Francia pone fin a la jungla de Calais, un infierno de 17 años

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Corría mediados de la década de los 90 con la supresión de los controles fronterizos entre los países del espacio Schengen cuando Calais se empezó a convertir en una jungla infernal.

El sueño de gran parte de los refugiados que llegaban allí era obenter asilo político en el Reino Unido. En 1999 se les atribuyó un hangar vacío del Eurotúnel en la localidad de Sangatte. Tres años después, Nicolas Sarkozy decidió el cierre definitivo de Sangatte.

A cambio, Londres concedió el asilo a tres cuartas partes de los inmigrantes de Calais. Los inmigrantes se reagruparon entonces en un zona en el noreste de Calais que pasó a ser conocida como “la jungla”.

En septiembre de 2009, la policía francesa evacuó a más de 700 inmigrantes sin papeles de la ya llamada jungla de Calais, en campamentos instalados en el bosque alrededor del puerto. Entre febrero y marzo de este año, las fuerzas del orden procedieron a la evacuación del campo en el noreste de la localidad conocido como la nueva jungla. Había entre 6.400 y 8.100 personas.

El pasado septiembre comenzó la “construcción de un muro” de cuatro metros de alto y un kilómetro de extensión a ambos lados del camino principal que lleva al puerto. Las obras han sido financiadas por Londres para intentar detener el acceso de los inmigrantes a la zona desde donde salen los barcos y los camiones hacia Reino Unido.

Pocos días después, el presidente francés, François Hollande, prometió el desmantelamiento total del campo y el registro de los inmigrantes: “Calais no es una parada ni un destino para los inmigrantes; es un callejón sin salida. Ya no hay ni habrá posibilidades de pasar al Reino Unido desde aquí".

Las autoridades francesas han previsto la distribución por todo el territorio francés de los inmigrantes estancados en Calais.

“No sé qué me espera. Quiero explicar mi caso pero nadie me escucha. ¿Qué puede hacer la gente como yo que vive separada de su familia?” El que habla es Tafsu, un carpintero de 48 años, que huyó de Eritrea. Su mujer y sus hijos viven en Londres y él solo sueña con volver a abrazarles algún día. Duda si tomar o no un autobús hacia alguno de los 450 centros repartidos por el país galo en los que será distribuidos los refugiados que hasta ahora vivían en la Junga. “Hace nueve años que no veo a mi familia. Ni siquiera conozco a mi hija pequeña”, asegura en The Guardian.

En total, entre 6.000 y 8.000 personas serán evacuadas en un operativo que durará toda la semana. En autobuses serán trasladados a los 450 centros de refugiados, que están repartidos por el país. El primero de la fila es Bashir, un sudanés de 25 años, afirma que "cualquier lugar de Francia" será mejor que Calais.

En el lado opuesto está Mohamed, un etíope, que mira escéptico la fila que comienza a formarse. "Soy menor, quiero ir a Reino Unido, no me interesa subir a los autobuses", explica, antes de dar media vuelta. Las autoridades comenzaron a repartir el domingo folletos impresos en varias lenguas para explicar el operativo, presentado como "humanitario", y tratar de convencer a los más reticentes.

Award, de 31 años, es un refugiado sudanés que está esperando en el centro de organización, habilitado en la entrada de Calais, a que llegue un autobús. “Amo Reino Unido, pero no quiere refugiados”. Tras seis meses en el campo confiesa que tiene ganas de salir de allí. “Estoy contento. No sé qué pasará ahora ni donde me llevarán, pero si puedo elegir, me gustaría ir al sur. Me han dicho hace mejor tiempo”, explica. Pese a llevar casi medio año en el país galo, Award no conoce nada de Francia excepto la Jungla. “Solo quiero empezar una nueva vida lejos de Calais.”

Aziz, 27 años, es de Darfur. Lleva cuatro meses viviendo en el campamento, sin comodidades. “No me gusta este sitio. Quiero vivir en una zona urbana. No me siento preocupado, no me siento feliz, nunca me río ni lloro. Solo quiero abandonar este sitio”. Preguntado por su país, Aziz describe Sudán como “un lugar inseguro, en guerra que atraviesa una situación terrible y en el que es imposible vivir”.

Habib, un empresario de Afganistán cuya familia reside en Reino Unido, explica que es una persona educada a la que no le gusta vivir en la Jungla. “En función del acuerdo de Dublin, los niños pueden reunirse con su familia, pero yo no. Es una injusticia. Mi familia está a unos kilómetros de aquí y ahora estoy trasladándome a cientos de kilómetros en la dirección opuesta”.

Entre quienes se niegan a abandonar el campamento está el afgano, Niebullah, de 19 años. Abandonó la ciudad afgana de Kunduz con un solo objetivo llegar a Reino Unido. “He recorrido muchos países hasta llegar aquí. Ahora que estoy tan cerca no pienso abandonar”

Provistos de maletas y de todos los enseres que poseen, la mayor parte afganos, eritreos y sudaneses, se dirigen hacia los campos repartidos por todo el país. La calma domina esta primera jornada en la que los primeros refugiados ponen rumbo a lo desconocido, con la esperanza de un futuro mejor, lejos de la Jungla. 

Y luego...¿qué?

Los refugiados llegará a los centros temporales de Francia donde pueden permanecer hasta cuatro meses para solucionar su petición de asilo. Cada caso será examinado y aquellos que no cumplan con los requisitos serán enviados de nuevo a sus países de origen. Según los datos de Refugee Rights Data Project, dos tercios de las personas que viven en Calais han dicho que no quieren ser desalojados y enviados a un centro francés. Por otro lado, un tercio reconoce que seguirá intentando llegar a Reino Unido.

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