‘Nuestra ambición es ver la umma islámica unida y sin fronteras’

Paco Soto

Pie de foto: El exnúmero dos del FIS argelino, Ali Belhadj.

Ali Belhadj (Túnez, 1956) fue el vicepresidente y número dos del Frente Islámico de Salvación (FIS) de Argelia, movimiento islamista creado en febrero de 1989 que ganó las elecciones municipales de 1990, obteniendo el 65% de los sufragios y controlando  las principales ciudades del país, y la primera vuelta de los comicios generales de 1991. La segunda vuelta no pudo celebrarse, porque siendo presidente el coronel Chadli Benyedid, los generales -uno de los poderes fácticos argelinos- suspendieron el proceso electoral y declararon el estado de excepción. El FIS fue disuelto y los dirigentes y miles de militantes, detenidos y encarcelados. El FIS clandestino se lanzó a la lucha armada a través del Ejército Islámico de Salvación (AIS). El Estado se enzarzó en un combate a muerte contra el terrorismo, especialmente contra el Grupo Islámico Armado (GIA) y el Grupo para la Salvación, la Predicación y el Combate (GSPC). El conflicto armado argelino causó unos 200.000 muertos en la década de los 90 del siglo XX. En 1995, el FIS ilegal, dirigido por Abdelkader Hachani, y otros partidos opositores firmaron en la sede de la Comunidad de San Egidio, en Roma, un acuerdo político para poner fin a la violencia en Argelia y buscar una solución pacífica a la crisis del país.

Antes del autogolpe de estado, los dos principales dirigentes del FIS era Abasi Madani y Ali Belhadj. El primero era la cara amable y diplomática del movimiento islamista argelino. El segundo, más joven y exaltado, desempeñaba el papel de hombre duro del FIS. Sus prédicas incendiarias en una mezquita del barrio de Kouba, en Argel, hacían temblar los cimientos del régimen. Belhaj era un imán fanático y defendía un islam radical y sectario. Maestro de escuela secundaria de profesión, el exnúmero dos del FIS fue encarcelado durante varios años y después sufrió arresto domiciliario. Fue puesto en libertad en 2003 tras cumplir una sentencia de 12 años de reclusión bajo la condición de renunciar a toda actividad política. Fue detenido y encarcelado otra vez en julio de 2005 y liberado un año después en virtud del Estatuto por la Paz y la Reconciliación Nacional impulsado por el régimen argelino. Belhadj sigue siendo salafista, no ha renunciado a sus ideas. La edad lo ha moderado en las formas. Ya no se encuentra en primera línea de la actividad política, pero sigue opinando sobre la cosa pública.

Conforme a Dios y la Sharia

En este sentido, en una entrevista acordada al portal marroquí Yabiladi.com, Ali Belhadj manifiesta: “Los islamistas tienen que adaptarse al contexto en el que se mueven. Pero sus intenciones tienen que ser válidas para Dios Todo Poderoso y tienen que estar conformes a la Sharia (ley islámica)”. Belhadj no quiere valorar la experiencia de gobierno de los islamistas del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) en Marruecos, porque considera que esto lo tienen que hacer los marroquíes. El exnúmero dos del FIS argelino asegura que él no tiene ningún contacto con los islamistas marroquíes, pero puntualiza que “la religión nos une” y “compartimos el mismo objetivo de servir al islam, estemos donde estemos, y nos olvidamos de que nuestras patrias, nuestros gobernantes, nuestros reyes y príncipes están divididos”.

Pie de foto: Ali Belhadj, detenido por la policía durante un acto de protesta en el barrio de Kouba, en Argel.

Unión del Magreb Árabe

Ali Belhadj cree que “los pueblos no son la causa” de que la Unión del Magreb Árabe (UMA) no se haya materializado. Los culpables, según el político salafista, son “los jefes de estados. Los que gobiernan esta región son los responsables de la ruptura de relaciones entre hijos de la misma Umma (comunidad de creyentes musulmanes)”. Y agrega: “Si el poder estuviera en manos del pueblo, hubiéramos intercambiado las visitas” en Argelia y Marruecos, los dos pilares políticos y económicos de la UMA. “Estamos por la unidad. Nuestra ambición es ver la umma islámica unida y sin fronteras, ni barreras, ni restricciones. La tierra del islam está unida. Toda división beneficia a los gobernantes, no a los pueblos”, recalca el antiguo dirigente del FIS.

Sobre el conflicto del Sáhara Occidental que divide profundamente a los dirigentes argelinos y marroquíes, Ali Belhadj piensa que “el rey de Marruecos y el presidente de Argelia tendrían que ponerse de acuerdo para solucionar las cuestiones que perjudican gravemente las relaciones políticas, económicas y culturales entre los dos países”.  Destaca el político islamista: “La cuestión del Sáhara incumbe a los responsables y no a los pueblos”, y “los sabios de las dos partes son capaces de solucionar esta cuestión lejos de Naciones Unidas y de injerencias de estados occidentales”.

El poder mata

Ali Belhadj niega rotundamente que el poder argelino apoye al Frente Polisario en su lucha contra Marruecos por la independencia del Sáhara Occidental, porque defienda las causas justas. El exnúmero dos del FIS asegura que el poder, en Argelia, “destruye a su pueblo”. Esto es así, según Belhadj, porque “el número de víctimas del pueblo argelino asesinadas por el poder argelino es superior a las víctimas de Marruecos en el conflicto del Sáhara Occidental. Más de 250.000 argelinos han sido asesinados. Sin contar los desaparecidos y los huérfanos”.

Belhadj denuncia los acuerdos de Marruecos con los ricos países productores de hidrocarburos del Golfo y de Argelia con el eje sirio-iraquí, porque “estas alianzas destruyen la región” y “no buscan el interés ni la estabilidad de los pueblos”. “Los estados del Golfo apoyan a Marruecos y los estados que practican la dictadura bajo la forma más abyecta apoyan al régimen argelino”, lamenta el político salafista. Belhadj reconoce que el FIS carece de actividad en Argelia, pero advierte de que “sigue presente en la sociedad argelina”, porque una “formación política que tuvo una sólida presencia en la sociedad no puede ser destruida por un veredicto injusto pronunciado por una falsa justicia”.

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