“Túnez avanza porque sabe construir su futuro”

Por Paco Soto

Omar Mestiri es un periodista tunecino con larga trayectoria en la lucha por los derechos humanos en su país. Su firme oposición al régimen dictatorial de Zine El Abidine Ben Ali le valió muchos dolores de cabeza. En esta entrevista con Atalayar, Mestiri hace un repaso de los últimos acontecimientos políticos en Túnez y se muestra razonablemente optimista sobre el futuro democrático de su país.

Pregunta: ¿Cuál es su opinión  sobre la situación política y social de Túnez después de la aprobación de la nueva Constitución?

Respuesta: “Durante la primera etapa de la transición democrática, desde que Ben Ali se fue en enero de 2011 hasta las elecciones legislativas del 23 de octubre de 2011, se desmantelaron los mecanismos institucionales heredados de medio siglo de dictadura. La adopción de la nueva Constitución ha cerrado la segunda etapa. Es un paso muy importante, pero ahora hay que conseguir que la Constitución se aplique y que las instituciones funcionen, y hay que acabar con las viejas prácticas del pasado como el clientelismo. Si no consolidamos este proceso la Constitución no será aplicada por las instituciones, donde quedan muchos residuos del pasado y nostálgicos del antiguo régimen que harán todo lo posible por sabotear los logros de la revolución. Hemos superado graves crisis políticas, como el asesinato, el 25 de julio de 2013, de un diputado de la oposición de izquierda, Mohamed Brahimi, o el asesinato de ocho militares por un grupo yihadista cerca de la frontera argelina cuatro días después. Pero siempre hemos conseguido neutralizar a los elementos maximalistas y frenar la violencia. Teóricamente, la nueva Constitución garantiza lo esencial del sistema democrático. Pero no olvidemos que existen amenazas que debilitan el Estado, y tampoco olvidemos que vivimos en un contexto que se caracteriza por el reflujo revolucionario y el aislamiento regional, después del fracaso de la revolución egipcia y de la tragedia siria”.

P: El líder islamista Rachid Ghanuchi declaró sobre la nueva Constitución: “Hemos tenido que hacer concesiones dolorosas a los laicos”. ¿Está usted de acuerdo?

R: “Es verdad que Ennahda, que representa la parte conservadora del proceso constituyente, tuvo que hacer concesiones, sobre todo sobre la Sharia (ley islámica),  la igualdad entre hombres y mujeres y la libertad de conciencia. Los islamistas entendieron que vale más tener una Constitución revolucionaria consensuada y que consagre la voluntad de ruptura con el despotismo que una Constitución de partido. Más que el texto constitucional en sí  a mí me interesa mucho la movilización que ha habido en todo el país, los debates y la implicación de mucha gente: ciudadanos, partidos, sindicatos, movimientos cívicos… Lamento que la Constitución no recoja la abolición de la pena de muerte, pero soy consciente de que los únicos perdedores son los contrarrevolucionarios que en verano de 2013 quisieron desestabilizar el proceso revolucionario”.

P: Entonces, ¿cree que Túnez vive un verdadero proceso democrático?

R: “Ustedes los españoles lo saben mejor que nadie porque también vivieron momentos difíciles en su transición democrática, como el 23 de febrero de 1981. Los procesos de transición son largos y complejos. La aplicación de la Constitución es el criterio que tenemos para juzgar la viabilidad del proceso democrático. Veremos si somos capaces de combatir a los jueces corruptos y a los aparatchiks enquistados en la administración central que se oponen a la descentralización regional. Lo que tengo claro es que el régimen democrático nunca más podrá gobernar el país como en el pasado”.

P: En Europa se suele decir que Túnez es un modelo para el Magreb y el mundo árabe. ¿Está usted de acuerdo?

R: “La vía tunecina ha roto los prejuicios que en Occidente aseguran que ‘los árabes necesitan estar gobernados por déspotas’. No tenemos ni modelo ni padrino, y no somos líderes. La práctica del poder obligó a los islamistas de Ennahda y sus aliados a ser un poco más humildes. Pero no hay que olvidar que los partidos tunecinos son jóvenes y que la práctica de la política fue monopolizada durante más de medio siglo por los partidarios de la dictadura. Hemos aprendido sobre el terreno. Túnez avanza porque está sabiendo construir su futuro reinventando su presente”.

P: ¿Qué queda del antiguo régimen en Túnez y cuál va a ser el papel de los islamistas en el nuevo contexto político?

R: “El antiguo régimen está emboscado en  las profundidades del Estado y ahora tiene nuevas caras políticas. Más que antiguo régimen lo que quedan son viejas prácticas políticas del pasado. El modelo dictatorial apoyado por Europa estalló en mil pedazos y el pueblo fue capaz de tomar las riendas del espacio público, a pesar de los esfuerzos de muchos autoproclamados jefes por recomponer el antiguo régimen. Creo que el partido Ennahda ha iniciado una evolución post-islamista”.

P: ¿Y qué pasa con los grupos terroristas yihadistas?

R: “Son una herencia de la dictadura y de las aventuras militares occidentales en Afganistán e Irak. Se radicalizaron mucho después de la revolución, sobre todo en los barrios populares y en las mezquitas, y se aprovecharon del debilitamiento de los aparatos de seguridad. También tuvieron apoyo económico y militar  del extranjero. Todos estos elementos han dado alas a la violencia armada. Las autoridades han reaccionado contra esta amenaza. Pero hay que destacar que las movilizaciones contra la violencia yihadista son utilizadas por los partidarios de la mano dura, que no quieren desaparecer del espacio público”.

P:  ¿Los tunecinos sabrán algún día toda la verdad sobre los asesinatos de los militantes políticos  Chokri Belaid   y Mohamed Brahimi?

R: “Mire, no estoy seguro de que hayan sido víctimas del terrorismo. He reflexionado mucho sobre  la planificación meticulosa de los crímenes, la manera de ejecutar a estas dos personas y la ausencia de reivindicación. No descarto que hayan sido víctimas de algún servicio secreto. Tampoco descarto que alguien manipulara a unos salafistas en ambos asesinatos. Creo que tardaremos mucho en saber al verdad”.

P: ¿Qué papel deben desempeñar países como España, Francia e Italia, que invierten en Túnez y tienen intereses en el Magreb?

R: “Las relaciones con la ribera norte del Mediterráneo se remontan a la antigüedad. Siempre ha habido estrechos intercambios comerciales, humanos y culturales. La revolución en Túnez inauguró una nueva era para los pueblos magrebíes y significa profundos cambios en el sur del Mediterráneo. Necesitamos reapropiarnos nuestro destino. El 80% de nuestros intercambios comerciales dependen de la Unión Europea, pero tenemos que buscar nuevos socios  y diversificar nuestras relaciones. La idea de que somos una amenaza pero también un mercado para Europa es obsoleta. Somos sociedades jóvenes y dinámicas y tenemos que ser una oportunidad para nuestros socios. Europa tiene que controlar sus demonios populistas y dominar sus fobias, y tiene que optar por un reequilibrio de las alianzas con el Magreb basado en la equidad y la igualdad. Esta nueva política será positiva para la ribera norte y sur del Mediterráneo”.

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