Ghana: el mercado de la gestión de residuos, lejos de la saturación

Javier García Cuesta / El Exportador / icex.es

Pie de foto: Aline Tong shutterstock.com

Ghana es una de las economías que más crece en el mundo y ha conseguido convertirse en un referente de estabilidad en el continente africano, pero sigue lastrada por graves carencias, entre las que destaca la fragilidad del sector local dedicado a la gestión y el tratamiento de residuos. Su modernización y fortalecimiento es uno de los principales retos a los que se enfrenta el país.

Situado en pleno centro de la capital del país, Accra, y a escasa distancia del océano por el que llegan en barco los cientos de miles de materiales electrónicos, el barrio de Agbogbloshie se ha convertido en uno de los principales destinos de la basura tecnológica de Occidente. Cada día, miles de personas queman los restos de antiguos ordenadores, móviles o televisores procedentes de Europa o de los Estados Unidos para extraer los preciados metales, que luego podrán vender a los mayoristas y estos, a su vez, los reintegrarán en el ciclo productivo mundial.

Aunque se ha intentado poner freno a este comercio, el tráfico ilegal sigue alimentando una maquinaria que apenas da para subsistir a los recolectores y que ha convertido la zona en uno de los lugares más contaminados y tóxicos del planeta.

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Además de captar el interés mediático internacional, el debate sobre la gestión de los residuos en Ghana es un asunto recurrente en la política local por sus implicaciones en el medio ambiente y la salud de las personas, especialmente cuando llega la estación de lluvias. Existe entonces una mayor presión para mantener las calles limpias y evitar así situaciones como el accidente de junio de 2015, cuando un centenar de personas murieron por las deficiencias en los sistemas de saneamiento.

Construcción de un modelo

La sociedad ghanesa ha cambiado sus hábitos de vida debido al aumento de la población y al empuje económico registrado en los últimos años, con un crecimiento del PIB que, por ejemplo, en 2018 se situó por encima del 8,5%.

Todo ello ha supuesto un éxodo masivo a las principales ciudades del país y también hacia las regiones costeras. Estas urbes se han visto obligadas a atender y dar servicios a un creciente número de ciudadanos sin una planificación completa previa.

Durante la década de los noventa, se llevó a cabo una transformación en la política medioambiental en la que el sector privado jugó un papel fundamental. En el año 1999, el Gobierno, junto con el Banco Mundial, desarrolló el Urban Environmental and Sanitation Project (USEP) en las cinco mayores ciudades del país. El banco suministró fondos y asistencia técnica para privatizar el proceso de la recogida de residuos. El fin de esta iniciativa era mejorar la productividad, ya que anteriormente recaía sobre un sector público con poca supervisión e incentivos, mala gestión y una escasa financiación.

A partir de ese momento, se comenzaron a subcontratar los servicios de recolección de residuos sólidos al sector privado. Esta política, que continúa hoy en día y ha permitido la consolidación de empresas locales como Zoom Lion o Jekora, supone que cada compañía responsable del servicio de gestión de residuos recibe una zona particular para administrar.

Bajo ese sistema, las distintas firmas soportan el coste del servicio, que es subsidiado en parte por el Gobierno, mientras que los usuarios deben pagar entre el 10% y el 20% del coste total.

El abono se realiza en función de una cuota proporcional a los residuos generados, por lo que se pretende además que el incentivo sirva para reducir el volumen de los desechos y de los gastos de la Administración. En líneas generales, las dos formas de gestión más desarrolladas en Ghana son: casa por casa y a través de contenedores.

El primer modelo se usa de manera más habitual en las zonas con mayores ingresos y en las instituciones públicas. Aquí, el usuario tiene que registrarse y pagar una tarifa en función de sus ingresos. Una vez realizado el trámite, se abona un canon mensual que ronda los tres euros en Kumasi y se acerca a los cinco euros en Accra.

En el caso de la recolección colectiva a través de contenedores, puede utilizarse el pago por contenedor (que se recoge cuando está lleno si se paga previamente) o el sistema de vertedero libre. Este último está pensado para lugares públicos e implica áreas de almacenamiento, en las que las basuras son recolectadas de manera periódica con una tarifa preestablecida que varía en función de la actividad.

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Piedras en el camino

Los resultados de este sistema no son del todo favorables, pues la cantidad de residuos super con creces la capacidad local para hacer frente al problema.

Según los datos de un informe de la 18ª sesión de las Naciones Unidas sobre el desarrollo sostenible, en el caso de Ghana menos del 40% de los ciudadanos en áreas urbanas cuentan con un servicio de recogida de basuras.

Uno de los principales obstáculos lo encontramos en la falta de cooperación entre empresas, las cuales trabajan para proteger su territorio y dejan de lado la limpieza eficiente de la ciudad.

Además, las dificultades de acceso de vehículos especializados a muchos lugares y el hecho de ser un servicio de pago se traducen en que la recogida de basuras no es homogénea y muchos barrios quedan fuera del sistema.

Los recicladores informales, conocidos localmente como kaya bola, utilizan carros tirados por animales o ciclomotores para acceder a todos los destinos y ofrecen servicios más económicos. Sirven para paliar en parte las carencias del sistema ghanés, pero también es cierto que trabajan en unas pésimas condiciones higiénicas y laborales y no contribuyen a mejorar y normalizar los sistemas de reciclado.

La proporción de residuos gestionados de forma sostenible en Ghana sigue siendo muy limitada, sobre todo si se compara con los resultados de economías más desarrolladas, y el uso de canalones al aire libre para el saneamiento (denominados gutters) en lugar de una red de alcantarillado completa no ayuda a ello.

En cuanto a los residuos peligrosos y contaminantes, la Agencia de Protección del Medio Ambiente del país (EPA, por sus siglas en inglés) ha articulado un marco normativo que establece las líneas básicas para el tratamiento de dichos residuos. Pero, en el caso ilustrativo de los de tipo sanitario, solo los grandes hospitales lo llevan a cabo y, muchas veces, de forma deficiente. No hay empresas que se encarguen de su gestión integral. Los desechos son tratados de forma autónoma por cada centro y acaban eliminados mediante incineradoras e incluso sepultados.

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Mercado poco saturado

Por todas estas razones, podemos señalar que el sector de la gestión y manejo de residuos ofrece en Ghana un mercado poco saturado en el que la demanda de servicio supera con creces a la oferta, a lo que hay que sumar que todavía hay espacio para la entrada de nuevos competidores. En general, los servicios básicos cuentan con elementos de externalidad, exclusividad y tienen problemas de no competencia.

Para los proyectos de este tipo, el Gobierno organiza procesos de adjudicación mediante licitaciones y sus costes varían considerablemente en función del tipo de población o de la región.

Las políticas y el marco legal que rigen el manejo de los residuos sólidos están contenidos en la Ley del Gobierno Local de 1994 y en la Política de Saneamiento Ambiental de 1999. Su implementación, desarrollada desde hace tiempo mediante varios planes de acción, es responsabilidad del Ministerio de Gobierno Local y Desarrollo Rural, junto con la EPA. Ambos organismos supervisan las Asambleas Metropolitanas, Municipales y de Distrito descentralizadas y estas últimas son responsables de la recolección y disposición final de los desechos sólidos a través de sus Departamentos de Manejo de Residuos.

El mercado en Ghana mantiene además una estructura compleja debido al elevado número de actores internacionales que intervienen en el mismo junto con la Administración del país: instituciones financieras e iniciativas multilaterales, donantes bilaterales, ONG y otras organizaciones aportan buena parte de los fondos para su desarrollo.

A pesar de los esfuerzos crecientes de coordinación con el Ejecutivo ghanés, cada una de las organizaciones internacionales antes mencionadas actúa en gran medida según sus propias directrices y utiliza sistemas diversos de licitación.

No obstante, la financiación internacional puede posibilitar en un futuro próximo la aparición de nuevas oportunidades para las firmas especializadas.

El reciclaje, asignatura pendiente

El estudio realizado por Kowo Miezah y otros autores sobre los residuos municipales en las principales ciudades del país señala que un 67% de los mismos son biodegradables, al ser de tipo orgánico y papel. Además, dentro de estos, el 79% procede de la comida.

En este sentido, el compostaje, que convierte los desechos orgánicos en fertilizantes, podría servir para reducir la contaminación ambiental y generar riqueza. Se espera que esta actividad aumente en un futuro, pero, por el momento, solo hay dos grandes plantas de compost en el país, una en Accra y la otra en Kumasi.

Por otro lado, los residuos que pueden ser catalogados como reciclables, entre los cuales destacan el plástico, el vidrio, los materiales textiles, los metales y la goma, llegan a suponer un 22%, por lo que existiría un elevado potencial para el reciclaje. Aunque, por el momento, esta actividad no es una prioridad de las autoridades, ya se han desarrollado varias iniciativas para su desarrollo, entre las que sobresalen la creación de una asociación de recolectores de plásticos y de un proyecto para la gestión de residuos de ese tipo.

Quizá el reciclaje de plástico, vidrio o papel sea uno de los ámbitos que más opciones de negocio puede ofrecer a las compañías extranjeras interesadas en acceder al mercado ghanés.

Pie de foto: Aline Tong shutterstock.com

Desde la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España (Ofecomes) en Accra se apunta que “muchas empresas locales buscan un socio de fuera del país con conocimiento del sector de la gestión de residuos o reciclaje para unirse en forma de joint venture o participación compartida y, de esta forma, facilitar el acceso para asentarse en el país”.

Asimismo, últimamente se han puesto en marcha varias iniciativas destinadas a impulsar un mayor control y sostenibilidad en el reciclaje de desechos electrónicos. Además de implicar una mejora en las condiciones de vida de los trabajadores del sector, se espera que sirvan para paliar el grave problema medioambiental que la quema de materiales y la presencia de metales contaminantes han generado en el país. Entre ellas, destaca el Proyecto E-Waste. Anunciado por el Gobierno en agosto del año pasado, este programa contempla la construcción en dos años de una planta moderna de reciclado en Agbogbloshie.

Oportunidades crecientes

La carencia de una industria capaz de fabricar maquinaria pesada está generando un incremento de la demanda de importaciones de bienes y equipos para la gestión de residuos y los compradores optan cada vez más por la calidad frente a otros factores como el precio.

Si analizamos las principales partidas adquiridas por las empresas locales en los últimos ejercicios, podemos constatar el crecimiento de las compras de aparatos para trabajar con caucho y plástico, así como los destinados al procesado y al compostaje de residuos sólidos. Esta tendencia podría extenderse en un futuro hacia la adquisición de vehículos y otra maquinaria especializada, impulsada además por la rebaja de las obligaciones impositivas.

Por todo ello, la Ofecomes en Accra constata que hay oportunidades de negocio para productos y equipos fabricados en España. La presencia de nuestras empresas en el sector de la maquinaria ha sido constante durante los últimos años, especialmente en el suministro de sistemas para algunos proyectos y en servicios de ingeniería.

Gracias a ello, se ha conseguido construir una buena percepción del producto español, que podría ser extrapolable al ámbito específico de la gestión y el reciclado de residuos.

Por último, España es reconocida como una marca europea con una sólida experiencia en el sector de las energías renovables y de las infraestructuras en general.

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