El agua: el petróleo del siglo XXI

Luís Torras. World Economic Forum

Pie de foto: Unos pequeños bebiendo agua. Reuters/ Caren Firouz 

Pese a su importancia vital para la vida, la salud y la higiene más básica de las personas, dedicamos poco tiempo a reflexionar sobre el problema del agua. Por algún motivo extraño, consideramos como algo obvio y poco meritorio contar con acceso a un suministro constante de agua dulce, a un precio razonable, para beber, lavarnos o cocinar. Sin embargo, en el planeta cerca de 800 millones de personas siguen sin acceso agua potable, y cerca de 4.000 millones viven bajo situación de estrés hídrico al menos un mes al año. De estos 4.000, casi 1.000 viven en las zonas más pobres de la India, y otros 900 millones en, de nuevo, las zonas menos prósperas de China. Pobreza y estrés hídrico suelen ser dos caras de la misma moneda. 

El grueso de cuencas hídricas del planeta y fuentes de agua fresca están siendo sobreexplotadas o se encuentran al límite de su capacidad, sobre todo en los países emergentes. Hasta 18 ríos que dan acceso a agua potable a un PIB equivalente de 27 mil millones de dólares, están bajo a una situación de estrés hídrico severo mientras el incremento en la demanda de agua no para de crecer.

La demanda creciente de agua potable viene por diferentes frentes siendo el incremento demográfico el más notable. Una mayor población exige no únicamente más agua para beber, sino sobre todo más agua para producir alimentos. Por otro lado, esta población no únicamente crece sino que cada día es más próspera. La rápida urbanización en muchos países incrementa la demanda de soluciones de agua corriente, sistemas de gestión de residuos, limpieza y una mayor demanda de agua derivada de mejores hábitos de higiene. En la actualidad, 3,9 mil millones de personas viven en ciudades, un número que se espera incremente hasta los 5 mil millones en 2030.

Fuente: Citi Research

La demanda de agua en todas las fases de su ciclo será una tendencia clara y sólida para las próximas décadas. El conjunto de organismos internacionales estiman que la demanda total de agua se doblará de aquí a 2050, una demanda impulsada al alza sobre todo por una mayor demanda en agricultura y para uso domestico derivado del impulso de la urbanización.

Esto obliga, por el lado de la oferta, hacer un uso lo más eficiente posible de los recursos hídricos en todos los eslabones de la cadena de valor: desde su canalización/distribución hasta servicios relacionados con el control del flujo o la calidad en el servicio tanto agrícola, industrial como doméstico.

Para ello, el incremento de la inversión en el sector del agua constituye una realidad ineludible y una de las tendencias más claras que podemos vislumbrar en el largo plazo. Una mega-tendencia que ya podemos observar en mercados como el de la tecnología UV o el de la desintoxicacón de Ozono que están creciendo a tasas de doble dígito impulsados por una fuerte demanda.

 

Fuente: Water Resources Group; OCDE; Citi Research. Análisis Panda Agriculture and Water Fund.

Una de las mejores maneras de invertir en agua es a través de la agricultura. El 70% del consumo mundial del agua es para uso agrícola y éste solo puede crecer en términos absolutos en el futuro. El agua es el combustible del sector agrícola: sin agua no hay agricultura posible y ésta es más productiva cuanto mayor y más eficiente es el acceso a fuentes de agua fresca. No hace mucho, estudiosos en California calculaban cómo para cultivar una sola almendra se necesitan cerca de 3,5 litros de agua. La agricultura se enfrenta, a su vez, al enorme reto que supone incrementar la producción mundial en un 70% hasta 2050, como se desprende de todas las estimaciones. La respuesta a este reto pasa inevitable por una extensión de la agricultura de regadío, mejores tecnologías y técnicas de riego, de un uso más eficiente del agua y, quién sabe, si también con el desarrollo de mejores cultivos menos intensivos en agua para su crecimiento. 

El camino por recorrer en el caso de los sistemas de riego es enorme. Hoy en día, de los 14 millones de kilómetros cuadrados de tierra agrícola, tan solo un 0,83 % (según la últimas estimaciones del Banco Mundial), disponen de alguna tecnología de riego.

El sector agrícola, el primero y más importante para la vida humana, está explorando nuevas vías para hacer crecer su productividad que incluyen mejoras derivadas de una mejor comprensión de la química, la biología y, desde algún tiempo, también la genética. Con todo, las mejoras que puedan venir de más y mejor riego, lo que implica también sistemas que hagan un uso más preciso y eficiente del agua disponible, son una pieza clave e ineludible para que el sector agrícola siga obrando el milagro de alimentar cada vez más y mejor a un número creciente de personas. Para ello disponer del agua necesaria resulta un tema clave.

Fuente: Panda Agriculture and Water Fund

No puedo cerrar esta reflexión somera sobre la importancia del agua sin mencionar su heterogénea distribución, como sucede también con la superficie disponible para la agricultura: hay países con una elevada dotación relativa de tierra agrícola/agua per cápita, y tienen un excedente por cuenta corriente en el apartado alimentario, y países en donde hay escasez de agua.

Con la geopolítica del agua sucede justo lo contrario que con la de las manufacturas o del petróleo. China y Oriente Medio, ambos países exportadores netos (de manufacturas e hidrocarburos, respectivamente) con respecto a Europa y Estados Unidos, en el capítulo agrícola –que recordemos, es básicamente exportar agua– son importadores netos con respecto a las dos grandes áreas de Occidente. Este desigual reparto de los recursos da lugar al concepto de "seguridad alimentaria" (es más crítico quedarse sin leche que sin gasolina) y resulta una variable clave, por ejemplo, para entender la política de inversión de los fondos soberanos de estos países, que dependen de las importaciones para alimentar a su población. Vuelvo a las oportunas palabras de Kennedy: “Quien solucione el problema del agua será merecedor de dos premios Nobel: de economía y de la Paz.”

 

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