Dar-es-Salam, el hogar de los supervivientes nigerianos

Leticia López de Silva Mejías
Pie de foto: Refugiados nigerianos abandonan Ngouboua en las orillas del Lago Chad. Se dirigen a un lugar más seguro, lejos de la frontera. Foto: ACNUR/Olivier Laban-Mattei

Miles de supervivientes huyeron atravesando el Lago Chad en busca de seguridad, tras los combates con Boko Haram en el noreste de Nigeria, al llegar a la ciudad de Baga. Más de 80 pasajeros que huyeron en canoa de Nigeria tras la masacre ocurrida en su ciudad el 3 de enero. Las autoridades chadianas y ACNUR les trasladan a Dar-es-Salam, un campo levantado en un árido descampado a 75 kilómetros de la frontera con Nigeria.

Boko Haram ha arrasado con fuego una docena de aldeas y la ciudad portuaria de Baga. Algunas personas perecieron a los ataques, otros se ahogaron mientras cruzaban el lago. Las autoridades chadianas y ACNUR han recogido a los más de 7.000 supervivientes repartidos en incontables islotes. Allí las condiciones son precarias y muchos refugiados solo sobreviven con la ayuda de algunos residentes locales. La prioridad es trasladarlos a Dar-es-Salam, un campo levantado en un árido descampado a 75 kilómetros de la frontera con Nigeria.

Integrantes de ACNUR reciben a los supervivientes cuando alcanzan la orilla. Estos reciben un brazalete que lleva un sello con el logotipo de la Agencia, acreditándolos como refugiados. Rocían con lejía diluida el fardo con sus pertenencias y desinfectan los pies en un lavabo. Mientras, las autoridades están vigilantes, preocupadas de que los combatientes intenten introducirse entre los pasajeros. Los gendarmes registran cada fardo y caja, confiscando machetes y otras herramientas agrícolas que consideran armas en potencia.

Los hombres, mujeres y niños son transportados en camión a su nuevo hogar, el campo de Dar-es-Salam, a 12 kilómetros. El refugio se encentra a nueve horas de la capital, es una población pobre y aislada. Su índice de desarrollo humano se sitúa entre los más bajos de Chad, uno de los países con más carencias del mundo. Aun así, es más seguro que el lugar que abandonaron. El campo acoge ya a 150 niños y niñas perdidos o separados de sus padres durante los ataques.

 
 
Pie de foto 2: Kalthouma Abakar, 22 años, descansa con su hija recién nacida, Falmata Idris, tras bajar de una canoa en Baga Sola, Chad. Pronto un camión les llevará al asentamiento de Dar-es-Salam. Foto: ACNUR/Olivier Laban-Mattei

Dar-es-Salam se diseñó para un máximo de 10.000 personas. Concentrar a todos los refugiados en un solo punto es la única manera de ayudarles en zonas tan remotas como esta. Cuenta con las instalaciones esenciales para vivir, disponiendo de pozos, duchas y letrinas. Médicos de la Cruz Roja de Chad atienden a los heridos y los niños comenzarán el colegio tan pronto como el edificio esté terminado. Para ayudarles a asentarse, ACNUR les ha proporcionado esteras, mantas y útiles de cocina.

Desde mayo de 2013, casi un millón de personas han sido desplazadas en el noroeste de Nigeria. Más de 100.000 han huido a Níger, unas 66.000 a Camerún y al menos 18.000 a Chad. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) les suministra su primera ración de alimentos, que contiene 8,5 kilogramos de grano, 1 kilogramo de algarrobas, aceite y sal para cada persona, para sobrevivir durante 20 días. Las raciones han sorprendido a los refugiados, se niegan a aceptar esas pequeñas cantidades de mijo, un cereal que ni siquiera saben cocinar y que son incapaces de moler. El PMA y ACNUR han prometido mejorar las raciones en el próximo reparto. Más de 3.000 refugiados viven ya en el asentamiento y se esperan muchos más. Estas misiones tienen como objetivo garantizar la seguridad ante los ataques de Boko Haram.

Enlace del vídeo

https://www.eacnur.org/galerias/videos/chad-refugiados-de-nigeria?utm_source=Socios%20Informativo&utm_medium=Email%2026%20Marzo&utm_campaign=Emergencia%20Nigeria

 
 

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