Al menos 134 muertos y 55 heridos en una matanza étnica en el centro de Malí

Maixa Rote

Pie de foto: El presidente de Malí, Ibrahim Boubacar Keita ,visita la aldea de Ogossagou, tras un ataque el 23 de marzo, cerca de Mopti, donde fueron asesinados más de 130 aldeanos de Fulani, entre ellos mujeres y niños. PRESIDENCIA MALI / AFP

Al menos 134 muertos y 55 heridos pertenecientes a la etnia de pastores peul ha sido el resultado de un ataque llevado a cabo presuntamente por una treintena de hombres armados en el centro de Malí, en la región de Mopti.

Eran alrededor de las 4 de la mañana (0400 GMT) en la localidad de Ogossagou cuando los atacantes asaltaron la aldea, ataviados con vestiduras propias de los cazadores donzo, según ha informado Moulaye Guindo, alcalde de Bankass. "Es una cuenta de muertos muy alta", continuaba diciendo a Reuters, "La aldea de Ogossagou está completamente devastada”.

Y no solo ha quedado reducido el poblado de los peul -también conocidos como fulani-, sino que la cercana Welingara también ha sufrido parte de la reyerta, si bien el grado de los daños no ha sido tan elevado como en el primero.

La masacre, fruto de la hostilidad existente entre ambas tribus, ha sucedido de manera simultánea a una misión del Consejo de Seguridad de la ONU, cuyo objetivo es, justamente, la erradicación de la violencia creciente en el oeste de África entre las distintas etnias.

La ONU aseguró que entre los asesinados había ancianos, mujeres y niños; y ha enviado al lugar de los sucesos una fuerza de intervención rápida. Igualmente, la organización ha contribuido en la evacuación de los heridos a una ciudad cercana, Sévaré, puesto que los cazadores, también conocidos como bambara, han quemado casi todas las chozas del pueblo.

Asimismo, UNICEF se ha pronunciado y ha manifestado su “profunda tristeza e indignación” por la presencia de menores de edad entre las víctimas del ataque. La directora ejecutiva, Henrietta Fore, ha agregado que “los niños de Malí están pagando el precio más alto de la intensificación de la violencia en Malí central” y que “el derecho de los niños a protección frente a cualquier tipo de violencia debería respetarse siempre”.

El gobierno español ha alzado igualmente la voz para condenar la masacre de este sábado. A través de un comunicado “desea enviar al mismo tiempo sus más sinceras condolencias a los familiares y allegados de las víctimas, así como el deseo de una pronta recuperación de los heridos”. 

Pie de foto: Mapa que localiza el pueblo de Ogossagou, donde más de 130 personas murieron en una masacre el sábado. Imagen: AFP/AFP

Las rivalidades étnicas en Malí

Desde comienzos de este año, la región maliense ha sido foco de diversos episodios violentos entre las distintas etnias que la habitan, la mayoría de ellos generados por la supuesta vinculación de los fulani a los grupos yihadistas de Al Qaeda.

Cabe señalar que el 5 de marzo, el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes, afiliado a esta célula terrorista, perpetró otro ataque en el campamento de las Fuerzas Armadas de Malí, en Diouram, el cual dejó tras de sí un saldo de 23 muertes militares. A raíz de esta ofensiva, un residente no identificado de la localidad afectada manifestaba que la acometida a los fulani podría haber sido un castigo por el suceso.

Pero el conflicto arrastra polvo consigo desde mucho antes. Ya desde el primer día del año, el 1 de enero, la comunidad fulani también vio mermado su número con una agresión muy similar a la más reciente. En aquella ocasión, se perdieron 37 vidas a manos de los bambara, que asaltaron la aldea casi a la misma hora, vestidos con los característicos trajes tradicionales de cazadores donzos.  Y sin ir más lejos, el pasado 17 de febrero fueron asesinados 40 pastores peul en un ataque en la población de Libbé.

Y entre otros de los muchos incidentes de los que la región de Mopti es protagonista, el 26 de febrero también fue un día marcado por la tragedia, ya que 10 miembros de la comunidad Dogon -etnia vinculada a los cazadores donzos- murieron en otro ataque contra la aldea Gondogourou.

El reclutamiento de pastores fulani marginados por parte de los yihadistas ha contribuido a extender estos ríos de violencia en Malí. Los grupos locales que poseen el respaldo internacional se enfrentan así a distintas milicias pertenecientes a Al Qaeda y el Estado Islámico.

Hoy en día constituyen ya un problema de una envergadura mucho mayor que la época, ya lejana, en la que las contiendas interétnicas se limitaban a la zona desértica del norte del país africano.

Los orígenes de la inestabilidad en Malí

Tradicionalmente, los dogon han sentido la amenaza de los fulani por la invasión de su ganado y la destrucción de los cultivos. Es acertado pensar que, al tratarse de dos tribus dedicadas en sus orígenes a la agricultura y la ganadería, hayan sentido en el pasado cierta animadversión entre sí por esta circunstancia. Sin embargo, la causa real de la situación actual es otra. 

Ya desde 2012 Bamako libra una lucha por la consolidación del proceso democrático tras el golpe de Estado que tuvo lugar en marzo de ese mismo año, el cual desencadenó las elecciones de 2013.

Por otro lado, la zona norte del país se enfrenta al avance inexorable del terrorismo, que está absorbiendo poco a poco la región en dirección sur desde hace años. La cuerda se tensa cada vez más con los diferentes ataques terroristas contra las Fuerzas de Naciones Unidas y las Fuerzas Armadas de Malí (FAMa), e igualmente con las contiendas habituales entre los grupos étnicos, según el informe publicado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.

Al fin y al cabo, fue en ese mismo año 2012, previo al mencionado golpe de Estado, cuando se produjo la insurrección tuareg (pueblo bereber de origen nómada), iniciada por el Movimiento Nacional de Liberación de L'Azawad, de intenciones separatistas. En abril la zona norte del país se independizó y hubo tres movimientos yihadistas que comenzaron a controlar los hilos de la escena: Al Qaeda del Magreb; el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (Mujao) y Ansar Dine (grupo islamista).

Para poner solución a esta inminente crisis, se llevó a cabo un proceso de institucionalización en el sur; se medió con el movimiento tuareg para prevenir un posible conflicto étnico; y se inició la eliminación de las células terroristas norteñas. El 11 de enero de 2013 se puso en marcha la operación francesa Serval, que pretendía evitar el avance de estos grupos y proteger Bamako frente a las amenazas. Sin embargo, los militantes se han reagrupado y Mopti continúa siendo el núcleo de los ataques.

En mayo del 2015 movía ficha en el tablero el denominado Frente de Liberación de Macina (Katiba Macina), que surgió por la presencia internacional en esta región de África. Este grupo reivindicó la masacre del hotel Byblos, en la que fueron asesinadas 13 personas; así como el asalto al hotel Radisson Blue de Bamako, que acabó con la vida de 27 rehenes.

Tanto Francia como Estados Unidos mantienen tropas en el país e, incluso en la actualidad, hay 292 soldados españoles bajo la misión de entrenamiento de la Unión Europea en Malí (EUTM-Malí), cuyos inicios se remontan al 2013. Orquestado por Amadou Kouffa y Mahmoud Barry, ambos de sangre peul, esta milicia estuvo vinculada desde sus inicios a Al Qaeda en el Magreb Islámico.

De este modo, mientras los bambara acusan a los fulani de confraternizar con el movimiento yihadista, los segundos acusan a los cazadores de simpatizar con el gobierno y de colaborar en la ejecución de las masacres actuales contra ellos, afirmación que han negado las autoridades.

Pese a ello, es cierto que los peul se han visto desprotegidos por parte del Ejército maliense y algunas ONG han señalado la existencia de algunas prácticas extrajudiciales contra el colectivo, e incluso “parece que en varias ocasiones grupos de fulas han sido utilizados como escudos humanos por parte del Ejército de Malí una vez que regresó a la zona de Mopti y alrededores”, según informa Chema Caballero en Mundo Negro.

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