Argelia y Marruecos pelean por el Sáhara Occidental en la UA

Paco Soto

Pie de foto: El rey de Marruecos, Mohamed VI, y el presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika.

Argelia y Marruecos son los dos países más potentes del Magreb desde el punto de vista político, económico y militar. Argelia, que en el pasado desempeñó un liderazgo en el Tercer Mundo y puso en marcha un sistema socialista de corte autoritario y burocrático, es un gran productor y exportador de hidrocarburos y una de las principales potencias económicas de África. Marruecos, que desde la independencia, en 1956, ha mantenido fuertes vínculos con Occidente, no es un gran productor de materias primas como Argelia, pero tiene una estructura económica más dinámica y moderna que la del vecino magrebí. Ambos son países en desarrollo que rivalizan en el Magreb y aspiran a desempeñar un papel decisivo en el continente africano. La Unión Africana (UA) se ha convertido en el nuevo escenario de la rivalidad entre las dos potencias del Magreb por el conflicto del Sáhara Occidental.

Marruecos abandonó la Organización para la Unidad Africana (OUA), que precedió a la actual UA, en 1984, porque esta institución panafricana aceptó como miembro de pleno derecho a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), una entidad controlada por el Frente Polisario, movimiento político apoyado por Argelia que lucha contra el Reino Alauita por la independencia del Sáhara Occidental. Desde el pasado 9 de julio, el Polisario está dirigido por Brahim Ghali. Hace unos días, el rey de Marruecos, Mohamed VI, anunció su intención de que su país regrese a la UA, creada el 26 de mayo de 2001 en Adis Abeba. A cambio, el monarca pidió que la RASD sea expulsada de la UA. Si lo consiguiera, Marruecos, que considera que el Sáhara Occidental hace parte de su territorio nacional, habría conseguido una gran batalla política y diplomática.

Un estado legítimo

El Reino de Marruecos cuenta con sólidos apoyos africanos para conseguir el objetivo que se ha fijado, pero tendría que lograr la ayuda de 36 estados de los 54 miembros de la UA. No será fácil, porque los estatutos de la UA no prevén la expulsión de un país salvo que un gobierno consiga el poder ilegalmente. A efectos legales, la RASD es un país africano tan legítimo como Argelia o África del Sur. A pesar de la complejidad jurídica del asunto, el soberano marroquí ya ha conseguido el apoyo de 28 países africanos y quiere conseguir que se unan al bloque de los pro-marroquíes en el conflicto saharaui otros ocho estados. Sin esta alianza, Marruecos no podrá conseguir su cometido e ingresar en la UA en la próxima cumbre de Adis Abeba, en enero de 2017. Rabat plantea en este asunto, además de expulsar a la RASD de la UA y debilitar al Polisario, desafiar al poder de Argelia en África, el principal valedor del independentismo saharaui.

Si Rabat no lograra el objetivo que se ha fijado tendría que aceptar la presencia de los representantes de la RASD en la futura cumbre de Adis Abeba. La batalla será dura, porque tanto Argelia como Marruecos son dos pesos pesados en África. Pero Marruecos es el primer inversor en el oeste del continente africano, y el rey Mohamed VI ha intensificado sus viajes a países amigos de la región en los últimos años: Gabón, Costa de Marfil, Senegal, Malí, Guinea Ecuatorial y Guinea Bissau. Miles de estudiantes africanos estudian en las universidades marroquíes, y Rabat colabora estrechamente en el ámbito religioso con algunos estados del continente para frenar la expansión de las ideas islamistas.

Pie de foto: Una cumbre de la Unión Africana (UA).

Países amigos

Así las cosas, el Reino de Marruecos logró el respaldo a su estrategia sobre el Sáhara Occidental de países como Sudán, Libia, Costa de Marfil, Senegal y Sierra Leona, pero no de Túnez y Mauritania en el Magreb, y tendrá que enfrentarse a Argelia y dos aliados importantes, África del Sur y Nigeria. Los dirigentes argelinos consideran que el planteamiento de Marruecos demuestra la preocupación y debilidad de este país en el asunto saharaui, y algunos comentaristas políticos han puesto en valor la falta de sintonía marroquí con el actual secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. El ministro argelino de Asuntos Magrebíes y Africanos, Abdelkader Messahel, opinó que la adhesión de Marruecos a la UA no puede depender de la permanencia de la RASD en el seno de este organismo. Argelia, según declaró el ministro a una cadena de televisión, piensa que “un país africano que quiera ingresar en la UA no lo puede hacer bajo condiciones”.

 Messahel recordó que “en ningún momento, el acto constitutivo de la UA se refiere a la suspensión” de un país. Marruecos lo tendrá difícil, entre otros motivos, porque la presidenta de la Comisión de la UA es la sudafricana Nkosazana Dlamini-Zuma, y es sabido que Pretoria no apoya la posición marroquí en el conflicto saharaui. Y hasta la fecha, la UA ha respaldado oficialmente a la RASD. Cabe destacar que dos días antes de la última cumbre de la UA, dos emisarios de la máxima confianza del rey de Marruecos, Nasser Bourita, ministro delegado para Asuntos Exteriores, y el jefe de la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED, servicio de inteligencia exterior), Yassine El Mansouri, se reunieron con el primer ministro argelino, Abdelmalek Sellal, y le entregaron un mensaje real destinado al presidente Abdelatif Bouteflika. El rey quiso de esta forma sondear a Argelia sobre las relaciones bilaterales, la situación en la región y quizá también la intención de Marruecos de integrarse en la UA.

Pie de foto: Un grupo de mujeres saharauis celebra el 40 aniversario de la RASD.

Principal escollo

El conflicto saharaui es el principal escollo entre Argelia y Marruecos. A lo mejor, el Estado marroquí conseguirá el apoyo de países como Túnez, Egipto, Níger, Chad, Burundi y Madagascar, pero parece bastante improbable que la RASD sea expulsada del organismo panafricano. ¿Sin esta condición, Marruecos aceptaría dar el paso de la integración en la Unión Africana? De momento, nadie puede contestar claramente a esta pregunta. De lo que cada vez hay menos dudas es de que el conflicto del Sáhara Occidental no puede durar eternamente, porque hace sufrir a mucha gente inocente, sobre todo a los saharauis de los campamentos argelinos de Tinduf, y afecta a una región inestable y golpeada por el terrorismo yihadista y las redes de delincuencia organizadas. Tampoco parece posible en este momento ni celebrar el referéndum de autodeterminación propuesto por la ONU y avalado por el Polisario y Argelia ni aceptar la solución autonómica bajo soberanía marroquí planteada por Rabat.

Entonces, ¿qué hacer? “Quizá haya llegado el momento de una negociación política entre los tres principales protagonistas, Marruecos, el Frente Polisario y Argelia, auspiciada por Naciones Unidas y apoyada por países influyentes en el Magreb, como Francia, España y Estados Unidos. Todos tendrán que ceder y demostrar su voluntad de acuerdo. Entre la independencia que defienden el Frente Polisario y Argelia y la autonomía que plantea Marruecos, a lo mejor se podría encontrar una solución intermedia. Frente a un problema político y humanitario hay que encontrar soluciones viables y justas y no caer en el dogmatismo y el maximalismo”, recalca a Atalayar el politólogo argelino Ali Boukhlef.

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