Europa intenta compaginar seguridad y desarrollo en la cumbre de Abiyán

Paco Soto

Pie de foto: La canciller de Alemania, Angela Merkel, es recibida en Abiyán por el presidente de Costa de Marfil, Alassane Ouattara.

Una importante cumbre entre los dirigentes de la Unión Europea (UE) y la Unión Africana (UA) se celebra durante dos días en la capital de Costa de Marfil, Abiyán. Europa, o al menos los países más expuestos a los éxitos y problemas de África, parece haber entendido que la estabilidad política, social y económica del vasto continente no puede estar relacionada exclusivamente con la seguridad. La seguridad es una cuestión importante, capital, para los dirigentes de la UE. La lucha sin cuartel contra el terrorismo yihadista y la estrecha colaboración policial y judicial entre la UE y la UA son un elemento esencial de la cooperación bilateral. El control de fronteras para frenar la inmigración irregular y golpear las redes mafiosas que trafican con seres humanos, drogas y armas y llevan a cabo todo tipo de actividades delictivas en África y Europa es otra cuestión vital entre ambos continentes.

No puede haber democracia y bienestar material y social sin seguridad. Ahora bien, esto no es más que una de las dos caras de la moneda. La otra cara es la del desarrollo económico y social. En este sentido, piensan los expertos que la UE debe articular mecanismos adecuados de intensa colaboración económica, social y tecnológica con el continente africano. La vieja política poscolonial de saquear las materias primas africanas y mantener regímenes corruptos y criminales, que es la estrategia que lleva a cabo China, está condenada al fracaso a medio y largo plazo.  La estrategia del Parlamento europeo de promover un Plan Marshall para África, si se consiguiera llevar a cabo, sería una idea excelente en la que todos, africanos y europeos, saldrían ganando.

Soluciones globales

Por esto mismo, según han destacado algunos políticos, empresarios, profesionales y expertos de los dos continentes, la cumbre de Abiyán no puede focalizarse únicamente en la cuestión de las migraciones u obsesionarse con el tema de la seguridad y el control de fronteras. “No deseamos que el tema [de la inmigración] sea el único evocado en la cumbre”, apunta al diario francés ‘Le Figaro’ un diplomático comunitario. Ciertamente, la situación de los migrantes en Libia y las recientes revelaciones sobre prácticas esclavistas en este país magrebí son “un crimen contra la humanidad”, según el presidente de Francia, Emmanuel Macron.

Ahora bien, “África es mucho más que esto, es un continente variado, con países muy distintos y problemas específicos según las regiones. Europa y África pueden compartir un gran futuro si se lo proponen y buscar soluciones razonables y globales a los problemas de hoy. Uno de los más serio es dar salida laboral, económica, social y humana a los jóvenes africanos”, señala un periodista del diario digital ‘africainfomarket.com’. En noviembre de 2015, la UE prometió a África una ayuda de 1.800 millones de euros para apoyar la creación de empleo, las inversiones, la lucha contra la radicalización y la buena gobernanza. “La promesas se tienen que cumplir, porque solo con políticas económicas y sociales inteligentes conseguiremos que África sea un continente estable”, opina Maisha Auma, profesora de la Cátedra de Estudios Africanos de Europa de la Universidad Humboldt de Berlín.

Pie de foto: El presidente francés, Emmanuel Macron, con dirigentes africanos, en el Palacio del Elíseo, en París.

El futuro de la juventud

“La juventud africana tiene que ser la principal preocupación de los dirigentes africanos y europeos. Insertar a los jóvenes en el presente es garantizarles un futuro”, recalca un experto de la Asociación para el Estudio de la Diáspora Africana en el Mundo (ASWAD). “La inserción se conseguirá con políticas económicas justas y equilibradas. Hay que acabar con la lamentable postura anglosajona de plantaciones de algodón, saqueo de materias primas, esclavitud y racismo”, indica el politólogo argelino Ali Boukhlef. El investigador argelino considera que “paz y seguridad no tienen que estar reñidos con crecimiento económico, prosperidad, consolidación de una clase media y democracia”. “Las verdaderas cuestiones que se plantean hoy en día son factores que provocan migraciones, guerras, deterioro del clima, y falta de esperanza”, advierte un embajador africano en Bruselas. La complejidad de los problemas es evidente. Las soluciones no son fáciles. Entre otros motivos porque la UE no ha conseguido tener una política única en materia de migraciones, y algunos países, sobre todo naciones de Europa central y oriental que sufrieron la trágica experiencia del totalitarismo comunista, como Polonia, Eslovaquia, Hungría, Bulgaria, cuestionan desde la convención de la ONU sobre el estatuto de refugiados hasta el espacio Schengen y la política migratoria de los grandes Estados comunitarios como Alemania, Francia, Italia y España.

Impulso del partenariado

Los dirigentes europeos y africanos más lúcidos sostienen que la mejora de la cooperación entre los dos continentes pasa por un incremento del partenariado, la mejora sustancial del clima de negocios, al aumento de las inversiones europeas, la ayuda a las energías renovables, el impulso de la educación y una política crediticia que no sea lesiva para los países africanos, sobre todo para los más necesitados de ayuda al desarrollo. La UE es el principal socio económico de África y su primer proveedor (21.000 de euros), además de primer inversor (32.000 millones de euros). Frente al papel agresivo y neocolonial de China, pero también de otras potencias emergentes como India y Turquía y de un país altamente desarrollado como Japón, “la UE tiene que desempeñar un papel de reequilibrio y ser un factor de estabilidad”, opina Maisha Auma. La política de Estados Unidos en África es pragmática. La superpotencia no desempeña un papel de primera línea en el continente pero no quiere renunciar a sus intereses económicos y geoestratégicos. Rex Tillerson, secretario de Estado estadounidense, se reunió recientemente con los principales dirigentes africanos en Washington para evocar cuestiones que preocupan a las dos partes y se debatirán en la cumbre de Abiyán.

Gira africana de Macron

“África tiene que trabajar por buscar soluciones. Estamos aquí para apoyarla, en tanto que socio estable y fiable”, afirma un diplomático europeo. En materia de seguridad, Bruselas seguirá colaborando con los dirigentes africanos, sobre todo en el Sahel y el Cuerno de África, anunciaron los responsables de la UE. Es una de las prioridades del presidente Macron en la cumbre y la gira africana que lleva a cabo esta semana. Es también el objetivo de los cinco Estados africanos miembros del G5 Sahel, que apuestan por la seguridad, el desarrollo económico y la financiación de sus fuerzas militares para combatir los grupos yihadistas, el tráfico de drogas y la inmigración clandestina. Es en este marco que hay que analizar el viaje del presidente francés, Emmanuel Macron, a varios países africanos: Burkina Faso, Costa de Marfil y Ghana.

Macron es consciente de que los tiempos han cambiado. Francia ya no es potencia colonial de una parte de África y las políticas poscoloniales seguidas por los jefes de Estado de la V República, Charles de Gaulle, George Pompidou, Valéry Giscard d´Estaing, François Mitterrand, Jacques Chirac, Nicolas Sarkozy y François Hollande, no tienen cabida en pleno siglo XXI. Además, Francia tiene que competir en África con grandes potencias emergentes como China, India, Turquía, e incluso en algunas regiones con potencias medias como España. Si París quiere seguir siendo influyente en la parte francófona del continente africano, gozar de buena imagen y defender sus intereses económicos, políticos y militares, tiene que cambiar radicalmente de política. Como señala el diario ‘El País’, “Macron intenta deshacer en África los recelos poscoloniales”. En Burkina Faso, primera etapa de su periplo, africano, el jefe del Estado galo anunció que su país defiende la desclasificación de los documentos secretos franceses sobre la muerte del líder revolucionario Thomas Sankara, conocido como el ‘Che’ africano.

Fue un gesto de alto valor simbólico muy apreciado por los dirigentes de Burkina Faso y otros países africanos. Macron quiere convencer a los dirigentes y las poblaciones del continente que quiere ser socio y no jefe poscolonial de un patio trasero empobrecido e inestable. No le queda otra alternativa si no quiere que la decadencia de Francia en África se acentúe aún más. Macron tuvo la osadía de afirmar que “ya no hay una política africana de Francia”. París tendrá que hacer frente a un problema especialmente delicado, si quiere convencer a los africanos de que dejó de considerarlos como simple mano de obra barata y a sus países como meros proveedores de materias primeas que deben ser saqueadas.  ¿Cuál fue el papel de los gobernantes franceses en el genocidio ruandés de 1994? No es ningún secreto, se han llevado a cabo numerosas investigaciones periodísticas y se han publicado libros: Francia participó directamente en el genocidio ruandés y en la caída de Sankara en Burkina Faso, promovió golpes de Estado y conflictos armados en varios países y dio su apoyo a tiranos despiadados en tiempos de la ‘Guerra Fría’, cuando Estados Unidos y la URSS querían repartirse el mundo. El Estado francés jamás lo ha reconocido pero los hechos son tozudos y la verdad siempre acaba imponiéndose. Hijo de la Francia poscolonial, Macron ha llegado a meter la pata con África, como hace unos meses, en un coloquio estudiantil, cuando provocó una agria polémica al decir que la alta natalidad supone un “reto de civilización” para el continente africano. También pidió a los africanos que aplaudieran a los militares franceses que intervienen en algunos países africanos. Macron rectificó parcialmente sus propósitos después, pero el daño ya estaba hecho.

Pie de foto: El presidente español, Mariano Rajoy, en la reunión con el presidente de Tanzania, en la anterior cumbre UE-África/ Efe-Diego Crespo.

Papel de España

¿Cuál es el papel de España en el continente africano? Es un papel ascendente. Hace tan solo una década, el papel de España en el continente africano, con la excepción del Magreb, ere irrelevante. En los últimos años, la presencia económica, política y militar española en algunas zonas de África ha crecido notablemente, aunque sigue siendo modesta. En junio de 2014, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, viajó a Malabo (Guinea Ecuatorial) como único líder de la UE para asistir a la cumbre de la UA.  La visita de Rajoy a Guinea Ecuatorial fue la primera de un presidente español en los últimos 23 años. Los motivos fueron esencialmente económicos. Hace tres años, las exportaciones españolas al continente africano crecían –y lo siguen haciendo- a buen ritmo: 6% anual, mucho más que hacia Hispanoamérica.

Algunos países africanos crecen vertiginosamente y necesitan de los capitales europeos y del mundo emergente para seguir desarrollándose. Después de haberse asentado en el Magreb, las empresas españolas se vuelcan en el resto de África. En 2013, el mayor avance mundial exportador español se produjo en Sudáfrica, un 56% interanual. África se convirtió en la tercera región mundial por crecimiento de compras a España, tras Oriente Próximo y Asia. África subsahariana recibió más de la cuarta parte de las ventas españolas al continente en 2012. Desde el punto de vista político,

España no tiene la mala imagen de otras expotencias coloniales como Francia, Reino Unido o Bélgica en África subsahariana y el fútbol español abre muchas puertas. Ghana, Zimbabue, Kenia, Namibia, Mozambique, Angola o Sudáfrica son países atractivos para los inversores españoles. Unas 60 empresas españolas se han instalado en Cabo Verde.

El ICEX, que es la palanca exportadora española para las pequeñas y medianas empresas, ha organizado decenas de misiones comerciales en África subsahariana, y crecen las consultoras especializadas en la región como Codexca, Naxan Export y Export Value. África del Sur, motor económico del continente, es un polo de atracción para las compañías españolas, sobre todo en sectores como las energías renovables. Multinacionales como Abengoa, Acciona, Iberdrola, Isolux, Cobra y Gestamp son algunas de las firmas presentes en la patria de Nelson Mandela. Señalan los expertos que el cambio de tendencia se operó durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando España intensificó sus intercambios económicos con el continente africano, impulsó programas de lucha contra el subdesarrollo y firmó con un país como Senegal un importante acuerdo de cooperación para frenar la inmigración irregular hacia Europa. El presidente Rajoy siguió el mismo camino político y económico, pero disminuyó notablemente la ayuda al desarrollo debido a la crisis económica. Además, España participa en algunas misiones militares africanas con Francia e intenta ser influyente políticamente en ciertos países. 

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