El Rif conmemora el primer aniversario de la revuelta contra las injusticias

Paco Soto

Pie de foto: Nasser Zafzafi, líder de la rebelión popular rifeña.

Hace un año, exactamente el 28 de octubre de 2016, Mohcine Fikri, un humilde vendedor de pescado, murió triturado en un camión de basuras cuando trataba de recuperar la mercancía que le habían requisado. Ocurrió en Alhucemas, la capital administrativa del Rif, una región tradicionalmente rebelde y de cultura bereber, anclada en el norte de Marruecos. También marginada por los poderes públicos, sobre todo durante el reinado de Hasan II, el Rey autócrata que jamás perdonó a los rifeños que se sublevaran contra el poder del majzén tras la independencia que el país consiguió en 1956. La trágica muerte de Fikri desencadenó una ola de protestas populares contra la ‘hogra’, es decir la permanente humillación de los poderosos contra los débiles.

El 28 de noviembre de 2016 surgió el ‘Hirak’, el movimiento de protesta popular contra la pobreza, las injusticias sociales, el desempleo, la falta de servicios sociales como hospitales y universidades, la corrupción y el autoritarismo de los gobernantes locales, y para que la región de Alhucemas dejara de ser una zona militarizada. Los movimientos amazighs (berberistas) ser unieron a las protestas populares y los más radicales plantearon reivindicaciones de tipo autonomista e incluso independentista, pero fueron una minoría. La mayoría del ‘Hirak’ estuvo y está constituido por personas, muchas de ellas jóvenes, que aspiran a vivir en una región próspera y con mayor nivel de justicia social y no sueñan con separarse del Reino de Marruecos, aunque vean con buenos ojos que su cultura y su lengua sean plenamente reconocidas por el Estado.

En prisión o en el exilio

Prácticamente todos los líderes de la protesta popular piensan así. Casi todos están en la cárcel o han tenido que abandonar el país para evitar la acción de la Justicia. Nasser Zafzafi, líder del ‘Hirak’, lleva varios meses en la cárcel de Oukacha de Casablanca y podría ser condenado a muchos años de reclusión, porque está acusado de haber atentado contra la seguridad del Estado. Fue torturado por la Policía. Otros detenidos también. Según asociaciones de derechos humanos, unas 300 personas fueron detenidas en el último año y decenas de ellas permanecen en prisión. Hubo al menos un muerto en una manifestación celebrada este verano en Alhucemas.

El descontento popular surgió en Alhucemas, se extendió a otras poblaciones de la región y posteriormente a pueblos y ciudades de todo el Rif. “La respuesta del Estado ha sido brutal: detenciones masivas de activistas y manifestantes, periodistas arrestados y expulsados, torturas, muertos, exiliados… Así no se solucionan los problemas económicos y sociales”, dice un activista del ‘Hirak’ de Alhucemas. El 28 de octubre muchos rifeños quisieron celebrar en las calles de Alhucemas el primer aniversario del ‘Hirak’, pero no pudieron porque la autoridad gubernativa prohibió las manifestaciones. “Se equivocan si creen que con la represión nos van a callar la boca. Al revés, la represión nos radicaliza”, asegura Mohamed B., un militante amazigh de origen rifeño afincado en Rabat.

Pie de foto: Mujeres rifeñas piden la libertad de los detenidos en Alhucemas.

Engañados por el poder

Muchos rifeños se sienten engañados por el poder central, están hartos de que amplias zonas de su región se encuentren en un profundo estado de subdesarrollo, y creen que el Estado los desprecia. Hace unos días, el Rey Mohamed VI destituyó a cuatro ministros y cargos públicos por su responsabilidad en el retraso de la puesta en marcha de un ambicioso proyecto de desarrollo socioeconómico para Alhucemas y su región. “La medida está muy bien, pero es insuficiente, porque una mayoría de rifeños demanda un profundo cambio de mentalidad por parte de los poderes del Estado, grandes reformas y no cambios cosméticos y que las demandas sociales de la población sean tenidas en cuenta”, apunta el politólogo y militante berberista Lahcen Hadji. “El Movimiento Popular del Rif no es una broma, es una clara advertencia al Estado, al majzén, de que los rifeños no quieren y no pueden seguir viviendo como hasta ahora”, advierte Mohamed B. Los partidarios del ‘palo y tentetieso’ en el seno del poder se han salido con la suya. Hasta ahora el movimiento popular ha sido mayoritariamente pacífico y las acusaciones de “separatistas” de algunos medios oficiales y representantes del sistema político no se sostienen.

Pie de foto: Un grupo de rifeños protesta en Madrid por la situación en su región.

Un año después

Pero un año después del inicio del ‘Hirak’, la población del Rif no ha visto ninguna medida a su favor. Al revés, lo que ha visto es demasiada represión policial y ofensiva judicial. El Estado no ha sido capaz de impulsar el diálogo social con los portavoces del ‘Hirak’ y el Rey no ha cumplido con su papel de árbitro de la situación, como reclamaban algunos círculos de intelectuales y profesionales. Una gran parte de la población rifeña, pero también marroquíes de otras regiones piden la liberación de todos los detenidos y que el Estado impulse un proceso de modernización y democratización que beneficie a la población en términos económicos, sociales y políticos. No están pidiendo la luna sino que se aplique la Constitución aprobada en 2011. Es lo que hace un año plantearon activistas como Nasser Zafzafi, Nabil Ahamjik, Mohamed Ahamjik, Brahim Benali, Karima Mhaouel, Miloud Aboud, y tantos otros. Casi todos están en prisión o en el exilio. En opinión de Mohamed B. “esto demuestran que el poder no ha entendido nada; el viejo majzén sigue mandando en Marruecos y se cree que la sociedad marroquí es la de hace 30 o 40 años. El Rey no es el artífice de la transición democrática, que lleva mucho tiempo bloqueada”.

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