Arabia Saudí alza la vista hacia la igualdad

Maixa Rote

Una mujer saudí sujeta su pasaporte. AP/REX/Shutterstock

En un mundo en el que imperan los discursos libertadores y de revolución, en el que los cambios se suceden a una velocidad de vértigo y la tecnología se desarrolla casi al ritmo de una canción de Eminem, parece extraño pensar que todavía hay lugares en los que los valores sociales no son universales. Aunque así sea, el camino no desaparece y poco a poco el mundo lo va transitando. De este modo, Arabia Saudí ha decidido dejar de ser espectador y convertirse en motor de cambio, por lo que este viernes ha anunciado a la comunidad internacional que las mujeres sauditas van a poseer mayor autonomía. Esta reforma se ha convertido en el verdugo tardío de la debilidad impuesta -forzosamente- al colectivo femenino y, a partir de hoy, las distinciones entre sexos se reducen (aunque no desaparecen).

Bajo este marco, las mujeres mayores de 21 años en Arabia Saudí ya no necesitan de la famosa “tutela” masculina para distintas actividades-básicas-, como viajar fuera del país, solicitar un divorcio, registrar un matrimonio, el nacimiento de un hijo o recibir documentos familiares oficiales. Así, la gaceta oficial del reino ha comunicado que estas nuevas enmiendas se incluirán en su próxima edición y, aunque no signifiquen la vuelta completa de la moneda, sí traen consigo un tímido giro. El silencio ya no es una opción. 

Pie de foto: Mujer saudí al volante | © mumtaz khan / Flickr

En esta línea, es el príncipe heredero Mohamed bin Salman, quien está decidido a presentarse como impulsor de las libertades y del reformismo modernista en su país. Es por ello que ha emprendido estos -y otros- cambios sociales y económicos que rompen diametralmente con las imposiciones hasta ahora establecidas. Por consiguiente, a los logros obtenido este viernes se le suman aquellos que, sin ir más lejos, tuvieron lugar en los dos últimos años, cuando el mandato de Riad puso fin a la prohibición que impedía a las mujeres conducir, estudiar en la universidad, conseguir un trabajo o someterse a una cirugía bajo la aprobación de un tutor masculino que las “avalase”. De igual manera, también se detuvieron las exigencias perpetradas por la policía religiosa respecto a los permisos de las mujeres que no siguieran el canon de vestimenta establecido. Pese a estas reformas, la figura del príncipe continúa siendo un foco de controversia y hay muchos que mantienen que esta faceta de promotor de las libertades y del cambio es solo un lavado de cara por su posible intervención en el caso del periodista asesinado Jamal Khashoggi.

Por otra parte, la puesta en marcha de estos nuevos derechos de las saudíes se produce en un contexto de indignación ecuménica hacia este país del golfo Pérsico.Esto es debido a los diferentes casos de mujeres que han tenido que huir del país para evitar la represión y han solicitado ayuda pública. Igualmente, la desaprobación internacional se ha manifestado ante la gran cantidad de arrestos carcelarios de activistas promotoras del movimiento feminista. 

Pie de foto: El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman en una imagen de archivo. REUTERS

El largo camino que queda por delante

Arabia Saudí nunca ha sido un ejemplo a seguir en términos de igualdad y, aunque parece que ha emprendido el camino correcto, aún queda mucho por hacer. El sistema tutelar de la mujer continúa existiendo y, mientras siga así, el desarrollo y evolución en este sentido van a presentar grandes dificultades. Human Rights Watch dijo al respecto que se trata del "impedimento más significativo para hacer realidad los derechos de las mujeres en el país". Al fin y al cabo, ellas todavía requieren de un consentimiento masculino para salir de prisión y han de enfrentar serias dificultades para obtener apoyo legal en casos de violencia doméstica o abuso sexual. De manera análoga, el código de vestimenta formalizado supone un grillete más en el movimiento femenino hacia la igualdad. La aplicación estricta de la ley islámica les obliga a usar una abaya (túnica larga) y un pañuelo en la cabeza, que las tape por completo, a excepción de los ojos. Sin embargo, algunas de ellas ya han comenzado a descubrirse el rostro y, en julio de 2017, un vídeo de una mujer saudita caminando con una minifalda generó amplios debates. 

Los edificios públicos, en su mayoría, disponen de diferentes entradas para cada uno de los sexos, según The Daily Telegraph, y tampoco pueden ir a nadar en público así que, si desean hacerlo, ha de ser, necesariamente, en piscinas privadas exclusivas para las féminas, tal como sucede con los gimnasios o spas. No pueden probarse la ropa en los probadores, leer una revista de moda sin censura o acceder a un cementerio, informa el diario The Week.

Arabia Saudí tiene por delante un gran trabajo por realizar. El siglo XXI, el cambio de mentalidades que poco a poco se instaura en la sociedad actual y la propia fuerza feminista, serán sus principales aliados en el proceso. 

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