Erdogan gana las elecciones presidenciales turcas en primera vuelta

 

El primer ministro turco y líder del islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, en turco), Recep Tayyip Erdogan, ganó el pasado domingo las elecciones presidenciales en primera vuelta y con mayoría absoluta, según confirmó la Junta Electoral. Unos 53 millones de turcos estaban llamados a las urnas, pero la participación fue inferior al 89% registrado en los comicios locales de marzo pasado. Erdogan, de 60 años,  será el 12º presidente de Turquía, un país musulmán de 74 millones de habitantes cuyo Estado es laico. Turquía se ha convertido en  una potencia emergente en los últimos años  y aspira a ser miembro de la Unión Europea (UE), aunque una parte mayoritaria de su territorio esté en Asia. Erdogan, que sucederá al saliente presidente Abdulah Gül para un mandato de cinco años, consiguió el 51,8% de los votos. Su rival más cercano, el conservador Ekmeleddin Ihsanoglu, obtuvo el 38,5% de los sufragios y el activista izquierdista y kurdo Selahettin Demirtas, el 9,8%. Erdogan, que llegó al poder como primer ministro en octubre de 2002, dijo tras conocer los resultados que “el pueblo había mostrado su voluntad”. Tras esta victoria electoral, la oposición teme que Erdogan, que ha gobernado Turquía de forma autoritaria y sin tener en cuenta la pluralidad política, cultural y social de la población, amplíe sus poderes como presidente e impulse la islamización del país. No lo tendrá fácil, porque las Fuerzas Armadas, que son un poder fáctico en la sombra, vigilan de cerca la naturaleza laica del Estado. Pero Erdogan ya anunció su intención de elaborar una nueva Constitución y dejó claro que como presidente utilizaría al máximo las competencias que le permite el ordenamiento constitucional actual. Además, el nuevo jefe del Estado no ocultó su deseo de seguir en el poder al menos hasta 2023, con motivo del centenario de la fundación de la República de Turquía, y prometió que su país será miembro del club de las 10 mayores economías del planeta. 

 

Los colegios electorales de Turquía cerraron a las 14.00 horas (dos horas más en la España peninsular). En una jornada que transcurrió con calma y sin incidentes importantes, numerosos votantes revelaron que desconfiaban del recuento. Es lógico que muchos ciudadanos piensen así, porque  en las elecciones municipales del pasado mes de marzo hubo cortes de luz que, en opinión de la oposición, perjudicaron el escrutinio en barrios mayoritariamente opuestos a Erdogan. Por ello, la oposición  expresó su temor a que Erdogan “robe los votos que pueda”. El principal candidato opositor, Ekmeleddin Ihsanoglu, denunció al diario ‘Hürriyet’ que algunos votantes fotografiaron sus papeletas, tras sellarlas, supuestamente para granjearse los favores del candidato al que votaron. Ihsanoglu anunció que interpondrá una denuncia por estas prácticas. Además, calificó la campaña electoral de “injusta y desproporcionada”, por el fácil acceso de Erdogan a los recursos estatales y la cobertura mediática. Aun así,  una vez conocidos los resultados, felicitó al vencedor. Por su parte, Selahettin Demirtas logró básicamente el apoyo del voto de izquierda. Numerosos electores expresaron públicamente su simpatía por Demirtas, pero se decantaron por el “voto útil” y consideraron a Ihsanoglu el candidato con mayores oportunidades de enfrentarse a Erdogan en una eventual segunda vuelta, que se hubiera celebrado  el 24 de agosto. Ihsanoglu, un conservador y religioso moderado, quiso  pescar en el caladero de votantes del AKP, pero no despertó suficiente entusiasmo entre sus propias bases laicas, ya que muchos lo ven como una copia  de Erdogan. Algunos votantes laicos conservadores mostraron incluso su predisposición por Demirtas debido a su ideario más progresista.  Demirtas es un exdirigente de la formación kurda Partido de la Paz y la Democracia (BDP), que nunca ha renunciado a mantener cierto vínculo con el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), de ideología marxista leninista e independentista y considerado por el Estado turco como un grupo terrorista.