las multinacionales por su potencial para explotar economías de escala. Aunque tradicionalmente España se ha considerado una buena plataforma de expansión hacia los mercados latinoamericanos, la valoración otorgada a España en el pilar de tamaño de mercado está muy por debajo de los países analizados. Estados Unidos, China y la India no solo tienen los mercados más grandes (entre un 20% y 30% superiores a España, incluso contabilizando las exportaciones de empresas españolas), sino que el elevado crecimiento de sus exportaciones está impulsando su posición y ganan terreno a España año tras año.

En la misma línea se manifestaron las multinacionales entrevistadas (tabla 1). Según Hero, «cuando un mercado gana peso, justifica más inversión en innovación, ya que un volumen de negocio importante en el país conlleva que se realicen actividades de desarrollo, sobre todo para adaptarse a las necesidades locales». Y aunque para Alstom, «la filial española constituye una localización importantísima para la comercialización de los productos en Sudamérica», en general, los directivos opinan que el tamaño y dinamismo del mercado español está muy por debajo del potencial de China y la India.

Los factores relacionados con las redes productivas también influyen en atraer inversión dirigida a cubrir la demanda. Según los directivos entrevistados, España cuenta con ventajas frente a los BRIC, tanto en disponibilidad de proveedores cualificados como en infraestructuras y sistemas logísticos, pero no respecto a los países desarrollados. En palabras de Hero, «el nivel de infraestructuras se debe analizar más por zonas que por países en sí», ya que su nivel de desarrollo interno es desigual. Hewlett Packard opina que «lo ideal es encontrar un país con proveedores que sean a la vez competitivos en costes productivos y que tengan las capacidades y los recursos necesarios para realizar actividades de I+D».

FACTORES DE OFERTA TECNOLÓGICA

El pilar de innovación definido por el GCR recoge las valoraciones de los distintos países sobre aspectos como el gasto empresarial en I+D, la disponibilidad de científicos e ingenieros, la calidad de las instituciones de investigación, la capacidad de innovación o la colaboración universidad-empresa, entre otros. Según estos indicadores, España está por detrás de los países desarrollados (cuyos resultados son mejores en aproximadamente un 40%) y los BRIC van recortando distancias (gráfico 3). Mientras que Brasil y Rusia presentan resultados peores que los de España, China consigue superarla, y la India es un claro perseguidor, pues se aproxima al nivel español llegando incluso a superarlo en un 7% en 2016.

Asimismo, las multinacionales entrevistadas señalaron la importancia de los factores de oferta tecnológica para atraer investigación a España, más allá del mero desarrollo tecnológico (tabla 1). Destacaron la necesidad de tener un sistema fiscal eficaz para fomentar el gasto empresarial en I+D, ya que los BRIC cuentan con incentivos fiscales muy atractivos. En la India, por ejemplo, la ley contempla la deducción del 100% del importe de los gastos en I+D sobre la base imponible de las rentas de las unidades de negocio. Los recortes presupuestarios de los últimos años están mermando la ventaja de las filiales españolas en relación con las filiales en países emergentes que sí están manteniendo e incluso intensificando dichas ayudas.

También la disponibilidad y el coste de científicos e ingenieros es un elemento esencial de atracción de la innovación. Para Sony, «dado que el coste de un centro de I+D lo constituyen básicamente los salarios de los investigadores, los factores ligados al mercado laboral son cruciales en el proceso de decisión internacional». España sale bien valorada en comparación con los BRIC, sobre todo en cuanto a la disponibilidad de personal cualificado y la calidad de las universidades. Sin embargo, el coste del personal científico en España es percibido como menos competitivo que el de los países emergentes, aunque su rendimiento es superior. En estos países impera una falta de compromiso de los empleados, lo que conlleva una frecuente rotación del personal investigador y, por ende, un descenso del rendimiento y un aumento del coste de personal. Según Hewlett Packard, «en ocasiones, en estos países emergentes, no solo hay que pagar al ingeniero o investigador contratado, sino también al suplente que está en el banquillo esperando y aprendiendo por si el titular decide marcharse a medio proyecto». Todo ello provoca una gran inflación salarial que resta atractivo a la aparente ventaja en costes de los BRIC. Adicionalmente, la calidad de vida en España ayuda a atraer y retener al personal científico. De hecho, según Vodafone, «en los últimos años la filial española ha sido un importante receptor de expatriados dentro de la multinacional inglesa».

España también obtiene una valoración positiva, aunque mejorable, en la disponibilidad de instituciones científicas y la capacidad de atracción de talento científico. Según Hero, «el nivel científico español es bueno aunque faltan más recursos». Para Alstom, «resulta vital la creación de posibilidades reales de retorno para los investigadores que han tenido que marcharse del país para poder desarrollar su carrera investigadora en el extranjero».

Además, la separación entre el mundo científico-académico y el empresarial es otro de los factores clave que se han de mejorar. Para Sony, «existe una gran distancia, ya que, a pesar del gran potencial de los centros de investigación españoles y de los recursos invertidos, sus objetivos son muy diferentes y alejados de los del sistema empresarial». Por tanto, sería necesario establecer puentes que reforzasen la colaboración y la transferencia de conocimiento entre ambos sistemas, creando, por ejemplo, una red de innovación nacional en la cual participara tanto el sector público como el sector empresarial.

FACTORES DEL ENTORNO INSTITUCIONAL Y CULTURAL

El GCR valora en el pilar del entorno institucional los distintos marcos jurídicos y administrativos de cada país. Este determina la calidad de las instituciones públicas en función de la transparencia y la seguridad jurídica y tiene una gran influencia sobre la confianza y las decisiones de los inversionistas internacionales. Según este pilar, desde la crisis de 2008 ha habido un deterioro de la percepción de las instituciones españolas, sobre todo en relación con la corrupción y eficiencia del Gobierno, que aleja a España de Estados Unidos, Japón y Alemania y la sitúa en una posición vulnerable frente al avance de las economías emergentes (gráfico 4). A excepción de Brasil, donde el nivel de competitividad institucional en 2016 retrocede hasta los niveles de 2008, en los últimos cuatro años España está siendo alcanzada por los BRIC, especialmente por la India y China.

Sin embargo, en opinión de las multinacionales entrevistadas, todavía queda un largo camino por recorrer hasta que las economías emergentes se sitúen a los niveles de otros países desarrollados (tabla 1). Para Hewlett Packard, «pelear con la burocracia china es complicado, pero con la India es especialmente desesperante». Además, según Hero, «Brasil y Rusia tienen un sistema jurídico largo e inseguro, lo que complica enormemente el trabajo». España todavía cuenta con una ventaja en temas de protección de la propiedad intelectual, sobre todo respecto a países como China, donde existe un alto riesgo de copia y falta un sistema judicial que haga cumplir las normas. Según Vodafone, «en España la protección de la propiedad intelectual no supone ningún problema, todo lo contrario, es considerado como una fortaleza». 

Más allá de la seguridad institucional, otros aspectos más ligados a la coyuntura económica también refuerzan la confianza de los inversores. Para Ericsson, «la inestabilidad macroeconómica añade dificultad y complejidad si se quiere ejecutar una estrategia de implantación industrial y compromiso local a largo plazo». A pesar de que la crisis financiera es internacional, algunos países desarrollados como España se han visto más afectados y, aunque en los últimos años se constata una desaceleración del crecimiento de los BRIC, estos mantienen todavía una mejor posición respecto a España. Para ThyssenKrupp, «la inestabilidad macroeconómica española puede provocar una menor capacidad de financiación pública y un deterioro de la imagen del país en el exterior, que si se prolonga en el tiempo podría llegar a comportar la deslocalización de los centros de I+D de la multinacional en España hacia otros países, como Alemania, por razones de política de empresa, o bien China, más por razones de mercado». 

Por último, las diferencias culturales entre países (prácticas de trabajo, problemas de comunicación, barreras culturales) complementan este tercer grupo de factores, que, si bien no atraen por sí mismos la inversión extranjera en I+D, pueden mermar el atractivo de un país. Para las multinacionales entrevistadas, los factores culturales cobran mayor importancia cuando se opera en economías emergentes, en las cuales las prácticas de hacer negocios son distintas. Por ejemplo, según ThyssenKrupp, «la forma de proceder en China es muy distinta de la europea; mientras que en Europa se analiza una idea, se desarrolla y solo cuando se tiene muy claro se prueba, en China se utiliza directamente la prueba y el error como recurso habitual. Esto conlleva muchos problemas de protocolos». También, según Hewlett Packard, «es difícil encontrar supervisores en China, ya que su visión cultural de las estructuras jerárquicas dificulta que tomen decisiones». Por ello, la sueca Ericsson, con 17 centros de I+D que dan empleo a 22.400 ingenieros en todo el mundo, «forma a sus empleados en materia de comunicación y gestión multicultural».

3. Conclusiones: una evolución necesaria

Países como Brasil, Rusia, la India y, sobre todo, China están ganando terreno en el mapa de la localización internacional de la I+D, ocupando parte del espacio que antes dominaban indiscutiblemente países como Estados Unidos, Japón o Alemania. No solo se está produciendo un cierre de la brecha tecnológica que antes mantenía a los BRIC rezagados, sino que también asistimos a una pérdida de las ventajas competitivas que ofrecían los países considerados innovadores intermedios, como es el caso de España.

España solo aventaja a los países desarrollados en el coste del personal científico cualificado, y a los países BRIC, en cuanto al entorno institucional y cultural. Tampoco cuenta con ningún factor que represente una ventaja absoluta respecto a ambos grupos de países. Por ello se mantiene a gran distancia de los países líderes en innovación, a la vez que está siendo superada por los BRIC, no solo en relación con el mercado, sino también en factores de oferta tecnológica como la política de I+D, la disponibilidad de talento científico a un coste competitivo y la presencia de instituciones científicas punteras. En consecuencia, España no posee características de localización que la diferencien y le confieran una posición relativa superior para competir. La falta de ventaja competitiva absoluta de España en alguno de los factores de atracción de la I+D la emplaza en una posición intermedia, siendo esta una de las situaciones más vulnerables frente a la competencia por existir el riesgo de quedar «atrapado en la mitad».

Ante el giro estratégico de los países BRIC, que están adoptando medidas con efectos en la calidad de su oferta tecnológica para atraer inversión extranjera de mayor valor añadido, el reto de España consiste en fortalecer su sistema de innovación antes de ser alcanzada por dichos países. Como líneas prioritarias, se debería potenciar la presencia de instituciones científicas, mejorar la capacidad de atracción del talento científico y reforzar los vínculos de unión entre el mundo científico/académico y el empresarial. En particular, medidas encaminadas a estrechar la colaboración de los distintos agentes nacionales con las empresas locales y las multinacionales enriquecerían la generación de ideas y atraerían recursos financieros que impulsarían la oferta tecnológica. Solo con una visión a largo plazo y la implantación de políticas de I+D proactivas, acompañadas de ayudas públicas e incentivos fiscales al sector privado, España logrará construir el ecosistema innovador tan necesario para mejorar su competitividad internacional.

 

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