El Ejército anuncia la muerte del jefe de Daesh en Egipto

Paco Soto

Pie de foto: Un vehículo blindado del Ejército egipcio patrulla en la región del Sinaí.

Abou Douaa al-Ansari, jefe de la rama terrorista de Daesh en la región del Sinaí, en Egipto, murió durante unos ataques que llevó a cabo el Ejército egipcio. Otros 45 terroristas fallecieron en estos ataques. No es la primera vez que las Fuerzas Armadas egipcias anuncian la muerte en combate de jefes terroristas. El movimiento de Abou Douaa al-Ansari, antes de integrarse en Daesh, en noviembre de 2014, estuvo vinculado a la red Al Qaeda. La institución militar egipcia, que es un poder fáctico en el país, anunció la muerte del terrorista y de decenas de seguidores del grupo Ansar Beït al-Maqdess, en el norte del Sinaí, en su página de Facebook. Este grupo yihadista vinculado al denominado califato de Daesh en los territorios que controla en Siria e Irak, ataca esencialmente a miembros de las fuerzas policiales y militares desde hace tres años. Ansar Beït al-Maqdess ha cometido muchos atentados.

El Ejército egipcio afirmó también que decenas de combatientes yihadistas resultaron heridos en el sur y el sureste del Sinaí y en la ciudad de Al-Arich, capital de provincia en la zona norte de la conflictiva región. Los militares destruyeron varios depósitos de armas, municiones y explosivos. La operación fue llevada a cabo sobre la base de “informaciones precisas de las Fuerzas Armadas” que fueron proporcionadas por “las fuerzas de la lucha antiterrorista en cooperación con el Ejército del Aire y la Marina”, indicó el comunicado oficial. Una fuente militar confirmó a la AFP que Abou Douaa al-Ansari “es el número uno” de Daesh en Egipto.

Pie de foto: Militares egipcios desalojan civiles junto a la franja de Gaza.

Ataques terrestres y aéreos

Los militares egipcios suelen utilizar helicópteros de ataque Apache y tropas terrestres bien entrenadas y armadas contra los seguidores de Daesh en la región del Sinaí. En la última operación antiterrorista contra Ansar Beït al-Maqdess, el Ejército compaginó los ataques aéreos con los terrestres. Generalmente, los terroristas utilizan bombas contra los vehículos policiales y militares y fusiles de alta precisión. Los seguidores de Daesh en Egipto consiguieron hacerse fuertes en la zona norte de la península desértica del Sinaí, fronteriza con Israel y el enclave palestino de Gaza. En octubre de 2015, el grupo Ansar Beït al-Maqdess reivindicó el atentado contra un avión de turistas rusos que sobrevolaba el desierto del Sinaí. 224 personas murieron en este atentado. Además de su actividad sanguinaria en el Sinaí, la rama egipcia de Daesh atentó con bomba contra el consulado de Italia en El Cairo, decapitó a un ciudadano de nacionalidad croata, Tomislav Salopek, que había sido secuestrado cerca de la capital egipcia, y asesinó a un empleado estadounidense que trabajaba para una compañía petrolera.

Pie de foto: Tropas de Níger que combaten a Boko Haram.

Crisis en Boko Haram

Por otra parte, según informaciones periodísticas, la secta terrorista Boko Haram, que mata y secuestra, e intenta implantar la Sharia (ley islámica) en zonas de países africanos donde actúa, como Níger, Nigeria, Chad y Camerún, atraviesa serios problemas internos y está dividida. El nuevo jefe y hombre fuerte del grupo terrorista vinculado a Daesh es Abu Musab al-Barnawi, un hecho que no ha sido aceptado por el antiguo líder histórico del movimiento de delincuentes e iluminados sectarios, Aboubakar Shekau. Este terrorista afirmó en un comunicado que había sido engañado por algunos combatientes de Boko Haram y por Daesh, cuando el año pasado juró fidelidad al grupo dirigido por Abou Bakr al-Baghdadi.

Resulta que Shekau leyó en un órgano de propaganda de Daesh, la revista Al Nabaa, que el jefe de este grupo en las zonas controladas por Boko Haram era Abu Musab al-Barnawi.

Shekau reaccionó inmediatamente e hizo saber a través de un mensaje sonoro que se sentía traicionado y que ya no aceptaría a ningún emisario de Daesh. Los especialistas sobre Boko Haram, como es el caso del director de Timbuktu Institute, Bakary Sambe, no saben muy bien quién es Al-Barnawi. Quizá el exportavoz de Boko Haram. Pero no están seguros los expertos.

Shekau no tira la toalla

Lo que sí es seguro es que Shekau no piensa tirar la toalla. Según Vincent Foucher, investigador en el International Crisis Group, “hay una idea de fondo y es que Shekau no es un buen comandante, no escoge bien sus objetivos ni los hombres y métodos adecuados” para sembrar el terror. En una entrevista al semanario Jeune Afrique, el geógrafo y director de Investigación Emérita en el Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) de París, Christian Seignobos, aseguró que las divergencias internas en Boko Haram son “también la expresión de un comunitarismo” y “no sólo un fenómeno religioso”. El investigador explicó que Boko Haram utiliza los numerosos problemas que sufren las poblaciones de los territorios donde actúa y los conflictos étnicos para reclutar combatientes y manipular las aspiraciones de paz y mayor justicia social. Según Seignobos, Boko Haram no podría sobrevivir si no contara con apoyos sociales, aunque cometa numerosas matanzas y siembre el terror. 

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