En busca de un sueño: la odisea de los inmigrantes rescatados en el Mediterráneo

Miguel Ángel Benedicto/Periodista y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea/ Te interesa

Imagen: M.A. Benedicto 

La mayor parte de los emigrantes subsaharianos sale de las costas de Libia, tras pagar a las mafias el dinero que a veces ahorra toda la familia. La Agencia Europa de Fronteras ha rescatado a más de 90.000 personas en el Mediterráneo.

En la catedral Catania se celebra una boda y un coche de alta gama aparcado en una esquina así lo atestigua. A menos de un kilómetro de allí, en el puerto de la ciudad siciliana desembarcan 503 inmigrantes envueltos en una manta de plástico de color naranja. Falta uno que falleció la noche anterior a bordo del buque Siem Pilot que gestiona la Agencia Europea de Fronteras (Frontex). Tenía 16 años y una grave enfermedad. “Soy padre y ver esto es muy duro”, relata con la voz entrecortada el fornido comandante de la misión policial, Jorgen Berg. 

En la cubierta de madera del barco han dormido los inmigrantes tras ser rescatados en alta mar. Este carguero de la Operación Tritón de la UE persigue a las mafias que trafican con la inmigración. El rescate suele ser complejo: “Muchos no saben nadar. Vienen hacinados y cuando nos ven llegar a veces les entra el pánico en los botes. Es el momento más peligroso, si se mueven mucho pueden desestabilizarse, caer al agua y ahogarse”, comenta Berg.  Estos barcos que utilizan las mafias son cada vez de peor calidad y van sobrecargados. “En 2014, iban 80 personas de media, ahora entre 160 y 170”, señala la portavoz de Frontex, Izabella Cooper.  Los rescates se producen cada vez más cerca de Libia. En sus costas operan las mafias, pero no se puede llegar con los barcos de la Operación Tritón hasta que no lo autorice una resolución de Naciones Unidas. Tras el linchamiento del coronel Gadafi, Libia se ha convertido en un estado fallido en el que campan a sus anchas los traficantes de personas que, en ocasiones, maltratan a los inmigrantes para que suban a las barcas.  “Algunos vienen con brechas en la cabeza por pedradas, magullados e incluso heridos de bala”, se lamenta el comandante del Siem Pilot.

Por una vida mejor

Alpha tiene 18 años y llegó a Sicilia desde Libia en septiembre del año pasado en busca de una vida mejor. En su país natal, Gambia, vivía en la extrema pobreza con sus padres y sus cuatro hermanos y decidió arriesgar su vida, como otros muchos subsaharianos, atravesando el mar en una barcaza de caucho hacinado con 90 personas más. “Quiero que mi familia esté orgullosa de mí”, afirma. Alpha tuvo la suerte de ser rescatado por un barco de Frontex. La Agencia ha logrado salvar a casi a 90.000 personas en todo el Mediterráneo. Otros compatriotas no han corrido su misma suerte. De los 181.000 migrantes que llegaron a la UE en 2016 a través del Mediterráneo Central, 4.500 murieron en sus aguas. Tras el cierre de la ruta de los Balcanes y la firma del acuerdo con Turquía que ha aliviado a Grecia, ahora es Italia quien sufre la mayor presión migratoria.  De las 1.340 personas que han muerto en el Mediterráneo durante 2017, la mayoría lo ha hecho en la ruta de Libia a Italia, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). 

1.000 dinares a las mafias para cruzar el Mediterráneo

La mayor parte de los emigrantes subsaharianos sale de las costas de Libia, tras pagar a las mafias el dinero que a veces ahorra toda la familia. “Les dimos 1.000 dinares”, explican Frey y David, dos ghaneses que deambulan por los alrededores de la Estación Central de Catania.

Tras su llegada a Sicilia, y una vez pasado el reconocimiento médico, los inmigrantes corren suertes dispares. Los menores no acompañados, 25.000 llegaron a Italia en 2016, serán acogidos por los servicios de los ayuntamientos. El resto serán trasladados en autobuses a los centros de registro e identificación (hotspots). En el de Pozzallo, varios centenares van vestidos con una cazadora verde, llevan una mochila y a cada uno se le pone una pulsera con un número. Funcionarios del ministerio de Interior italiano con ayuda de Frontex les identifican con una fotografía y les toman sus huellas dactilares. Pasarán en el hotspot, un edificio gigante que antes era de aduanas, un máximo de 78 horas. Tras la identificación, personal de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR) o la Organización Internacional de Migraciones les informan de sus derechos y sobre cómo pedir asilo.

Apoyo psicológico a las mujeres

La ONG Terra des Hommes ofrece apoyo psicológico a las mujeres en un contenedor gigante blanco que hace las veces de oficina. En su interior, Glory, una joven nigeriana que llegó como inmigrante hace 2 años, hace de intérprete y con ella se confiesan. “Suelen traer traumas al haber sufrido algunas de ellas explotación sexual. Muchas de ellas llegan solas y suelen decir que son mayores de edad para poder salir cuanto antes pero no tienen ni idea de lo que les espera ahí afuera”.

Dibujos para explicar dónde se encuentran

En el centro hay decenas de literas en las que duermen los inmigrantes y un espacio en el que Save the Chidren les enseña palabras básicas en italiano. La joven Lisa Bjelogulic muestra varios dibujos a un grupo de 60 jóvenes para que sepan de dónde han salido, dónde están y cuál puede ser su futuro. “Les damos información legal muy general pero sobre todo hay que orientarles para que sepan dónde se encuentran y cómo funciona este país”, explica la trabajadora social. “Para que hagan piña entre ellos cantamos canciones tradicionales de Eritrea, Gambia, Nigeria y Bangladesh”, añade.

La directora del centro, Emilia Pluchinotta, explica a un grupo de periodistas españoles, que se les da una tarjeta telefónica con 5 euros para que contacten con sus familiares y 2,50 euros para que compren algo en la ciudad.

Los inmigrantes que pidan asilo, que son la mayoría, serán transferidos a centros de acogida en Italia. Los sirios y eritreos serán reubicados en otros países de la UE según el sistema de cuotas establecido por la Comisión. Para los que entran por razones económicas se iniciará el procedimiento de repatriación en caso de que haya un acuerdo con los países de origen. Si no lo hay, tendrán que abandonar el país. Mientras, estarán en Centros de Internamiento de Extranjeros donde pueden permanecer un máximo de 30 días, según la ley italiana. La Comisión Europea quiere ampliar ese plazo a 18 meses.

“Intento sobrevivir”

La mayoría de los inmigrantes económicos se suele quedar en Europa. Unos deambulan por ciudades como Catania. “Intento sobrevivir”, lamenta el gambiano Musa. Otros duermen en la calle y se alimentan en el comedor de Cáritas cercano a la estación al que acuden entre 200 y 300 personas por día, la mitad inmigrantes y muy jóvenes. Suelen ser de Eritrea, Nigeria o Somalia. Una empleada de Cáritas señala que hace 10 años solo venían 60 personas en cada turno. “Ahora no damos abasto. Menos mal que también hay casas de acogida”, indica.

Alpha es de los pocos privilegiados que logran empleo. Trabaja en la compañía teatral Isola QuaSud, una ONG que en la actualidad emplea a 15 africanos. Alpha sonríe y muestra con orgullo su camiseta verde en la que reza un lema: “Tengo un sueño”. Su permiso de residencia, vigente hasta octubre de 2017, le permite hacerlo realidad.

Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato