Begoña Olabarrieta, Ponerle cara a la inmigración nos desliga de conceptos negativos

Carmen Chato

La periodista y antropóloga Begoña Olabarrieta (Madrid, 1965) analiza en su libro “El quinto país del mundo” (Ed. San Pablo, 2016) el fenómeno de las migraciones, de los refugiados y de los prejuicios asociados a estereotipos fundamentados en el desconocimiento. A través de un relato con nombre y apellidos, la escritora profundiza en la idea de que la propia historia de la humanidad se viene articulando desde el inicio a través del enriquecimiento que generan las migraciones.

¿Cómo surge la idea de tratar el tema de la inmigración desde la perspectiva de una historia con nombre propio como la que se narra en el comienzo del libro?

En un momento como este, me propusieron escribir sobre migrantes con libertad de enfoque. Hay tanta información, tantas imágenes, tantas noticias, tanta actualidad que se corría el riesgo de hacer algo muy actual o excesivamente dramático.

Mi idea era reflejar la historia de millones de personas. Pero ponerle cara a la inmigración, a los datos fríos, creo que es una buena manera para que todos nos situemos en lo que es un migrante.

¿Crear empatía sirve para aceptar al “otro” de una manera más abierta?

Es fundamental. Por ejemplo, muchas veces cuando alguien habla de una persona musulmana en términos despectivos, porque desconoce su origen geográfico, indudablemente la primera idea que se le viene a la cabeza es religión, integrismo, peligro, rechazo…Sin embargo, cuando una persona habla de alguien musulmán al que conoce y le pone cara, ya es diferente.

Poner cara sirve para generar empatía, para descontextualizar ese bloque y dejar de pensar en los inmigrantes como un grupo homogéneo en los que todos son iguales, piensan de la misma forma y todos hacen lo mismo. Cada persona es una persona con rostro, con nombre, con apellidos, con una historia, con sueños y con anhelos. Poner esa cara para mí era importante porque nos desligamos de ese bloque, de ese concepto negativo, nos identificamos con sus sueños, con sus anhelos. Desde mi punto de vista, creo que es la forma más útil de informar sobre migraciones.

¿Europa está perdiendo la perspectiva en relación a las migraciones?

Europa perdió la perspectiva hace muchísimo tiempo. Europa como conjunto y los países europeos están contraviniendo todos los tratados internacionales firmados en los últimos años. Absolutamente todos. Empezando por la misma Declaración de Derechos Humanos y el Derecho Internacional. Están dando al traste con años y años de fabricación de diálogo, de tolerancia y de justicia que se venían desarrollando después de la II Guerra Mundial.

En Europa, y España por supuesto, hemos sido emisores de refugiados. Pero se nos ha olvidado. La memoria histórica, de repente, ha desaparecido. Ha perdido el norte con una política que, a la larga, creo yo, es contraproducente en términos de población activa, de población joven. Es una falta de previsión por parte de los políticos europeos que tendrá sus consecuencias.

¿Qué papel juega el ciudadano europeo?

Aquí hay un concepto de lo que soy yo y lo que es el otro. Desde muchísimos estamentos, empezando por el político (pero también el de los medios de comunicación) se está buscando un chivo expiatorio. Escuchamos constantes noticias que nos dicen que, por ejemplo, los inmigrantes abusan de la sanidad y se saca la conclusión de que hemos llegado a la sanidad que actualmente tenemos por este motivo. En absoluto es así porque los gastos sanitarios de los inmigrantes están siete veces por debajo del de los españoles, simplemente porque son una población más joven, con menos necesidades y, por lo tanto, con menos uso de los servicios sanitarios.

Ese tipo de discurso xenófobo o racista ha calado porque necesitamos buscar un culpable a lo que se une un caldo de cultivo que ya existía al estar en un contexto de crisis se le suma este momento de personas huyendo, buscando ayuda, la gente percibe lo que se denomina avalancha.

Pero los países del entorno de Siria son los que más presión migratoria están sufriendo…

Turquía o Jordania están haciendo un verdadero esfuerzo en acoger refugiados dentro de sus fronteras. Pero si ya no vamos de esa zona de conflicto y nos fijamos en Etiopía, que es un país pobre, vemos que tiene muchísimos refugiados. Aquí la ecuación de que siempre vienen a los países ricos se desmonta porque los países pobres tienen un volumen más grande de población refugiada dentro de sus fronteras y, sinceramente, yo no he visto que ninguno se platee unas políticas de cierre físico, político y económico. Estamos dejando de lado uno de los derechos fundamentales que es el de ayuda porque la gente lo percibe como una amenaza.

Si se dirigieran los fondos [europeos] hacia una ayuda humanitaria real, por lo menos, las personas que están llegando estarían atendidas en condiciones; pero se están dirigiendo los fondos a sistemas de vigilancia, que no de ayuda o de atención, contraviniendo todos los tratados internacionales.

Otra de las ideas que lanzas en tu libro es que si se sumaran todos los migrantes supondrían el quinto país más grande del mundo con 214 millones de personas

214 al cierre de este libro…pero las cifras de refugiados están creciendo de una manera exponencial, como nunca han subido desde el fin de la II Guerra Mundial. Ahora son el quinto pero vamos a ver si dentro de poco son el cuarto.

El quinto país de mi libro es un país imaginario, aunque no tanto: un país con un número de población interesante, que se mueve, que habla muchos idiomas y que es diverso, un país aparentemente sin fronteras, sin leyes y sin políticos y sin estados económicos. Pero si nos ponemos a ver el país como tal, es un país que tiene fronteras: nuestras vallas y muros. Fronteras económicas que se abren y se cierran según sea la coyuntura.

Para mí la idea a transmitir es que no estamos hablando de un fenómeno puntual sino de un volumen de población que se está moviendo y que se va a seguir moviendo a lo largo de la historia. Se merece un tratamiento diferente y una mirada mucho más seria pues son personas que aportan a las economías a las que llegan, pero también a las que dejan, unos volúmenes de ingresos y de movimiento de capital muy importante. Pocas veces se habla de eso y pocas veces se habla de ellos como ciudadanos de pleno derecho, simplemente por el hecho de migrar. Por eso, el darles la entidad de país, aunque sea imaginario, para mí es importante: son ciudadanos y deben tener sus plenos derechos.

¿Cómo serán las migraciones en un futuro?

Los analistas de las migraciones afirman que el hecho migratorio va a cambiar y que serán migraciones más cortas y más comunicadas. Ahora el movimiento de personas es mucho más fácil, hay muchos más canales de comunicación, son mucho más baratos, existe la conectividad constantemente…todo ello hace que el patrón de migración cambie totalmente.

También se ha abandonado el esquema de la migración Sur-Norte para convertirse en Norte-Sur y Sur-Sur. Europa y Estados Unidos están bajando las cifras. Los Emiratos y los países del Golfo, por ejemplo, tienen una tendencia de recibir inmigrantes en crecimiento.

Como se ve, el “quinto país del mundo” es un país que se mueve, un país muy vivo.

Más en Sociedad