El Islam en América Latina cierra el ciclo ‘Amrika’ de Casa Árabe

Por Alexandra Dumitrascu
Foto: La cultura islámica está muy presente en países latinoamericanos como México
El número de los conversos al Islam ha aumentado de forma exponencial en México en los últimos años, lo que ha originado la creación de instituciones comunitarias y la multiplicación de nuevos espacios de reunión del Islam, que enlazan actualmente a inmigrantes con distintos movimientos islámicos, como es el caso de Murabitun, una de las variantes más conocidas mundialmente. Para entender mejor este fenómeno, Casa Árabe, en colaboración con Casa América, organizó la conferencia El Islam en América Latina, un acto que versó sobre la base del Islam contemporáneo y las instituciones generadas por los conversos en México, a mano de Camila Pastor, doctora en Antropología Sociocultural por la Universidad de California en Los Ángeles; que contó, además, con la presencia de Ana I. Planet, profesora del Departamento de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). La conferencia clausuró el ciclo Amrika: árabes en América, en el que, a través de distintas actividades, se analizó la presencia de los árabes en América Latina. Aunque la presencia de los musulmanes en el continente americano se remonta hace cinco siglos atrás, cuando estos acompañaron a los españoles en el proceso de conquista del Nuevo Mundo, no obstante, es a partir del siglo XIX cuando se puede hablar de una migración árabe procedente, fundamentalmente, del Mediterráneo Oriental. Esta migración se inscribe dentro de un nuevo momento del binomio Islam-América, protagonizado por los árabes como sujetos transnacionales, que ha dado lugar a insólitas prácticas sociales y culturales en su fusión con la cultura indígena.
 
Primeros inmigrantes 
La unión de los primeros inmigrantes musulmanes con mujeres mejicanas es lo que inicialmente llevó a una disolución del Islam migrante, y, por tanto, a una ruptura con la tradición islámica, pero que, sin embargo, resucitó con los descendientes conversos; una conversión amoldada, según patrones distintos, clasificados por género, donde los hombres lo hacen movidos por su afán de búsqueda de la verdad, y las mujeres por la imposibilidad de encontrar pareja en el contexto mejicano. Por tanto, son estos conversos los que impulsan la creación de instituciones religiosas y que establecen los canales de entrada del nuevo Islam, originando, además, estrechos lazos con distintas comunidades, sobre todo de Estados Unidos de donde los jóvenes, emigrados a su vez por cuestiones laborales, vuelven a México con un compromiso con el Islam muy arraigado. “La manera en la que se establecen propician nuevos lazos y nuevos encuentros transnacionales”, aclaró Camila Pastor, mediante nuevos espacios del Islam dispersos a lo largo del territorio mejicano, que no solamente reúne musulmanes, sino también al público no converso, como es el caso de Nakshbandi.  No obstante, aunque el número de los conversos sigue una tendencia ‘in crescendo’, a la vez que aumentan sus espacios de práctica del Islam, no hay ninguna política que reconozca la existencia de estas instituciones, y las relaciones entre las autoridades comunitarias y las federales se rigen mediante relaciones extremadamente tensas, según aseguró la profesora Pastor, que se da a través de una vigilancia constante de los puntos de encuentro, partiendo de la premisa de que todos sus participantes son inmigrantes y, además, ilegales, lo que genera un ambiente de incertidumbre para la supervivencia de estas comunidades. 

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