Garbiñe Muguruza gana Roland Garros

Alberto Puente/Estrelladigital.es

Garbiñe Muguruza ha inclinado en dos mangas (7-5 y 6-4) a Serena Williams,  vigente campeona sobre la arcilla de París. A sus 22 años, estrena su palmarés de 'majors' y el próximo lunes aparecerá en el segundo escalón del ranking. Seis años tenía Garbiñe Muguruza cuando Serena Williams levantó su primer grand slam. La hispano-venezolana creció como persona y tenista, mientras vislumbraba las grandes actuaciones de la estadounidense, a la que ha reconocido abiertamente como referente. Ahora muchos vislumbran a Garbiñe como su sucesora. Este sábado, sobre la Philippe Chatrier, vivieron su quinto episodio. Los cuatro previos, curiosamente, se habían repartido en los cuatro grandes escenarios del circuito.

Muguruza afrontaba la cita con la espina de Wimbledon, pero sabedora de lo que era batir a Serena en Roland Garros. La americana, cuando recogió el trofeo en Londres, mandó un mensaje de esperanza a la que mañana será la número dos del mundo del mundo. “Tendrás más oportunidades”, comentó. Sin embargo, seguro que no quería que fuera frente a ella. Dos ‘pegadoras’, dos fanáticas del tenis directo, sin preámbulos.

La central presentaba un aspecto inédito en los últimas dos semanas. A un lado de la red, Serena, en busca de igualar a Steffi Graf en números de grand slam (22); al otro, Garbiñe, doce años más joven, con la ilusión de alzar su primer gran torneo y volver a colocar al tenis femenino español en la cima, dieciocho años después de la conquista de Arantxa Sánchez Vicario. El tiempo, al fin acompañó, con hasta visibles rayos de sol.

El duelo no defraudó: mucha equidad y opciones para ambas. Pero al final, fue Garbiñe Muguruza la que se arrojó sobre la arcilla parisina. Incrédula, con un semblante que derrochaba felicidad. Hasta lágrimas se vislumbraron en los ojos. La española abre su palmarés de grand slam, su territorio fetiche. “Me gustan los grandes escenario y las grandes rivales”, decía. Este sábado, lo demostró al tumbar (7-5 y 6-4) a su referente y vigente campeona Serena Williams.

El saque marca el inicio

La tensión y el mutuo respeto propició un arranque sin ritmo, donde los intercambios no tuvieron cabida. Ambas contendientes fiaron su suerte al ‘winner’, siempre por la vía rápida, sin conceder demasiadas opciones al resto. Al menos, así transcurrió el duelo hasta el tercer juego, que supuso un punto de inflexión en la primera manga. Serena mordió el segundo servicio de Garbiñe, y encontró dos opciones de ‘break’, pero no transformó ninguna en los más de diez minutos que se prolongó ese segundo juego de Muguruza al saque.

Muchas alternativas

La española aprovechó la inercia moral para sorprender a la vigente campeona, que cuando parecía contrarrestar el 0-40 inicial, cometió una doble falta que permitió a Garbiñe abrir brecha en el primer parcial (4-2). Pero Serena, más allá de físico, presume de mentalidad. Y no se dejó ir, se aferró, mantuvo su propuesta de jugar al límite, y exenta de errores provocó las dudas en Garbiñe. La española arriesgó más de la cuenta y observó cómo en apenas diez minutos yacía por debajo en el marcador (4-5).

Pero el encuentro, repleto de alternativas, iba a dar otro giro. Siempre al ataque, sin complejos, Muguruza sostuvo su servicio y quebró por segunda ocasión el de su rival. Tampoco afloraron los nervios en su muñeca cuando sirvió para cerrar el acto. A la tercera va la vencida, dicen. Y así fue. Con un revés ganador sobre la línea, que bien puede definir lo que se vivió sobre la Philippe Chatrier, Garbiñe finiquitó la manga (7-5) y se acercó a la conquista de su primer grand slam.

Garbiñe no muestra flaquezas

Difícil hacerlo mejor. Garbiñe, como si nada hubiera cambiado, exhibió un juego de piernas y colocación al inicio del segundo envite. Los pasos justos, el cuerpo hacia atrás, y la derecha temible. Le corrió mucho el ‘drive’, tanto como para desquiciar a Serena, que con un par de errores no forzados permitió que la española, de nuevo, fuera la primera en asestar el golpe al resto. En esta ocasión, la reacción de la número uno volvió a ser inmediata, propiciada por tres dobles faltas de Muguruza (1-1).

Pero el servicio, ese arma que tan importante se erigió al arranque del duelo, dejó de ser primordial con más de una hora de partido disputada. Garbiñe arañó de nuevo a Williams, que pese a cuajar su mejor partido en este Roland Garros, no era capaz de desarbolar a su oponente. Garbiñe, a lo suyo, demostraba la voracidad de su revés, en un mensaje a la campeona. “No tengo un punto débil”, parecía querer transmitir Muguruza.

Con otro 'break' a su favor (2-1), Garbiñe al fin impuso la lógica y consolidó su servicio (3-1). La estadounidense, con gestos de negación, parecía harta de ir siempre a remolque. Eso sí, Serena no abandonó el pulso en ningún momento. Mantuvo esa mínima distancia hasta que le tocó servir para mantenerse en el duelo (5-3). Ahí, hasta los grandes campeonas sufren. Que se lo digan a ella, que erró más de la cuenta y concedió hasta cinco bolas de partido a Muguruza. Pero también las salvó, con sangre fría y derechas a la línea, para traspasar después los nervios a Garbiñe.

La española, que controló sus emociones con el temple de una veterana, se colocó 40-0. Ahí ya era consciente de que no podía dejar pasar otro tren. Y con un globo, a lo grande, tumbó a la número uno del mundo para conquistar su primer grand slam. No lo creía, pero sí, la pelota había tocado la línea, ante la asombrada mirada de Serena. En ese momento fue cuando Garbiñe se arrojó sobre la arcilla, sonriente, y a la vez con lágrimas en los ojos. Un recuerdo inolvidable. 

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