El Real Madrid y el San Lorenzo jugarán la final del Mundial de Clubes en Marrakech

                                                                                                                              Redacción Atalayar

Pie de foto: Los jugadores del Real Madrid celebran un gol

Real Madrid y San Lorenzo jugarán este sábado la final del Mundial de Clubes en Marrakech, pero sólo el equipo español cumplió con su papel de favorito superando por 0-4 a los mexicanos  del Cruz Azul mientras que los argentinos sufrieron y necesitaron de la prórroga para ganar a un disciplinado conjunto neozelandés del Auckland, entrenado por un español.

El Real Madrid jugará la final del Mundial de Clubes de la FIFA tras vencer al Cruz Azul mexicano en su primer compromiso del torneo (0-4), un partido sin historia para los actuales campeones de Europa, que resolvieron antes de llegar al descanso con otra decisiva parada de Iker Casillas desde el punto de penalti. Su rival será el conjunto argentino San Lorenzo de Almagro, que con mucho sufrimiento, venció a los neozelandeses del Auckland City (2-1)gracias a un gol de Matos en la prórroga. Los pupilos de Carlo Ancelotti son los grandes favoritos para conquistar un título que sólo tiene valor si lo ganas. Eso es lo que ha pasado tradicionalmente a los representantes europeos, que restaron honores al certamen si el tropiezo llegaba antes de la final. El Madrid no falló en ese aspecto y se hizo un hueco en la pelea por el título.

  Con el alivio de tener a la grada de su lado, en una auténtica histeria que ha creado la visita del Real Madrid a Marrakech, los merengues no tuvieron problemas para tumbar al Cruz Azul desde los primeros compases. De la misma manera que llegó el Madrid hasta el Mundialito [con el gol de Ramos en el '93] se presentó en Marruecos. El gol tranquilizó a los madridistas y aumentó el respeto de los mexicanos, que salieron algo intimidados por el poderío de los blancos. Y es que el segundo tanto fue la mejor prueba de que el representante español no dejaba rendijas.

21 victorias consecutivas

El Real Madrid, que totaliza 21 triunfos consecutivos, no entiende de relajación y este martes lo volvió a demostrar. Benzema, que está excelente, fue de los mejores en los metros finales, al igual que Carvajal, su asistente en el 0-2 tras una jugada más propia de extremo que de lateral. El de Leganés sigue siendo un currante con mayúsculas.  El 0-2 puso muy bien las cosas al cuadro de Ancelotti, que se creció aún más cuando Iker Casillas detuvo un penalti a Gerardo Torrado, el ex jugador del Sevilla. El mostoleño, por segundo encuentro consecutivo, volvió a mostrarse certero en los 11 metros y dejó a los mexicanos sin la posibilidad de mejorar su autoestima minutos antes del descanso.   En la segunda mitad el partido ofreció muy poco. El Cruz Azul se conformaba con no encajar más goles y los blancos peleaban por poner la guinda a su actuación personal. Sin goles para Cristiano, el portugués lo buscó con ahínco, aunque este martes tuvo que conformarse con su versión de asistente, además de con un par de detalles que dejó de cara a la galería.

Cristiano no marca

El 0-3, precisamente, lo construyó el jugador de Madeira con una buena jugada en el costado zurdo. Un centro medido terminó en la cabeza de Bale, que no falló a su cita con el gol en las grandes ocasiones. En el cuarto de hora final fue el turno de Isco, que definió con la clase que tanto le caracteriza. Un gol de talento que rubricaba la cómoda victoria merengue. Ahora, los de Ancelotti podrán descansar hasta el sábado (20.30 horas), momento en que se celebrará la final contra San Lorenzo de Almagro.

Sufrió el San Lorenzo

El equipo argentino sudó sangre para ganar a Auckland en la prórroga y mantuvo a su afición al borde del infarto porque nunca fue claro dueño del partido, sino al revés: mostró un carácter timorato, un juego plano y tan poca autoridad que no pareció un equipo argentino. El problema para San Lorenzo se destapó pronto: mostró excesivos problemas para superar el esmerado orden defensivo de Auckland. El técnico español Ramón Tribulietx se lo tenía trabajado, con un mecanismo de acordeón capaz de ralentizar a los argentinos, ponerles el partido espeso y achicar en la zona medular tuvo bastante para desnudar la poca magia de los ‘cuervos’ cuando se trataba de hacer daño arriba. Los argentinos se pusieron por delante en el marcador pero vieron como su ventaja se desvanecía cuando los neozelandeses consiguieron el gol del empate que emplazaba a los dos equipos a la prórroga. Tiempo añadido en el que sacó tajada el oficio argentino en un balón colgado, sin veneno aparente, que mandó Matos a la red de zurdazo. Auckland pagó caro por un mal movimiento defensivo y ya en el 92’ la losa resultó muy pesada. San Lorenzo afiló los tacos, enredó el partido y pidió a gritos que el árbitro pitara el final.

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